Europa acuerda una estrategia común para las vacunas

  • Merkel abroncó a los demás: tenían que haber impuesto antes las nuevas restricciones

La Unión Europea intenta mantener prietas las filas de los 27 ante una segunda oleada de la pandemia que tiene un rasgo distintivo con respecto a la primera: ningún Estado miembro se está escapando esta vez de la subida de contagios, de la presión sobre los sistemas hospitalarios y del aumento de número de muertes. Unos más y otros menos, pero todos se están viendo afectados.

La única diferencia en los últimos días y semanas son las medidas que se toman para hacerle frente: mientras Francia (incidencia 680) volvió el miércoles a un confinamiento muy parecido al de primavera, Bélgica (1.498) cerró todo excepto comercios y escuelas y tomará nuevas medidas este viernes, los Países Bajos (771) esperan todavía decisiones del Gobierno y España (486) se está centrando en confinamientos perimetrales.

El presidente del Consejo Europeo, el ex primer ministro belga Charles Michel, dijo ayer a los dirigentes de los 27 que “cuando la marea está subiendo no tiene sentido discutir quién debe cerrar la compuerta”, pero que a la hora de cerrarla mejor ponerse de acuerdo. Crece así la presión para centralizar en parte la gestión de la pandemia. Michel también les dijo: “En el espacio de unas pocas semanas la situación ha escalado de preocupante a alarmante. Ahora debemos evitar una tragedia”.

Bronca de Merkel

Angela Merkel, según fuentes comunitarias, abroncó a los demás. Les dijo que habían fallado al no actuar antes para contener la segunda oleada de la pandemia, que la realidad política les impidió tomar esas medidas con antelación y que tenían que haber aprendido la lección de la primera oleada. Alemania aprobó un confinamiento light este miércoles cuando la incidencia de la enfermedad superó los 150 casos por 100.000 habitantes en 14 días, el límite que para Berlín marca la señal de alarma.

Bruselas propuso durante la reunión que los 27 acepten la validez de los tests realizados en cualquier Estado miembro y que haya un compromiso común de no cerrar fronteras internas en Europa para mantener el movimiento de los trabajadores transfronterizos (para algunos países, como Luxemburgo, son esenciales) y del transporte de mercancías.

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, les dijo al principio de la reunión que “la gente está legítimamente preocupada y cansada, pero necesitamos paciencia, disciplina y solidaridad para frenar la propagación del virus. Estamos trabajando duro en todos los aspectos de la crisis”. La presidenta también recomendó a los ciudadanos que “eviten los lugares cerrados y mal aireados”. No dijo nada de si debían dejar de subir al metro.

Estrategia europea de vacunación

Los 27 discutieron las estrategias nacionales de rastreo de contactos de contagiados y aceptaron una estrategia europea de vacunación para el día en que las vacunas empiecen a estar disponibles. Michel, contra la opinión de los expertos de su país –y de cualquier experto europeo al que en estos días se le ponga un micrófono delante- dio a entender en la víspera de la cumbre que una estrategia adecuada de tests a escala europea podría evitar los confinamientos domiciliarios.

Los directores de los hospitales belgas y los decanos de las facultades de Medicina del país advirtieron el jueves, en una columna conjunta publicada en varios medios, que sin un confinamiento domiciliario que podría llegar este viernes, el país se enfrenta “a la peor tragedia de su historia”. Bélgica cuenta 11.700 muertos por covid-19 (contando casos sospechosos sin test positivo, algo que ningún otro país europeo hace). En la Segunda Guerra Mundial murieron 12.100 civiles y 75.900 militares belgas.

Michel y Von der Leyen advirtieron que para que las vacunas se puedan administrar de forma masiva “falta mucho”, probablemente más de un año, pero que los 27 deben acordar ya una estrategia para saber a qué grupos de población se le administraría primero y no hacer promesas poco realistas. Michel añadió que la estrategia para la vacunación comprende cuatro asuntos: asegurar la distribución igualitaria entre los Estados miembros, intentar acordar qué grupos de población son prioritarios, las cuestiones logísticas y atender los miedos que una parte de la población tiene a las vacunas.

Los 27 aceptaron que esta videoconferencia centrada en el covid-19 se repita regularmente para que las medidas que vayan tomando sean lo más coherentes y coordinadas posibles, por ejemplo manteniendo por ahora las fronteras abiertas, al contrario de lo que se hizo en la primera oleada, cuando los Estados miembros, con la opinión de Bruselas, cerraron fronteras en pocos días.

Corredores seguros sin regiones seguras

Los 27 acordaron a principios de octubre no frenar los viajes entre regiones de Europea consideradas seguras y para ello se guiarían por el mapa que la Agencia Europea de Prevención y Control de Enfermedades está actualizando cada semana. El problema es que apenas queda un puñado de regiones que con los criterios de esa agencia puedan todavía considerarse seguras. Y sobre todo no queda ninguna en los grandes emisores turísticos: Reino Unido, Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos o Suecia. Ahora mismo, entre los ciudadanos de la UE, unos pocos finlandeses viven en regiones marcadas en verde.

A pesar de eso, Von der Leyen prometió que la Comisión presentará en noviembre un formulario “piloto” para que los viajeros lo presenten a su llegada a un aeropuerto europeo. Y a la vez, en una declaración que parece contradictoria, dijo que “los viajes innecesarios son inapropiados en la situación en la que nos encontramos”.

La videoconferencia se celebró apenas unas horas después de que el Banco Central Europeo calmara a los mercados asegurando que en diciembre tomará más medidas según cómo evolucione la situación epidemiológica y económica. Su presidenta, Christine Lagarde, enfatizó en conferencia de prensa desde Frankfurt que la segunda oleada puede provocar una recaída económica cuando en el segundo trimestre todas las economías habrían crecido con fuerza a pesar de la escuálida temporada turística.