La extraña cancelación de una muestra sobre la prostitución en la Casablanca colonial

  • La Villa des Arts de la ciudad marroquí se ve obligada a suspender sine die en la víspera de la inauguración una exposición fotográfica sobre la vida en el barrio de Bousbir, centro de la prostitución en la Casablanca del Protectorado francés

  • Las autoridades locales aseguran que se registraron casos de covid-19 en el espacio expositivo, pero, según los organizadores, hubo una “causa de fuerza mayor” vinculada con el contenido que motivó la cancelación de la muestra

Si hay una constante en la gestión de la cosa pública en Marruecos desde que comenzara la pandemia esa es, sin duda, la de la imprevisibilidad y la incertidumbre. El sector turístico local, los marroquíes residentes en Europa o los europeos que viven en el país magrebí aguardan la última hora de los medios locales en busca de novedades sobre las restricciones fronterizas ante la inminente llegada de la Navidad y el fin de año. Una de las víctimas de la improvisación con la que vienen actuando las autoridades marroquíes ha sido una exposición fotográfica dedicada al barrio de Bousbir, bastión de la prostitución de la ciudad de Casablanca entre 1923 y 1955, es decir, durante el Protectorado francés en Marruecos.

‘Imagen y relato del antiguo barrio reservado de Casablanca, 1923-2021’, llevaba por título la muestra suspendida hasta nueva orden. No ha habido comunicado oficial de los organizadores, la Fondation Al Mada en colaboración con la Universidad de Ginebra, las embajadas de Francia y Suiza, la asociación Casamémoire y la agencia Rachid Andaloussi. Varias de las informaciones aparecidas respecto a la muestra en medios digitales marroquíes están inaccesibles.

La exposición anulada sine die daba cuenta de la vida en el barrio oculto de Bousbir, incluidas instantáneas de las mujeres que practicaban la prostitución y los clientes y observadores. El grueso de la exposición lo formaban instantáneas en blanco y negro del fotógrafo francés Denise Bellon, tomadas en el curso de una visita efectuada en 1936.

Prevista para permanecer expuesta durante dos meses y medio, concretamente desde el 11 de noviembre al 28 de enero, las autoridades marroquíes suspendieron la muestra en las mismas vísperas alegando un brote de covid-19 en la Villa des Arts, el espacio cultural de Casablanca donde iba a ser expuesta. Una manera de proceder que ha desconcertado a los organizadores, como relata el semanario marroquí TelQuel. “La incomprensión de los organizadores es total, además porque el proyecto había sido validado hace dos años por la dirección de la Fondation Al Mada”, escribe la cronista Fanny Haza. La exposición había sido ya suspendida en dos ocasiones anteriormente como consecuencia de la situación sanitaria.

“Se entregó un dossier muy completo. ¿Por qué aceptarlo al principio y rechazarlo hoy? Rechazamos esta anulación expeditiva, sin otra explicación que una ‘razón de fuerza mayor’”, se preguntaba en el citado semanario Jean-François Staszak, comisario de la muestra y coordinador de la obra colectiva aparecida en 2020 Quartier réservé, Bousbir, Casablanca. A juzgar por lo ocurrido, pues, vincular la medida al contenido de la muestra no puede considerarse el fruto de un pensamiento disparatado y fantasioso.

Bousbir, centro de la prostitución de la Casablanca colonial

Situado cerca de la antigua medina y el puerto, el barrio de Bousbir fue el centro de la prostitución de Casablanca en tiempos del Protectorado francés. Las autoridades galas deciden en 1923 trasladar la actividad a un único lugar con intención de sacarla del resto de la ciudad y combatir la propagación de enfermedades infecciosas. El barrio, de estilo neoárabe y al que se accedía por una única puerta, se convierte pronto en un reclamo turístico de la ciudad blanca como si de una medina y su zoco se trataran. Pasarán por ella militares franceses, artistas, intelectuales, periodistas, viajeros… les esperarán mujeres marroquíes musulmanas o judías, francesas y subsaharianas.

