Una de las primeras medidas de la nueva etapa que estrenan las relaciones entre Marruecos y España, no por discretamente adoptada menos importante –al menos en el orden simbólico-, ha sido la modificación del mapa de Marruecos en el directorio de países de la web del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
Desde la noche de este jueves y tras celebrarse en la capital marroquí el encuentro –en torno a la mesa del iftar, la cena que pone fin cada noche al ayuno durante el mes de ramadán- entre el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y el rey Mohamed VI el mapa de Marruecos ha dejado de mostrar la línea discontinua que, en conformidad con Naciones Unidas, debe separar el territorio del país magrebí del Sáhara Occidental. El sitio web de Exteriores precisa bajo el citado mapa, no obstante, que “las fronteras trazadas no son necesariamente las reconocidas oficialmente”.
La modificación del mapa de la web del Ministerio rebasa los términos del apoyo del Gobierno Sánchez al plan de autonomía marroquí –descrito desde el Ejecutivo como “la base más seria, creíble y realista para la resolución del conflicto- a la que fuera colonia española hasta febrero de 1976: supone el reconocimiento de la soberanía de Rabat sobre el territorio.
El “giro histórico” de España en la cuestión saharaui, en fin, dio carpetazo el pasado día 18 de marzo a un desencuentro que se ha prolongado durante año y medio y permitió abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales, cuya hoja de ruta inicial fue anunciada al término del encuentro entre el soberano alauita y Sánchez este jueves en Rabat.
Además, y quizás para compensar lo que el Frente Polisario -y el movimiento independentista saharaui en su conjunto- va a considerar un agravio, en el mapa de Exteriores hay otra novedad: figura en él una línea que corresponde con la divisoria entre el territorio del Sáhara Occidental controlado por Rabat –más del 80% del total- y el espacio que está en manos del Polisario. La separación no es solo cartográfica: para proteger su territorio, Marruecos construyó a lo largo de la década de 1980 un muro de defensa a lo largo de más de 2.700 kilómetros. El 14 de noviembre de 2020 el Polisario rompió la tregua en vigor con Rabat desde 1991, aunque no se han producido movimientos de tropas ni enfrentamientos abiertos desde entonces.
Con este gesto simbólico, España continúa la senda trazada por Estados Unidos a raíz del reconocimiento por parte de la Administración Trump el 10 de diciembre de 2020 de la marroquinidad del Sáhara Occidental. Entonces, el entonces embajador estadounidense en Rabat David Fischer no dudó en posar ante un mapa en que tampoco figuraba la citada línea discontinua entre Marruecos y lo que según Naciones Unidas sigue siendo “territorio no autónomo” (para la Carta de Naciones Unidas, territorio cuyo pueblo “no ha alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio”). Marruecos, que cuenta con el apoyo explícito o tácito a sus posiciones de Estados Unidos, Israel, Alemania, Francia y ahora también de España confía dotar al pueblo del Sáhara de ese gobierno propio bajo su soberanía.
Con la llegada de Biden a la Casa Blanca no se han producido manifestaciones explícitas a la marroquinidad del territorio en los mismos términos a los expresados por Trump, pero lo cierto es que Washington no ha dado marcha atrás en su apoyo a Rabat. Para la Administración actual el plan marroquí para el Sáhara es “serio, creíble y realista”.
Eso sí, en las últimas visitas oficiales a Rabat, como la de la subsecretaria de Estado adjunta Wendy Sherman el 8 de marzo pasado o la del secretario de Estado Antony Blinken los días 29 y 30 del mismo mes, los representantes estadounidenses han evitado exhibir mapas de la zona en sus comparecencias. Por su parte, la web de The World Factbook de la CIA recoge que en 2020 “Estados Unidos reconoció el Sáhara Occidental como parte de Marruecos”. Y junto al mensaje, un mapa de Marruecos sin divisorias entre territorios y con la referencia sobre el mismo al “antiguo Sáhara Occidental”.
Como curiosidad, la nota conjunta emitida por las autoridades españolas y marroquíes al término de la visita oficial del presidente del Gobierno al rey Mohamed VI se refería al territorio que fuera colonia española hasta febrero de 1976 como Sáhara Occidental. Nada tiene de extrañar la denominación para las autoridades españolas –es así como se refiere a él oficialmente Naciones Unidas-, pero sí que desde Rabat se haya aceptado el topónimo.
Tanto las autoridades como los medios de comunicación del país magrebí se refieren al territorio como Sáhara marroquí o como provincias del sur. A la espera de que las autoridades marroquíes comiencen la implementación del plan regionalización avanzada para el territorio –presentado en 2007-, sigue sin conocerse cuál será la denominación oficial que Rabat dará a la futura autonomía saharaui.