Grupos republicanos del estado de Míchigan han llevado al extremo las recomendaciones del presidente Donald Trump de presionar a los demócratas para que abran la economía a pesar del aumento de contagios y muertes por la pandemia de coronavirus. Gretchen Whitmer, gobernadora de este estado industrial del medio oeste y miembro del Partido Demócrata ha denunciado haber recibido amenazas de muerte para obligarle a levantar las restricciones que afectan a la economía local.
En declaraciones a la prensa, Whitmer ha asegurado estar cada vez "más preocupada por la naturaleza violenta" de algunos "grupos y organizaciones que se están uniendo a la retórica extremista y racista" relacionada con el asalto al Capitolio del pasado jueves.
Desde el Partido Republicano, el presidente de la Cámara de Representantes de Michigan, Lee Chatfield ha mostrado a través de un tuit, su solidaridad con Gretchen Whitmer, al reclaman a los alborotadores que paren ya en sus amenazas. Chatfield asegura que están "están fuera de lugar" y ha reclamado que los autores "sean castigados".
Whitmer ha sido señalada directamente por el presidente de EEUU, Donald Trump, como un elemento discordante en la respuesta nacional al coronavirus por establecer unas medidas particularmente restrictivas en un estado que, por otro lado, ha resultado especialmente afectado por la enfermedad: 43.207 contagios, 4.020 fallecidos, según las cifras oficiales del estado pendientes de actualizar.
Como consecuencia de esta presión de la casa Blanca, el pasado viernes, entre 400 y 700 manifestantes se apiñaron en el Capitolio del estado, donde llegaron a incluso a irrumpir con las armas a la espalda, para exigir a la gobernadora, Gretchen Whitmer, que retirara inmediatamente su reciente declaración de ampliación del estado de emergencia hasta el 28 de mayo.
El escándalo llevó a la doctora Deborah Birx, coordinadora de respuesta de la Casa Blanca al coronavirus, a calificar de "terriblemente preocupantes" las protestas protagonizadas en Michigan. Brix denunció que muchas de los manifestantes iban sin mascarilla y sin guardar ningún tipo de distancia de seguridad, lo que exponía a sus familias a "un resultado desafortunado".
La tensión en el estado es tal que coincidiendo con las protestas, un guardia de seguridad de una tienda ubicada en Flint, fue asesinado a tiros después de pedir a un cliente ponerse una mascarilla, obligatoria en el territorio para prevenir la propagación del coronavirus.
En concreto, Calvin Munerlyn, de 43 años, murió en un hospital local después de recibir un disparo en la cabeza el viernes, según ha explicado el teniente de Policía del estado de Míchigan, David Kaiser, que ha precisado a la cadena de televisión CNN que la persona que disparó y un segundo sospechoso permanecen en libertad.