La invasión de Rusia a Ucrania ha provocado la salida de una parte de la población del país. Naciones Unidas, en su última actualización, ha contabilizado al menos 830.000 refugiados que han cruzado las fronteras. Alrededor de la mitad son niños y niñas que han viajado a pie en noches gélidas con sus madres. Sus padres se han visto obligados a quedarse a luchar por estar en edad militar.
El impacto psicológico es notable en los menores. En sus rostros se refleja el miedo que infunden los disparos y explosiones. Los que no han salido aún de Ucrania están en guarecidos en sus casas, lejos de las ventanas, en refugios aéreos o en el metro, donde algunos adultos intentan distraerlos con juegos y canciones.
A miles de kilómetros, los niños españoles se hacen preguntas con cierta preocupación. "Mi hijo me pregunta si puede llegar aquí la guerra", dice un padre. Una madre señala que su hijo le pregunta "por qué hay tantos tiros". Otra madre expone las dudas de su pequeña: "No entiende por qué los humanos somos tan malos".
Los expertos recomiendan que para ayudarles a entender la situación hay que conversar sobre el tema. "Que el adulto les vaya explicando, hablando y generando diálogo de lo que pasa", apunta la psicóloga clínica Ana Jiménez. A su vez, su homóloga Antía González pide a los padres que no intenten ocultar lo que está sucediendo: "Al final no podemos evitar que se enteren de una forma o de otra".