Espionaje, poder y datos. Los tiempos cambian y con el paso de los años también lo hacen los conflictos. Las nuevas tecnologías, enmarcadas en la sociedad de la información, han dado lugar a enfrentamientos comerciales por el control de los datos, más poderosos que una bala. Y en este marco, Estados Unidos y China están inmersos en una nueva guerra fría por el control del 5G, que por el momento está hundiendo a la empresa tecnológica Huawei, principal suministradora del hardware necesario para esta nueva tecnología.
Los primeros movimientos llegaron durante el mandato de Barack Obama, cuando el expresidente de Estados Unidos exhortó a las empresas de telecomunicaciones estadounidenses a ceder datos reservados sobre sus redes. Todo con el fin de investigar y acabar con un supuesto ciberespionaje chino. Tras varios meses de análisis, en octubre de 2012 el Congreso determinó que las chinas Huawei y ZTE eran una gran amenaza para la seguridad del país.
A partir de este instante se sucedieron varias polémicas con Huawei a lo largo del mundo. La mayoría de las mismas estuvieron relacionadas con casos de dumping (vender un servicio o producto por debajo de su precio establecido). La reacción más drástica vino por parte del Gobierno de India, desde donde aprobaron e implantaron un impuesto especial para Huawei del 37,73 por ciento.
Asimismo, tal y como explica a Informativos Telecinco Félix Gómez, experto en ciberseguridad y profesor en la Universidad de Murcia, ciertos ataques informáticos apuntan a China aunque "solo existen indicios" de su procedencia. "Ahora parece que en China son malos, pero desde Estados Unidos también realizan ataques informáticos", continúa para asegurar que "al final todos los gobiernos los hacen"
No obstante, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido el encargado de rematar a Huawei. Y es que el pasado miércoles 15 de abril estampó su firma sobre una orden ejecutiva que prohíbe a las compañías estadounidenses emplear equipos (hardware) y software de organizaciones que pretenden espiar al país. Es decir, Huawei según su versión, aunque también figura ZTE.
"Hay que darse cuenta del enorme poder que tiene Estados Unidos. Con que su Gobierno de una orden, a ciertas empresas, bloquean ciertas operaciones económicas. Por el mero hecho de que Google vete a Huawei ya hay caídas en bolsa y provoca que la gente no quiera comprar sus móviles", explica Félix Gómez.
Y a consecuencia de la decisión Estados Unidos, llegaron las rupturas de relaciones comerciales entre Qualcomm, Intel y, probablemente la más sonada, Google. La de esta última empresa es hasta el momento la más importante, ya que el veto recoge que los dispositivos Huawei (móviles y tabletas) no podrán utilizar aplicaciones como Gmail, Google Maps o Google Drive.
Tampoco tendrán acceso a los servicios Play, entre los que está el Store donde descargar aplicaciones o recibir actualizaciones de las mismas o del sistema operativo. En resumidas cuentas, los dispositivos de la marca china utilizarán Android, gracias a los códigos abiertos, pero se despedirán de aplicaciones y actualizaciones, que acabarán en la repentina obsolescencia de los aparatos.
Pero la situación, de por si negativa, ha continuado agravándose con más vetos, impulsados por la famosa lista negra. Los operadores británicos Vodafone y EE han dejado claro, hoy 23 de mayo, que los móviles de Huawei no estarán incluidos en el estelar lanzamiento de su red 5G. También se han unido los japoneses Softbank y KDDI, además de Panasonic o la también británica ARN, exdiseñadora de la arquitectura de los procesadores de Huawei.
Para el profesor de la Universidad de Murcia Félix Gómez "va a ser muy difícil que Huawei se recupera de esto pese a desarrollar un sistema operativo propio".
Este sistema propio es, a priori, la salida al laberinto de Huawei, aunque no del todo ya que su propia Store no contaría con todas las aplicaciones de las que dispone Google en Android o Apple en iOS. No obstante acabarían llegando de una manera u otra, aunque el tiempo corre en su contra al cancelarse ventas por no tener estas apps. Su llegada podría estar muy cerca, ya que según publica Global Times, el que un día fuera el Goliath chino ha probado ya su sistema operativo, Hongmen OS. Sin embargo todavía está en fase de pruebas.
Esta guerra fría no ha estallado ahora por casualidad, lo ha hecho en el marco de la llegada del 5G, la nueva generación para tecnologías de comunicaciones móviles. Su principal diferencia respecto al 4G actual es que posee un mayor ancho de banda con una gran cantidad de bytes por segundo, lo que se traduce en una rapidez nunca antes vista.
Gracias al 5G, además de móviles y tabletas, se podrán conectar a Internet coches, motocicletas, lavadoras, frigoríficos y robots capaces de operar a corazón abierto, entre otros. Además, según Selfnet habrá 7.000 millones de usuarios conectados a través de una conexión sin cables y 7.000 billones de dispositivos conectados en la Tierra.
Pero para hacer posible su llegada, los operadores han de actualizar todas sus instalaciones. Y aquí es donde entra Huawei en juego, porque es la empresa puntera en cuanto a suministros de hardware (antenas, switches,etc) para 5G. Por su parte, tal y como explica la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos y experta en ciberseguridad, Marta Beltrán, Estados Unidos "está viendo cómo China se lo queda todo", además de no contar con buenas empresas a nivel de suministro de hardware.
"Hace tiempo que los fabricantes chinos hacen muy buena tecnología. Hasta este momento no se habían puesto estos vetos tan salvajes. La explicación es que ahora es cuando se está decidiendo quién va a proporcionar las estructuras para el 5G", añade.
De otra parte, las licencias de 5G, como indica Beltrán, las asigna el Gobierno de cada país a cambio de grandes cantidades de dinero por un periodo aproximado de 20 años. Este golpe de efecto podría significar el desbancamiento del país norteamericano como primera potencia, en favor de China, gracias al supuesto control de la información a través del espionaje.
"Los dispositivos que espiarían serían implantes hardware. Esos chips están protegidos por una patente, por lo que no se sabe cómo están diseñados y qué hacen. El fabricante tiene derecho a mantenerlo en secreto por la propiedad intelectual. En ese momento se puede aplicar la ingeniería inversa, es decir, intentar averiguar qué hace cada una de las partes del circuito desde fuera, como una caja negra. Son cosas que no se pueden demostrar al cien por cien, porque el fabricante no tiene por qué hacer público el funcionamiento del chip", asevera Beltrán. Lo cierto es que la guerra fría está servida.