Ya son casi 500 los civiles fallecidos en la guerra de Ucrania y hay unos 1.000 heridos, sobre todo, en las ciudades más bombardeadas como Járkov, la segunda más grande del país que tiene ya todos sus hospitales colapsados.
"Muchas gracias por salvarnos, dice una mujer entre lágrimas, mientras recibe la cura a una herida que le cruza el rostro provocado por la metralla de los proyectiles rusos. "No se qué haríamos sin vosotros". Entre suturas y operaciones para extraer esquirlas trabajan los médicos y enfermeras ucranianos de este hospital de Járkov que no han descansado ni un sólo día desde que comenzó la guerra.
Los médicos muchas veces tienen que asistir a las decenas de compatriotas heridos por bombas, incluso bajo el asedio de los ataques. "Son héroes, comenta otra paciente en el hospital de la segunda ciudad de Ucrania, ocupada ahora por los rusos. "Recorren 15 kilómetros bajo las bombas para ayudar a los civiles heridos."
Cientos de pacientes convalecientes han tenido que refugiarse en el sótano del hospital, los pacientes, familias enteras en muchos casos, lanzan desde aquí una petición desesperada de ayuda a su pueblo.
La Organización de Naciones Unidas denuncia cada vez más ataques contra ambulancias, hospitales, o como sufrió esta mujer, Marina, contra el centro de donación de sangre donde se ella se encontraba hace unos días..
"Esta no es una guerra, comenta un soldado ucraniano, una guerra es de soldados contra soldados, no contra civiles o niños". Pese a todo, desde un hospital de Kiev, su alcalde celebra la única noticia buena entre tanta tragedia: el nacimiento de 82 bebés desde que empezó la guerra. La vida sigue abriéndose paso, a pesar de las bombas rusas.