Son dibujos que cuentan la historia de los niños ucranianos (escolarizados en países de Europa) que escaparon del conflicto: en ellos se ven tanques, bombas y edificios en llamas. Todo ocurre en una pequeña escuela en Atenas, que ahora funciona como refugio para niños y madres que huyeron de la invasión.
"Este colegio es muy guay, ¡es probablemente el mejor colegio en el que he estado!", dice contento uno de los alumnos. Esta psicóloga del centro nos cuenta que intentan curar sus heridas mediante la terapia artística: "El dibujo que más me impactó fue el de un niño de siete años, que pintó soldados ucranianos matando a Putin. Cuando le pregunté por qué, me dijo, porque me robó la infancia".
Donde antes se enseñaba ucraniano, hoy sus paredes, reflejan lo que las palabras no pueden contar.