Desde que Donald Trump anunció su positivo y el de su mujer Melania en coronavirus, las informaciones sobre su estado de salud han ido desde los peores pronósticos hasta los más esperanzadores.
Así, este mismo lunes el presidente estadounidense salía a las puertas del hospital a dar un paseo en coche para saludar a algunos de sus seguidores allí presentes y tratar de atajar los rumores sobre su crítico estado de salud.
Pero su aparición no ha sido suficiente para resolver todas las dudas que envuelven su contagio. Todo parece indicar que el mandatario se contagió en el acto celebrado el pasado 26 de septiembre, donde presentó a la jueza Amy Coney Barrett como su candidata para ser juez adjunta de la Corte Suprema en una ceremonia en el jardín de rosas de la Casa Blanca en Washington.
Tras conocer el posible origen de su infección, las siguientes incógnitas se basan en su estado de salud. El sábado saltaban todas las alarmas: el estado de salud del líder republicano era "muy preocupante", según informaban fuentes de la Casa Blanca.
Sin embargo, solo un día después, era el propio presidente el que trataba de poner fin a los rumores con una aparición, a través de un vídeo publicado en Twitter, donde se le podía ver teletrabajando y donde aseguraba encontrarse "mucho mejor".
El siguiente punto clave se basa en su tratamiento: está siendo tratado, entre otros medicamentos, con dexametasona, que normalmente está reservada para casos muy graves de coronavirus, lo que vuelve a abrir el debate sobre su estado de salud.
La dexametasona es un corticosteroide que se ha estado utilizando para el tratamiento de pacientes con Covid-19. Se trata de una alternativa eficaz para el tratamiento en adultos y adolescentes mayores de 12 años con neumonía que requiere oxígeno, incluyendo aquellos que requieren suplemento de oxígeno hasta aquellos que requieren ventilación mecánica.
El médico personal del presidente, Sean Conley, reconoció este domingo en su parte médico que hay "altibajos", pero el equipo que atiende al presidente está "extremadamente feliz" con los progresos desde la hospitalización.
El presidente registró el sábado un segundo episodio en el que el nivel del oxígeno en sangre cayó a cerca del 90 %, aunque no aclaró si, como sucedió el viernes, el mandatario requirió oxígeno suplementario.
"Como con cualquier enfermedad hay altibajos, especialmente cuando el paciente está siendo observado muy de cerca durante 24 horas", explicó Conley, quien reveló que han ampliado el tratamiento y desde ayer a Trump se le suministra el esteroide Dexametasona en respuesta a las caídas en al saturación de oxígeno, que nunca fueron inferiores al 90 %.
Conley, que el sábado sembró dudas con un parte médico confuso al que se sumaron declaraciones desde la Casa Blanca contradictorias, justificó su resistencia a confirmar que Trump había recibido oxígeno el viernes antes de ser trasladado al hospital porque no quería ensombrecer el mensaje de que el mandatario había experimentando una muy significante mejoría.