Europa no quiere quedarse atrás en la carrera por las monedas digitales, a la que ya se lanzaron en modo de prueba la Reserva Federal estadounidense o el Banco Central de China. El Banco Central Europeo (BCE) publicó este viernes un informe en el asegura que empieza a analizar la posibilidad de crear un euro digital. El 12 de octubre pondrá en marcha una consulta pública al respecto.
La idea no es nueva pero se reforzó en Fráncfort desde el estallido de la pandemia: hay que fomentar, agilizar y hacer más seguros los métodos de pago sin contacto. En la introducción del documento del BCE, la presidenta del organismo monetario europeo, Christine Lagarde y uno de los miembros de su directorio, Fabio Panetta, aseguran que el papel del BCE “es asegurar la confianza en la moneda”, sea esta física o digital.
El plan es que de aquí a unos nueve meses haya una idea clara sobre cómo proceder, aunque ya hay apuntes generales. El BCE cree que debe ser el emisor único de un eventual euro digital como lo es de los euros físicos. El dinero que utilizamos actualmente por ejemplo cuando pagamos con una tarjeta de crédito o cuando hacemos una transferencia no lo emite el BCE sino los bancos comerciales.
El informe del BCE estima que un euro digital debería ser accesible a toda la ciudadanía como lo es el euro físico. El Eurosistema debe todavía decidir cómo funcionaría, pero si apostara por centralizar su gestión podría abrir la puerta a que los ciudadanos pudieran tener cuentas de euros digitales en el propio BCE.
La alternativa a ese modelo centralizado sería hacer que la banca comercial funcionara como intermediaria porque el BCE entiende que su papel no es competir con la banca comercial, a la que además debe cuidar “por razones de estabilidad financiera y debido a su importante papel en la transmisión de la política monetaria”.
Para que el euro digital se extienda entre la ciudadanía como el euro físico en primer lugar debe ser anónimo, según el informe del BCE. Cuando dejamos unos euros en efectivo en el bar para pagar el café no estamos dejando nuestro nombre. Tampoco sabe el bar quién compró el café aunque paguemos con tarjeta.
La forma de hacer anónimo el euro digital sería, apunta el informe, a través de tarjetas inteligentes o directamente desde los teléfonos móviles, que se “recargarían” con euros digitales.
El informe del BCE apunta a posibles escenarios en los que contar con un euro digital emitido y respaldado por el propio BCE sería de utilidad, como en los casos de que se reduzca más el uso de dinero físico o si “los otros medios de pago están indisponibles por acontecimientos extremos”. Entre esos eventos fuera de lo normal el BCE apunta a pandemias, catástrofes naturales o incluso ciberataques contra el sector financiero.
Panetta amplía la explicación en un blog del BCE: “Un euro digital podría evitar que un servicio de pago digital, emitido y controlado desde fuera de la Eurozona, suplante las soluciones de pago existentes, escenario que podría llegar a amenazar la estabilidad financiera o nuestra soberanía monetaria”.
Paneta también explica que un euro digital tendría que ser capaz de proveer acceso “a un medio de pago sin coste, simple, universalmente aceptado, sin riesgo y de confianza”. Asegura que no se trata de sustituir al dinero en efectivo, “sino de complementarlo porque juntos ofrecerían a la gente mayores opciones y acceso más fácil a medios de pago y ayudarían a la inclusión social”.
El miembro del directorio del BCE le ve incluso implicaciones geopolíticas: “Un euro digital haría al euro más atractivo para quienes viven fuera de la Eurozona, incrementando así el atractivo global y la robustez del sistema financiero europeo. También permitiría un combate más efectivo contra actividades ilegales como el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”.
Un euro digital podría además servir a la Unión Europea para evitar que sus empresas vivan con la amenaza de sanciones estadounidenses si hacen negocios con países a los que Estados Unidos aplica sanciones, como ha ocurrido en los últimos años desde que Donald Trump decidió sacar a su país del acuerdo nuclear iraní.
Las criptodivisas están lejos de lo que propone el BCE. Un euro digital tendría un valor fijo y equivalente a un euro físico mientras las criptodivisas —al estilo de Bitcoin— son especialmente volátiles. El euro digital tendría el mismo respaldo del BCE que el euro físico, algo con lo que las criptodivisas no podrán competir.
El pasado 11 de septiembre en Berlín, en una reunión en los márgenes de un Eurogrupo, los ministros de Economía y Finanzas de Alemania, España, Francia, Italia y Países Bajos (las cinco mayores economías del euro) firmaron una declaración común en la que exigían a la Comisión Europea que se asegure de que el único emisor de divisas en la Eurozona seguirá siendo el BCE y que no se permitirá la existencia de criptomonedas como la libra de la empresa estadounidense Facebook.
La declaración también decía que “ningún acuerdo relativo a las llamadas ‘stable coins´ (las criptomonedas que son indexadas a un euro o un dólar) debe socavar la estabilidad financiera, la seguridad y la eficiencia de los sistemas de pago, la competencia leal y el orden financiero y monetario existente, así como la soberanía monetaria de la Unión Europea”.
La vicepresidenta económica Nadia Calviño, firmante de aquella declaración, decía entonces: “Los ciudadanos tienen que estar seguros y sentirse protegidos por el sistema monetario que nos hemos dado a nosotros mismos”. Los ministros esperan que Bruselas presente una propuesta legislativa sobre criptomonedas en algún momento del primer trimestre de 2021.