El historiador ucraniano Serhy Yekelchyk (Kiev, 1966) pasa por ser uno de los mejores conocedores de la historia contemporánea de su país.
Muy respetado por sus pares especialistas en historia de Ucrania y Rusia, en Yeckelchyk pensó la prestigiosa editorial británica Oxford University Press para que escribiera uno de esos libros que presentan un país en tiempos de crisis como la actual guerra que libra Vladimir Putin contra los ucranianos. Ese libro se llama Ukraine: What Everyone Needs to Know o “Ucrania: lo que todo el mundo tiene que saber”.
La primera edición data de 2015, justo un año después de la anexión rusa de Crimea y de que estallara el conflicto en el Dombás. La segunda edición veía la luz en 2020. Otro reputado historiador, Serhii Plokhy, historiador de la prestigiosa Universidad de Harvard (Estados Unidos), ha descrito ese libro como una obra “excepcionalmente importante” por responder a muchas de las preguntas de un conflicto reavivado con la brutal invasión rusa que comenzaba el jueves.
Sobre el conflicto, sus implicaciones para Ucrania y el resto de Europa, entre otras cosas, Yekelchyk se explica en esta entrevista con NIUS de forma tranquila, tomándose su tiempo, aunque su país esté siendo víctima de un ataque como no se había visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
A su entender, que se hayan demostrado ciertos los cálculos de la inteligencia estadounidense y británica sobre las intenciones invasoras de Putin “es deprimente”. “Porque lo que describían en sus informes de inteligencia era una gran guerra, como la de la Segunda Guerra Mundial”, dice Yekelchyk, profesor en la Universidad de Victoria, en Canadá, donde es presidente de la Asociación Canadiense de Estudios sobre Ucrania.
P: Usted publicó un libro sobre Ucrania en la serie de la editorial Oxford University Press titulada “Todo lo que todo el mundo debe saber”. ¿Qué hay que saber del conflicto en Ucrania para hacerse una idea de lo que esta pasando?
La historia. La historia es una parte importante de este conflicto. Es difícil resumirlo brevemente. Pero si tuviera que hacerlo en una sola frase, yo diría lo siguiente: Hay una diferencia entre cómo Ucrania y Rusia miran el pasado que tienen en común. Rusia cree que en ese pasado Rusia y Ucrania fueron dos pueblos que vivían juntos fraternalmente, tan fraternalmente que, básicamente, son el mismo pueblo. Por otro lado, los ucranianos creen de manera mayoritaria que Rusia fue un imperio opresor y que, de hecho, lo sigue siendo.
Así que, cuando hay una diferencia de este tipo, esto es muy difícil de reconciliar. Porque una parte del conflicto, la parte rusa, dice: “somos el mismo pueblo”. Y la otra dice: “no, no quiero tu abrazo fraternal”. Lo que yo sospecho es que Putin no está al corriente de esto. Él cree que el Ejército ruso iba a ser bienvenido en Ucrania. Pero es muy difícil persuadir a un dictador de que su visión del mundo está equivocada. En general, los dictadores sólo se dan cuenta al final de que su idea del mundo está equivocada, porque nadie les lleva la contraria.
P: ¿Podría poner un ejemplo de cómo se manifiesta esa diferencia del modo de ver el pasado común?
Una buena señal de cómo se ve la historia en ambos países es que, en Rusia, a Joseph Stalin se le considera una gran figura histórica, mientras que en Ucrania los sondeos muestran que a Stalin se le ve como un tirano sanguinario, que es en lo que en realidad fue. En el pasado, sí, hubo una cantidad significativa de gente que sí pensaban que los ucranianos y los rusos éramos el mismo pueblo. O que nosotros, los ucranianos, pertenecíamos a los pueblos soviéticos. Pero esa categoría de gente está desapareciendo, entre otras cosas, por la guerra, que lleva en marcha ya ocho años, desde la ocupación de Crimea y parte de la región del Dombás.
P: ¿Hasta qué punto la agresión militar que comenzaba el jueves es una continuación de lo que pasó en 2014?
Lo es. Y lo que pasó en 2014 es hasta cierto punto una continuación de lo que pasó en Rusia en 2011. Estamos ante la misma cadena de acontecimientos. En 2011, Rusia vio protestas masivas en grandes ciudades contra la perpetuación den el poder de Putin y Dimitry Medvedev [primer ministro ruso entre 2012 y 2020 y presidente de Rusia entre 2008 y 2012, ndlr.]. Creo que, entonces, la gente de la administración rusa se quedó en estado de shock cuando vieron a gente en la calle en Moscú y en San Petersburgo protestando. Pensaban que algo así no ocurriría jamás en Rusia, que eso era algo que sólo ocurría en otros países. Y cuando en 2013 llegó la revolución ucraniana, en la que un presidente prorruso tuvo que abandonar el país, eso fue, para los líderes rusos, la misma cadena de acontecimientos. No es sólo que Ucrania esté haciendo algo, es que la democracia se aproxima a Rusia.
