La guerra de Rusia en Ucrania sigue dejando tras de sí numerosas historias de tragedia y sufrimiento. Mykola Kulichenko, un ucraniano residente en Chernígov, de 33 años, ha relatado recientemente cómo los soldados invasores torturaron y mataron a sus hermanos, antes de intentar terminar con su vida. A él también le dispararon y le enterraron vivo, pero sobrevivió. Ahora quiere denunciar los crímenes a todo el mundo.
El joven, en una entrevista con 'CNN', cuenta y señala los lugares donde se produjeron las atrocidades. Kulichenko apenas puede manifestar palabras. Su tristeza, ante tanta crueldad, es inmensa. Caminando por la zona, ha podido encontrar trozos de tela de las vendas para los ojos que los rusos le hicieron usar a él y a sus hermanos.
La pesadilla de su familia comenzó el pasado 18 de marzo. Kulichenko residía en un domicilio de Chernígov, el norte de Ucrania, junto a sus dos hermanos y su hermana. Los soldados rusos llegaron a su aldea en busca de un grupo de hombres a los que acusaban de llevar a cabo un ataque contra uno de sus vehículos militares.
Los efectivos del Kremlin "buscaban cualquier cosa para poder relacionar a los hermanos con el ataque al convoy", según apunta el medio estadounidense, pero no encontraron ninguna evidencia. No obstante, los soldados rusos hallaron la medalla militar del abuelo de Kulichenko y el bolso militar de uno de sus hermanos, quien era reservista en el Ejército ucranio.
Los soldados sacaron a todos los miembros de la familia de su casa, excepto a su hermana. Les vendaron los ojos, les interrogaron y les metieron en un sótano durante cuatro días. Allí fueron golpeados para, posteriormente, ser llevados a un bosque y ser ejecutados.
Los militares rusos cavaron una tumba y le dispararon a todos en la cabeza, excepto a Mykola. Era el último de la fila, cayó sobre el cuerpo sin vida de su hermano mayor. A él también le dispararon, pero la bala atravesó su mejilla. Gracias a esto, con las piernas y los brazos atados, pudo salir de la tierra y escapar de la fosa a las horas.
El hombre de 33 años caminó hasta el pueblo más cercano, pasando incluso por un puesto de control ruso, y encontró a Valentyna Petrivna, una residente que le invitó a su casa y le ofreció alimento. Se mantuvo oculto un tiempo y, tras la liberación de la región ucraniana, regresó a por los cadáveres de sus hermanos.
Su hermana, Iryna Kulichenko, estuvo sin saber nada de su familia durante cuatro días, hasta que Mykola regresó. "Llegué a casa y estaba allí. Le miré a los ojos y le pregunté: '¿Dónde están los demás?' A lo que me respondió: 'Los demás ya no están'".
Dos meses después de la muerte de sus hermanos, Kulichenko sigue teniendo "dificultades para hablar". Respecto a su pensamiento sobre las fuerzas rusas, destacó: "Los odio con toda mi alma. Son animales. Deberían arder en el infierno". El hombre denuncia no haber podido dar un entierro adecuado a sus hermanos por estar su localidad bajo el control de los invasores. La Fiscalía regional abrió una investigación por crímenes de guerra.