En su país siempre la han conocido como la princesa. Pero Isabel dos Santos, 46 años, ascendió a reina al ocupar el trono de las mujeres multimillonarias del continente. Es la mujer más rica de África, según la revista Forbes. Ha amasado una fortuna de 2.000 millones de dólares; pero se la acusa de haberlo hecho esquilmando su país, Angola, y gracias a la ayuda de su padre, el expresidente José Eduardo dos Santos (en el poder casi 40 años: entre 1979 y 2017). Él, muy enfermo, vive ahora en Barcelona, según informa The Guardian. Ella, entre Londres y Dubai.
Un tribunal de Angola bloqueó sus activos en ese país tras acusarla de corrupción. Y, ahora, numerosos documentos analizados por el Consorcio Internacional de Periodistas reflejan los oscuros negocios que la hicieron de oro. La hija mayor del exmandatario Dos Santos acaparó fondos públicos en un país en el que la mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día; un país rico en recursos naturales, pero uno de los más pobres del mundo.
Ella construyó un imperio de diamantes, petróleo, banca, telecomunicaciones y tierras gracias a beneficios y contratos públicos firmados cuando su padre era presidente. Licencias, por ejemplo, para extraer piedras preciosas, conseguir terrenos, hacerse con negocios de telecomunicaciones o con los beneficios del petróleo. En 2016, su padre la nombró presidenta del consejo de administración de la empresa estatal de petróleo, Sonangol (en Angola, el petróleo es origen de casi la mitad del PIB del país).
La multimillonaria africana está a la cabeza de más de 400 empresas, muchas en paraísos fiscales. Los documentos muestran cómo una extensa red de abogados, consultores y banqueros la han ayudado a mantener su tesoro oculto en el extranjero.
Ella ha negado a la cadena BBC las acusaciones de corrupción y nepotismo; asegura que es víctima "de una caza de brujas".
Isabel dos Santos nació en Baku (Azerbaiyán), en 1973. Su padre angoleño y su madre rusa (y campeona de ajedrez) se conocieron en la antigua Unión Soviética estudiando ingeniería. En 1979, cuando su progenitor asumió el poder en Angola, la familia se mudó al palacio presidencial. Tras el divorcio de la pareja, y mientras el país se desgarraba en la guerra civil, ella se mudó con su madre a Londres. Allí estudió y se graduó en Ingeniería Eléctrica antes de regresar a Angola. Abrió su primer negocio -un local de copas en Luanda- cuando era una veinteañera.
Está casada con un coleccionista de arte, Sindika Dokolo, hijo de un magnate de la banca de Kinshasa, educado en Bélgica y Francia y que atesora una gran colección de arte. Viven una vida de lujo, con sus coches deportivos o su yate de 35 millones de dólares. Poseen numerosas mansiones por el mundo: en el centro de Londres, Lisboa (donde tienen un ático con plaza para siete automóviles), el Algarve, Montecarlo o Dubai.
En sus redes sociales, él le ha dedicados mensajes de amor a su mujer. Se refiere a ella como "compañera de alma", el "gran amor".
Ella es gran aficionada al Festival de Cannes, donde se ha dejado ver en ocasiones.
No es la única de la familia en el punto de mira. Su medio hermana, Welwitschia dos Santos, fue expulsada del parlamento angoleño el pasado año; y su medio hermano, José Filomeno dos Santos, también es juzgado por corrupción.