El coronavirus vuelve a poner en jaque a Europa, que ante el rápido y constante incremento de los contagios ya está obligada a tomar medidas para intentar controlar a la transmisión. Con la Organización Mundial de la Salud alertando de un “invierno duro” y su director regional, Hans Kluge, insistiendo y reiterando en las últimas semanas que nos encontramos en un “punto crítico en el resurgir de la pandemia” donde precisamente el continente se encuentra en el epicentro, ya son varios los países que están incrementando las restricciones, llegando a extremos que ya comprenden los cierres nocturnos, los toques de queda e incluso los confinamientos.
Los datos no son para menos: la semana pasada Europa registró la mayor cifra de casos de coronavirus en toda la pandemia y la tendencia, –cuando ni siquiera ha llegado todavía un diciembre cargado de festivos, con la Navidad como máximo exponente, en la que se multiplican los contactos sociales–, no parece que vaya a cambiar a favor sin medidas de impacto.
Así, esta semana los titulares no han dejado lugar a dudas: Alemania ha registrado récords absolutos desde el inicio de la pandemia con más de 40.000 casos diarios; en Austria, donde ya plantean el confinamiento de los no vacunados, ha sucedido lo propio; Dinamarca, asediada también por un repunte récord ha recuperado el pasaporte covid; Croacia, con más de 7.300 contagios diarios, se ha anotado también nuevos máximos; mientras otros como Rusia han superado ya el umbral de los 250.000 muertos tras marcar también récord diario de decesos, llegando a contabilizar más de 1.200 en 24 horas.
La covid-19 avanza, y que Europa no haya conseguido los objetivos de vacunación propuestos no ayuda en absoluto. Especialmente entre los países del este, la tasa de población vacunada es excesivamente baja. Es por ejemplo el caso de Bulgaria, donde apenas un 22% de la población cuenta con la pauta completa.
Es eso, la falta de una cobertura de vacunación lo suficientemente grande, –algo en lo que España, a diferencia de la mayoría sí destaca positivamente–, junto a la relajación excesiva de las medidas, lo que ha denunciado la OMS, instando a tomar medidas encaminadas precisamente a trabajar en estos dos puntos básicos.
El organismo recuerda a Europa que ya pecamos el año pasado de una relajación excesiva que nos condenó, y ahora, nuevamente, advierte: “Si seguimos en esta trayectoria podríamos ver otro medio millón de muertes”, tanto en Europa como en Asia, “para febrero del año que viene”, en palabras de Hans Kluge.
Así, asediados por el SARS-CoV-2 otra vez, algunos países ya se han resignado a, ante el rápido avance del virus, decretar nuevamente restricciones que recuerdan dolorosamente a difíciles instantes en el curso de la pandemia.
Así, encontramos uno de los casos más singulares en Austria, –donde recogiendo lo que apuntan muchos expertos que señalan que esta ola tendrá un gran impacto especialmente entre los no inmunizados–, se espera aprobar este domingo un confinamiento nacional para los no vacunados.
Mientras, en Alemania, con las UCI al borde del colapso, lo que anuncian de momento es una PCR gratuita a la semana. Todo con el objetivo de apuntalar el sistema conocido como 2G plus, por el cual solo tendrán acceso a grandes eventos los vacunados o curados, y que además deberán presentar una prueba diagnóstica positiva.
Los expertos, no obstante, piden endurecer las medidas, como van a hacer ya en Países Bajos, donde el primer ministro acaba de anunciar que a partir de mañana la hostelería y los comercios esenciales cerrarán a las ocho de la tarde. El resto lo tendrá que hacer a las 6.
Además, más allá de los cierres nocturnos, también volverán las limitaciones a las reuniones en domicilios. Concretamente, se prohíben las que sean con más de 4 personas no convivientes.
Del mismo modo, Países Bajos ampliará los sitios en los que será necesario presentar el pase sanitario para poder acceder, implementando también la medida 2G alemana; unas decisiones que el primer ministro, Mark Rutte, ha calificado de “desagradables”, pero “inevitables” ante una realidad: “El virus está en todas partes”, algo que ha provocado en el país “que la presión sobre la asistencia sanitaria sea de nuevo extremadamente alta”.
"Las operaciones a veces tienen que posponerse, a veces por segunda o tercera vez", ha lamentado, dando cuenta de una situación a la que no son ajenos otros países de Europa.
Desde hoy, en Dinamarca se requerirá el certificado de vacunación para acceder a bares o restaurantes, mientras hasta en la paradisiaca Islandia también se están endureciendo las restricciones por el aumento de casos, disparado hasta acercarse a los 500 positivos por 100.000 habitantes.
En el este, naciones como Rumanía o Bulgaría están registrando máximos en el número de muertes que ya exceden las cifras de olas anteriores. Tanto es así que los primeros ya anunciaron un toque de queda para los no vacunados.
Entre tanto, en España la situación refleja también un ascenso, aunque mucho menos acusado que en los países citados. La clave, sostienen los expertos, está en la elevada cobertura de vacunación, razón por la cual la OMS ha felicitado su campaña.
Concretamente, en nuestro país la vacunación alcanza ya a 38.144.625 personas que cuentan al menos con una dosis, es decir, el 90,6% de la población diana, mientras un 88,9% (37.448.743) cuenta con la pauta completa.
En este sentido, la incidencia se mantiene en niveles de riesgo medio, alzándose por encima de los 71 puntos para situarse justamente en 71,50 casos por 100.000 habitantes.
Este viernes, los datos recabados por el Ministerio de Sanidad hacen referencia a 4.353 nuevos casos y 26 muertes más por covid.