Asomarse a las principales cabeceras alemanes de la prensa este lunes implica ver a los líderes de opinión germanos aceptando la nueva era histórica brutalmente abierta por el presidente ruso Vladimir Putin al invadir Crimea el jueves de la semana pasada. Incluso las firmas de los diarios habitualmente más críticos con el canciller alemán Olaf Scholz estaban obligados a aprobar de una forma u otra las últimas decisiones del Ejecutivo teutón.
“Por fin. Con esas sencillas palabras se puede decir. Con la declaración del Gobierno del domingo, por fin llegaron las palabras que se necesitaban”, escribía en el editorial de su portada el diario conservador Die Welt. Se refería al conjunto de decisiones anunciadas por Scholz el domingo en la sesión extraordinaria del Bundestag con las que las políticas de Defensa, Exteriores y Energía de Alemania han cambiado de forma radical.
Decidiendo ampliar ostensiblemente el gasto en defensa – con la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros y la voluntad de llegar al 2% del PIB del gasto en defensa –, el envío de armas en apoyo a Ucrania, el apoyo a las sanciones contra Rusia, la promoción de dos terminales para la entrada de gas líquido para independizarse del gas natural ruso y el rechazo a ser naïf, el papel internacional de Alemania ha cambiado drásticamente.
De hecho, en Berlín se habla de “una nueva era”. La llegada de este nuevo tiempo no es algo deseado por Scholz.
El diario berlinés Die Tageszeitung – de línea editorial cercana al partido Los Verdes – señalaba con tono crítico que Scholz se ha convertido en “un canciller de la guerra”, dado que las armas que mandará Alemania a Ucrania van a servir para defender activamente al país que está sufriendo estos días una invasión por Rusia.
Sin embargo, también en el editorial donde se pone esa etiqueta a Scholz se dice que todo esto es “responsabilidad de Vladimir Putin”. Además, se reconoce en ese diario que “no abandonar a Ucrania, mandando finalmente arma, aislando económicamente a Rusia, cortar a los oligarcas rusos y a Putin de sus activos y fortalecer la defensa europea, es lo correcto”.
También el periódico progresista editado en Múnich Süddeutsche Zeitung, mientras que el popular diario Bild, el más leído del país, calificaba el discurso del canciller como “histórico”.
En el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung se atrevían a plantear en uno de sus editoriales de este lunes que “si no sonara cínico, casi habría que estar agradecido al presidente ruso” por hacer que la “política de Seguridad y de Asuntos Exteriores haya tocado tierra” en Alemana, porque antes se encontraba en “las nubes”.
En las calles alemanas, ya se han visto decenas de miles de personas en apoyo a Ucrania. El domingo, en Berlín, una manifestación con el lema “¡Paren la guerra! Paz para Ucrania y Europa”, reunía, según los organizadores medio millón de personas.
La policía contaría por debajo de 100.000 personas, pero lo relevante es que se ha visto “una enorme cantidad de gente en las calles de Berlín y otras grandes ciudades para pedir que se haga algo respecto a lo que pasa en Ucrania”, dice a NIUS Marina Henke, Directora del Centro para la Seguridad Internacional de la Herthie School of Governance, un prestigioso centro académico de la capital alemana.
“Hay un auténtico movimiento de la gente en Alemania diciendo que lo que está pasando en Ucrania ha de detenerse y tenemos que jugar un papel significante como país”, abunda Henke. Este lunes, decenas de personas tomaban las calles de Colonia (oeste). Allí en vez de celebrar el carnaval en esta jornada, se mostraba apoyo a Ucrania.
Obviamente, dado que según ella el cambio operado por Scholz y compañía este fin de semana es “incluso revolucionario” en términos políticos, los alemanes “están viendo todo esto con algo de extrañeza, pero no hay oposición, al menos por el momento”.
Este lunes había materias primas que llegan desde Rusia mostraban precios al alza, en las gasolineras por ejemplo. Pero no parecía pasar lo mismo con el hidrocarburo por el que tiene que preocuparse Alemania: el gas natural ruso.
Según podía leerse este lunes en el diario económico alemán Handelsblatt, “paradójicamente” y, de momento, las exportaciones rusas de gas a Europa están creciendo porque actualmente ese hidrocarburo tiene mejor precio que el que se adquiere en otros mercados. El país de Scholz depende del gas ruso para mantener en funcionamiento las calefacciones de los hogares y la poderosa industria de la que es la mayor economía del 'viejo continente'. Entre tanto, las reservas de gas alemanas están al 30%, según estimaciones recientes.