“Cuando enfermaban, eran secuestradas o se les impedía acceder a la ciudad. Se hace imposible para ellas rehacer su vida en otra parte y de otra forma. Convertidas en parias de la sociedad, se les condenaba a vivir en el burdel-baño a cielo abierto o morir”, recogía hace más de tres años el digital Le360.

La independencia de Marruecos en el año 1956 puso fin al Bousbir –denominación que procede de la deformación del nombre Próspero Ferrieu, diplomático francés a la sazón propietario de los terrenos del barrio- que fue bastión de la prostitución. Desde entonces el distrito ha albergado sobre todo a integrantes de las fuerzas auxiliares marroquíes y a sus familias. También desde entonces el tema ha sido tabú para los habitantes de la ciudad: todo el mundo sabía lo que fue Bousbir, pero nadie quiere recordarlo.

Poco queda hoy del ambiente del Bousbir que nos describen los libros de historia y del que daba cuenta la malograda exposición fotográfica. El barrio de Bousbir bulle hoy de vida ajeno a las escenas de modernos rascacielos de oficinas y tranvías de los bulevares centrales de Casablanca. Con restos de la arquitectura colonial en estado ruinoso y nuevas construcciones de dudosa calidad, Bousbir es hoy un barrio popular con aire de pueblo. Sus calles angostas, a menudo enfangadas, están dominadas por los puestos ambulantes de fruta, verdura y carne y la venta de todo tipo de objetos domésticos de importación y baratijas, además de cafetines y parrillas de carne y puestos de bocadillos.

Apenas a unos centenares de metros del barrio y omnipresente su silueta se encuentra la gran mezquita de Hassán II, cuyo minarete –con 210 metros de altura- es el mayor del mundo. Solo la de La Meca la supera en dimensiones. El lujoso edificio, sufragado mayoritariamente gracias a las aportaciones de los marroquíes e inaugurado en 1993, es uno de los símbolos de Casablanca. El otro son sus torres gemelas, las Casablanca Twin Center. Contrastes de la mayor urbe de Marruecos, cuyo patrimonio colonial sufre los estragos del tiempo y el abandono mientras en otras partes de la ciudad se siguen construyendo modernos centros comerciales y promociones urbanísticas desmesuradas.

Hay una ciudad en Marruecos para cada estado de ánimo. Si el de Fez es el de la espiritualidad y el de Tánger es el de la nostalgia, el que emana o invita a sumergirse en Casablanca es el de la fuerza y la energía, no exenta de caos, juveniles. Rompeolas del Magreb, con seis millones de almas, a Casablanca la acompaña el epíteto de capital económica de Marruecos. Como lo es también de la cultura y las artes. A pesar de las pandemias y sus consecuencias, Casablanca es el lugar más libre y desacomplejado de Marruecos.

Medidas expeditivas, desconcierto asegurado

Más de tres semanas después de que las autoridades marroquíes cancelaran sorpresivamente la exposición fotográfica, el Gobierno marroquí decretaba la cancelación de todos los festivales y actividades culturales y artísticas para luchar contra la expansión del covid-19. La medida, anunciada el viernes 3 de diciembre por medios digitales locales, no fue anunciada con fecha y hora de entrada en vigor. En la jornada del lunes, sin embargo, el ministro de Juventud, Cultura y la Comunicación, Mehdi Bensaid, puntualizaba que la medida afecta solo a “festivales, grandes ceremonias y salones”, recogía el digital Le360, convertido durante la pandemia en la mejor manera de conocer los planes del Gobierno. Teatros, cines, museos, galerías, librerías y exposiciones, en fin, quedan de momento a salvo del cierre.

A una semana de que se cumplan las dos semanas de suspensión de los vuelos comerciales y con las fiestas a la vuelta de la esquina, la inquietud y la preocupación sobre qué ocurrirá a partir del día 14 de diciembre aumentan. Recordemos que Marruecos, junto a Japón e Israel, ha sellado sus fronteras para evitar la penetración de la nueva variante del coronavirus nacida en Sudáfrica. Lo cierto es que por ahora no se ha detectado un solo caso de infección por la ómicron en territorio marroquí.