Máxima tensión en el conflicto de Rusia y Ucrania. Frente a la ansiada vía diplomática, los tambores de guerra continúan resonando al paso del desfile militar de unas tropas que, pese a las voces que claman por el diálogo, se preparan ante la posibilidad de asumir el peor de los escenarios.
Estados Unidos y la OTAN ya han remitido su respuesta a las exigencias de Moscú, que fueron planteadas el pasado viernes en el marco del encuentro entre el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. El Kremlin dio un plazo de una semana tras plantear sus exigencias, y hoy ya hay una contestación: el rechazo a las exigencias de Vladimir Putin.
Para Rusia es condición absoluta que Ucrania no entre en la OTAN, y eso es inaceptable para Occidente. “Inaceptable”, tal como pronunciaba ayer el ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, cuando explicaba en el Congreso de los Diputados el despliegue de tropas para apoyar en la zona del Mar Negro, punto caliente en el conflicto. "Rusia viola la legalidad internacional y es una amenaza para la paz", subrayó, dejando clara la línea común en la Alianza Atlántica.
La situación es compleja y exige, con multitud de intereses en juego que pueden afectar dramáticamente también a la economía, mantener a salvo las gestiones diplomáticas, todavía en marcha pese a la creciente tensión bélica.
Estados Unidos no acepta la condición de Rusia para que Ucrania no entre en la OTAN. No hay acercamiento para evitar un conflicto armado en el país liderado por Volodímir Zelenski, pero todos los esfuerzos quieren pasar por ello. EEUU y la OTAN han anunciado este miércoles que han entregado a Moscú sus propuestas por escrito para disuadirle de llevar a cabo una eventual invasión, y en esa misiva, a grandes rasgos, se dice que Ucrania debe ser libre para elegir a quién quiere como aliado.
El secretario de Estado, Antony Blinken, ha explicado que el documento reitera el apoyo a la soberanía de Ucrania y que la OTAN tiene la puerta abierta; y eso no voy a cambiar. Ahora bien, proponen negociar en otras áreas, y dice que hay un camino diplomático hacia adelante, mientras señala que esta respuesta está coordinada con los aliados europeos y ahora todo depende de la decisión de Rusia con Washington preparado para todo.
Rusia, por su parte, también había pedido a la OTAN que se comprometiera, por escrito, a renunciar, entre otras cosas, a su expansión hacia el este de Europa. Y sobre este asunto también hay una respuesta de la Alianza Atlántica a Moscú: en la misma línea, señalan que hay margen para el diálogo y la negociación, por ejemplo, en materia de control y posesión de armas y misiles, pero lo importante, lo que pedía Rusia, ha vuelto a quedar rechazado. Es decir, la OTAN no renuncia ni va a renunciar a la ampliación de su organización y seguirá hablando con los países de Europa del este.
Así, la Alianza Atlántica vuelve a recordar que está preparada para lo peor y que tiene capacidad de movilizar 5.000 tropas en los próximos días.
Mientras, Rusia, que sigue exhibiendo su poder militar, está reduciendo significativamente la cantidad de dólares en sus reservas de divisas en previsión de que Estados Unidos les pueda prohibir operar con el dólar si finalmente deciden atacar en Ucrania.
Eso se suma a la alta concentración de tropas rusas junto a la frontera con su país vecino, y es que el Kremlin iza sus banderas y orienta sus radares también en el Mar Negro, que domina por completo desde que invadió Crimea y se la arrebató a Ucrania por la fuerza hace ocho años.
Veinte barcos de guerra realizan ahora maniobras militares. También las hay en el Ártico. Rusia parece querer jugar a "globalizar" la tensión.
Hoy ha enviado a la vecina Bielorrusia misiles tierra-aire y un escuadrón de cazabombarderos.
Estados Unidos por su parte, ha enviado rumbo a Ucrania un nuevo avión de carga con equipamiento militar. En los últimos ocho años ha armado al país con material valorado en 2.500 millones de euros. Washington cree que Putin tiene una fecha en mente para la invasión: sería después de los Juegos Olímpicos de Pekín, que no querría deslucir a China.
Es decir, a mediados de febrero, antes de que el ‘general invierno’ dé paso al ‘mariscal barro’; ese momento en el que el hielo se funda y el lodazal impida el desplazamiento de los blindados. Rusia sabe mejor que nadie que no es una cuestión menor, y es que con esto paró los pies hace ochenta años a Adolf Hitler.