Alemania quiere salir de esa relación energética de dependencia con Rusia, según lo presentado por los responsables del Gobierno alemán este fin de semana. Esto ya se intuía cuando la semana pasada Scholz congelaba la certificación del Nord Stream 2, el gasoducto que une directamente a Rusia y Alemania por el mar Báltico. Scholz hablaba el domingo en el Bundestag de la “rápida construcción” de dos terminales de gas líquido, en Brundsbüttel y Wilhelmshaven. Sobre dos empresas alemanas, German LNG y Uniper, ha recaído dicha tarea.
Por su parte, el ministro de Economía, el ecologista Robertk Habeck, está realizando un "análisis sobre la seguridad del suministro de energía", según los términos de Scholz. Alemania ha pasado en un fin de semana de depender del gas ruso a tener a su élite política buscando el camino hacia la "independencia energética".
"El auténtico camino hacia la independencia energética es la salida de las energías fósiles", según recuerda ahora Habeck. En esta lógica también está alineado el partido liberal alemán, el FDP, cuyo líder y ministro de Hacienda, Christian Lindner, decía el domingo que las energías renovables son las "energías de la libertad".
Alemania tiene previsto seguir avanzando en la descarbonización de su economía y convertirse en un país "neutral" desde un punto de vista de las emisiones de dióxido de carbono en 2045. Esto lo recordaba el propio Scholz en el Bundestag el domingo.
El actual rechazo a la independencia del gas ruso obliga, según apuntan en el Gobierno alemán, a no tener "tabúes" en la búsqueda de la "libertad energética". Con todo, el país no parece dispuesto a replantearse su salida de la energía atómica - prevista para este año - ni del carbón. Ésta última, la coalición semáforo que lidera Scholz la quiere ver hecha realidad en 2038.
La preocupación por un eventual cierre del grifo del gas ruso a Europa y la alarma generada por la invasión de Rusia a Ucrania va obviamente más allá de las fronteras alemanas. La preocupación y alarmas alemanas son también nórdicas. Dos países no miembros de la OTAN como Suecia y Finlandia también tienen por qué percibir con esas sensaciones la brutal agresividad rusa.
Por eso en Suecia también se ha roto un tabú – como en Alemania – cuando el domingo se informaba de la decisión del Ejecutivo de ese país nórdico de querer enviar 5.000 armas anti-tanque, 5.000 cascos militares, 5.000 chalecos antibalas y 135.000 raciones de combate. Según ha explicado a NIUS Matti Pesu, experto en cuestiones de seguridad del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, tradicionalente, los países nórdicos no exportaban armas ni material militar a zonas de conflicto.
No obstante, la invasión a Rusia cambia esa tradición. De ahí que Finlandia haya dado a Estonia su permiso a Estonia para poder exportar artillería y munición que antes era propiedad finlandesa a Ucrania. Además, este fin de semana el Gobierno de Finlandia anunciaba el envío de 2.000 chalecos antibalas, 2.000 cascos militares y 100 camas y equipo para emergencias médicas.
“Suecia tiene la tradición de neutralidad, al igual que Finlandia, pero ahora están apoyando a las fuerzas ucranianas. Pero lo importante aquí es que tienen miedo. No es que crean que vayan a ser atacados en dos semanas. Pero les preocupa qué va a pasar en dos años, en cinco años, o en diez años”, explica Henke desde el Centro para la Seguridad Internacional de la Herthie School of Governance.
“En el futuro, puede que Putin no esté más en el poder en Rusia, pero por mucho que se pueda imaginar que en el futuro Rusia pase a ser parte de la comunidad de naciones democráticas europeas, también es imaginable el seguir teniendo un país hostil con armas nucleares, totalmente arruinado económicamente pero fuertemente armado”, abunda Henke.
Por ello, la exposición de Finlandia y Suecia, países a los que ahora más que nunca pare razonable que interese ser integrados en la OTAN, ha convertido la guerra en Ucrania en un problema “no sólo del este de Europa, sino un problema nórdico y escandinavo”, según Henke.
Esto explica que Noruega, país nórdico que sí forma parte de la OTAN, se haya activado tras el inicio de la invasión a Ucrania en su apoyo al país víctima del ataque ruso. El domingo, también el Gobierno noruego decía enviar cascos militares y chalecos anti-balas con destino a Ucrania.
Noruega también apoya las sanciones contra Rusia. Pero más que destacable es que en este país es la decisión del Ministerio de Hacienda haya solicitado al Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega que frene todas sus inversiones en Rusia y que de hecho, se “deshaga de sus activos rusos”. Ese fondo de pensiones es conocido a nivel mundial por ser el mayor fondo soberano de la economía global.