Europa rechaza negociar el futuro de Ucrania y amenaza a Rusia con "medidas sin precedentes"
Los europeos se reúnen este miércoles con los vecinos de Rusia
El barrio europeo de Bruselas arranca este miércoles dos días de cumbres marcados por la ausencia del principal protagonista en las conversaciones: Rusia. Hoy se celebra la conocida como Cumbre del Partenariado Oriental, en la que los 27 se reúnen con los jefes de Estado de Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Moldavia y Ucrania, países todos en la órbita de Moscú y que mantienen mejores o peores relaciones con el Kremlin pero quieren acercarse a la Unión Europea. También participan miembros de la oposición bielorrusa. Georgia, Moldavia y Ucrania esperan incluso que algún día se les abran las puertas del club europeo.
La cumbre con los cinco países que Rusia pretende mantener en su órbita de influencia seguirá ya el jueves sólo con los 27, que discutirán otra vez sobre Rusia al tratar de los precios de la energía o de Bielorrusia. Si entre los países del flanco oriental europeo (Polonia, los bálticos, Rumanía) se pretende que la Unión Europea sea lo más dura posible con Moscú y no haga ninguna concesión, los cuatro grandes (Alemania, España, Francia e Italia) prefieren apostar por seguir dialogando y por no aumentar la tensión en torno a Ucrania.
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Esa voluntad de diálogo se defiende a la vez que la firmeza en rechazar las condiciones lanzadas por Moscú para destensar el conflicto con Ucrania, entre ellas que su vecina vea anulada la decisión de la OTAN de 2008 de abrirle su puerta. El presidente ruso Vladimir Putin quiere garantías legales por parte de la OTAN y de la Unión Europea de que nunca se permitirá la entrada de Ucrania en las dos organizaciones internacionales y que no se desplegará armamento OTAN cerca de las fronteras rusas.
Eso incluye no sólo a Ucrania sino a países como los bálticos, miembros de pleno derecho de la Alianza Atlántica. Europa rechaza, en fin, repartirse la región con Rusia en esferas de influencias y defiende que cada país es libre de elegir sus alianzas y su destino. Europa quiere desescalar pero no a cualquier precio y espera que la presión de Estados Unidos, después de la videoconferencia de la semana pasada entre Vladimir Putin y Joe Biden, sirva para ir dando pasos en esa línea.
La tensión sobre el terreno no disminuye
Rusia ya no esconde su movilización militar a decenas de kilómetros de la frontera con Ucrania y según el Washington Post, citando fuentes de los servicios secretos estadounidenses, Moscú prepara una invasión en enero con 175.000 hombres, artillería, blindados pesados, medios de guerra electrónica y toda la panoplia de una guerra de largo alcance. El Gobierno ruso acepta dar marcha atrás sólo si la OTAN y la Unión Europea aceptan por su parte cerrar la puerta definitivamente a Ucrania y de paso a Georgia y otros países de la región.
Esa promesa, hecha por el ex presidente estadounidense George W. Bush en la cumbre de la OTAN de Bucarest de 2008, se hizo contra la opinión de los europeos, que creían que sólo serviría para chocar con el Kremlin, que no aceptaría que Ucrania se uniera a la OTAN. Putin ya lo había advertido un año antes, en 2007, durante la Conferencia de Seguridad en Múnich a pesar de que por entonces las relaciones entre la OTAN y el Kremlin eran mucho mejores que ahora hasta el punto de que en 2000 se había creado un “Consejo OTAN-Rusia” que tomaba “decisiones comunes”. Algunos llegaron a ver la posibilidad, que ahora parece de ciencia ficción, de que Rusia ingresara en la OTAN.
Hace ocho años cambió todo. Cuando en 2013 y 2014 el Gobierno ucraniano empezó a acercarse a los europeos y firmó el acuerdo de asociación y libre comercio con la Unión Europea Moscú exigió su paralización. El cambio en el Gobierno ucraniano ante la presión de Moscú provocó la revuelta del “Maidan”, que Moscú vio como una operación occidental para deshacerse de un Gobierno pro-ruso.
Rusia respondió anexionándose a la fuerza la provincia ucraniana de Crimea y fomentando una rebelión armada en el Donbass, la región del sureste ucraniano poblada mayoritariamente por gentes de lengua rusa. De aquellos barros estos lodos y la amenaza de una guerra a gran escala.
La respuesta europea "sin precedentes"
La reunión de ministros de Exteriores del lunes y martes en Bruselas no generó ningún acuerdo claro. Mientras los ministros de los grandes países de Europa occidental pedían calma, no calentar más el ambiente y espacio para negociar, en el flanco oriental se ve de otra forma la crisis. El lituano Landsbergis decía que los países al este de la Unión Europea tenían todo el derecho a elegir su estructura de seguridad. El rumano Bogdan Aurescu exigía que “ninguna decisión de la cumbre de Bucarest (la de 2008 que prometió la entrada a la OTAN de Ucrania y Georgia) sea puesta en duda”.
Los ministros de Exteriores del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, además de Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea), reunidos el domingo en Liverpool, repitieron que apoyarán a Ucrania y que “toda nueva agresión militar tendrá consecuencias masivas y un coste severo como respuesta”. Borrell dijo el martes que todos los ministros de Exteriores europeos comparten la idea de no aceptar exigencias de Rusia.
El ultimátum ruso tiene algunos aspectos negociables, entre ellos que se pongan en marcha todos los capítulos de los “acuerdos de Minsk” de 2015, los que pretendían restablecer la paz en el Donbass ucraniano. O la participación de Washington en lo que se conoce como “formato Normandía”, las reuniones entre Rusia, Ucrania, Alemania y Francia. También, entienden fuentes comunitarias, se podría hablar de los últimos despliegues de armas en la región y de otras medidas de distensión.
Este miércoles, ante el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen dijo que “la Unión Europea apoya completamente a Ucrania frente a la agresión rusa. Cualquier acto agresivo adicional contra Ucrania tendrá masivos costes para Rusia. Podemos aumentar y ampliar las sanciones existentes o adoptar nuevas si fuera necesario”.
El martes Borrell decía a los eurodiputados que la Unión Europea está “en modo prevención y disuasión”. Y que, aún “preparados para responder, por el momento queremos evitar toda escalada”. Fuentes comunitarias aseguran que Putin ya sabe que las sanciones por una invasión de Ucrania golpearán con dureza a la economía rusa en sectores estratégicos, como el energético y el financiero.