Gregg Garfield fue uno de los primeros estadounidenses en contagiarse de coronavirus. Así, los doctores le calificaron como el 'paciente cero' de Los Ángeles, después de convertirse en la primera persona con la covid-19 en el Centro Médico Cedars Sinai y uno de los primeros diagnosticados en el estado de California.
Garfield, de 54 años, se contagió tras un viaje de esquí el pasado febrero en el norte de Italia, y las graves consecuencias de la enfermedad hicieron que tuviera que pasar más de 30 días conectado a un aparato respirador, según recoge Metro.
Aunque su historia tiene un final feliz, ya que consiguió superar el virus, también tiene un toque amargo ya que las consecuencias de la infección han sido bastante graves para él. Los problemas de flujo sanguíneo causados por el coronavirus le provocaron coágulos de sangre y ha tenido que amputarse todos sus dedos de la mano derecha y la mayoría de la mano izquierda.
Ahora se enfrenta a múltiples operaciones de cirugía para tratar de mejorar las condiciones de sus manos, pero la actitud de este estadounidense nunca ha decaído. Ha utilizado su historia de superación, ya que los médicos le dieron un 1% de posibilidades de sobrevivir, para advertir al resto de la población del riesgo de la covid-19 y no solo de eso, sino de las consecuencias que el virus puede generar.
Garfield ha iniciado una campaña de crowfounding para recaudar fondos y poder pagarse unas prótesis en sus manos que rondan los 200.000 dólares.
El COVID-19 se asocia con una alta incidencia de tromboembolismo venoso, coágulos de sangre en la circulación venosa, según un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex (Reino Unido).
En una serie de 274 casos consecutivos de COVID-19 ingresados en el hospital, un porcentaje significativo (7,7%) fueron diagnosticados con tromboembolismo venoso. El tipo más común de tromboembolismo venoso, visto en el 76,2 por ciento de estos casos, fue el embolismo pulmonar, un coágulo de sangre en los pulmones.
El equipo de investigación encontró que el análisis de sangre de dímeros D era útil para identificar a los pacientes con mayor riesgo de tromboembolismo venoso al ser admitidos en el hospital.
"Identificar qué pacientes tienen riesgo y evidencia clínica de tromboembolismo venoso en COVID-19 es muy importante por dos razones. En primer lugar, porque la tromboembolia venosa está vinculada a un riesgo de muerte y en segundo lugar porque es tratable con medicamentos anticoagulantes", explica Chi Eziefula, líder de esta investigación, que se ha publicado en la revista 'Clinical Medicine Journal'.
"Este estudio señala la importancia de seguir investigando para explorar los mecanismos patológicos específicos de COVID-19. También destaca la urgente necesidad de ensayos clínicos para evaluar el papel del tratamiento anticoagulante en la prevención de las muertes y la morbilidad por la infección de COVID-19", apunta otro de los autores, Tim Chevassut.