Son horas críticas en Mariúpol. Rusia ha cambiado de estrategia en la guerra de Ucrania. En lugar de tomar al asalto la siderúrgica de la ciudad, la acería donde permanecen los últimos de Mariúpol, ahora asegura que ha sellado las entradas para que nadie pueda entrar ni salir del complejo. El Kremlin dice que ha tomado el control del resto de la ciudad, una toma que no reconocen ni EEUU, ni Ucrania.
Las instalaciones de la acería de Mariúpol pueden convertirse en una trampa mortal para los cientos de soldados y civiles que siguen en el interior, sin posibilidad de recibir suministros.
Ayer, tras una de las últimas embestidas contra la planra de Azovstal, Rusia daba por conquistada Mariúpol y como tal lo celebraban las tropas chechenas.
Con la puesta en escena de los chechenos, Vladimir Putin se ha adjudicado la victoria en la ciudad portuaria y ha ordenado suspender los ataques, aunque mantiendo el bloqueo a la acería.
La opción para el Kremlin es que quienes estén allí dentro solo puedan rendirse o morir de inanición. Vladimir Putin no quiere "que escape ni una mosca".
Para Estados Unidos esto es solamente un show. La Casa Blanca niega la toma de Mariúpol. Tampoco Ucrania la reconoce. No hay triunfo posible, mientras queden soldados en pie, dicen.
Intercambiar a las personas que permanecen atrincheradas en la planta industrial por prisioneros rusos sigue siendo el objetivo para el alcalde de la ciudad. Sus vidas están ahora en manos de una sola persona Vladimir Putin, al que compara con Hitler tras hallar una nueva fosa común a las afueras de Mariúpol. Dónde podría haber unos 9.000 cadáveres.
La vida vencerá a la muerte ha dicho el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que pedía un alto al fuego para este domingo, por la celebración de la pascua ortodoxa. Tregua que el Kremlin ha rechazado.