Porque no hay que perder de vista que, en Rusia, la democracia no es bienvenida. En Rusia, se prefiere hablar de “democracia-soberana”, del mismo modo que hablan de “Internet soberano”. Soberanía democrática en Rusia significa que el estado es todo. Y el “Internet soberano” es un Internet cortado del resto del mundo. En estas expresiones, el término “soberanía” se emplea para aludir al estado ruso. Así que básicamente, en 2013, lo que se vio en Moscú fue que Occidente está acercándose a Rusia. Por eso, en la lógica de Putin, hay que atacar a Ucrania: para evitar que sea un éxito económico, político y un país libre. Porque eso sería un mal ejemplo para la Rusia de Putin, que no quiere ver protestas como las de 2011.
P: Hay un aspecto sobre el conflicto que conviene aclarar. En Ucrania no hay un conflicto entre rusoparlantes y las autoridades de Kiev. De hecho, hay soldados ucranianos rusoparlantes. ¿No es así?
El conflicto suele verse como una cuestión de nacionalismo étnico. Es decir, si eres de etnia rusa y rusoparlante, entonces debes ser alguien que apoya a Putin. La realidad es más compleja que eso. Rusia es una federación que incluye una serie de minorías, algunas de ellas muy pro-Putin. En Ucrania hay minorías rusoparlantes que, aunque no sean de etnia rusa, fueron asimiladas en tiempos de la Unión Soviética. Pero el problema aquí es que hay una nación política ucraniana. Tome el ejemplo de Estados Unidos y Reino Unido. Ambos países comparten la lengua y parte de la cultura política. Pero son dos naciones políticas muy diferentes desde la revolución de Estados Unidos. Esto es lo que pasa en Ucrania también. Una gran proporción de rusos viviendo en Ucrania se consideran parte de la nación política ucraniana y no se identifican con la dictadura de Putin. Prefieren la nación política ucraniana, con todo lo caótica o imperfecta que pueda ser.
Porque, pese a todo, en Ucrania hay un régimen democrático. Hay cambios en la presidencia del país. Hay una oposición en el Parlamento y también hay una oposición mediática. Sin embargo, la versión de esto que uno tiene en Rusia es que una vez que hablas ruso, incluso si no eres étnicamente ruso, entonces eres parte del mundo ruso. Por eso Rusia tiene una larga historia de intervenciones en otros estados para proteger a quienes hablan ruso. En resumen, es cierto que Ucrania es un país – salvo en el oeste – bilingüe, y que muchos de los soldados ucranianos hablan ruso. Esto es algo que se puede observar, por ejemplo, en redes sociales. Durante ocho años lleva habiendo enfrentamientos en el este del país y ahí los soldados, con sus smartphones, han dejado claro que los hay que hablan ruso pero que son comprometidos soldados con Ucrania, porque forman parte de la nación política ucraniana y se identifican con Europa. Y esto último también es un problema.
P: ¿Por qué?
Porque se ve a la Unión Europea como un sueño, y no saben lo que es de verdad. Creen que es una estructura política maravillosa que hace que todo el mundo sea feliz. No ven una enorme burocracia que impondría grandes limitaciones a Ucrania para ser miembro de la UE. Lo que pienso es que lo más problemático es que Ucrania ni siquiera es bienvenida a la UE o la OTAN. La OTAN nunca extendió una invitación a Ucrania para, eventualmente, ser admitida. Y, sin embargo, esta guerra de ahora se está haciendo, supuestamente, porque los ucranianos deseaban entrar en la OTAN y el deseo de la OTAN de incluir a Ucrania.
P: Otros argumentos que ha utilizado Putin para justificar su ataque son la “desnazificación” del país o el evitar un “genocidio”. ¿Qué opina usted de esto?
Esa es una visión particular del mundo que está siendo producida por los medios de comunicación rusos. Un tema importante que hay que entender es que Rusia acusa a Ucrania de ser un estado neonazi o un estado nazi. Pero Ucrania, para empezar, tiene un presidente judío. Su abuelo luchó en la Segunda Guerra Mundial con el Ejército Rojo. Segundo, si uno ve el argumento de por qué Ucrania se ve en Rusia como un estado nazi es que es un estado creado por Occidente. Para llegar a esto hay que revisar toda la historia. Los ucranianos están siendo apoyados por Estados Unidos y Europa y, por eso, estadounidenses y europeos están del lado de los nazis.
Pero es que incluso si uno hace encuestas entre los rusos sobre quién estuvo con quién en la Segunda Guerra Mundial, están confundidos, porque el Estado ruso les enseña ahora que Occidente es el enemigo, tal y como ocurrió con Hitler. Es una historia extremadamente extraña. Pero, en la lógica de Putin, es muy conveniente, porque sitúa a Rusia en el lado de la verdad y del lado correcto, mientras que Ucrania está, junto a la UE, la OTAN y Estados Unidos, en el lado de los nazis. Así es como presentan las cosas los medios rusos. Por supuesto, todo esto es ridículo. Sólo hay un pequeño grupo de radicales nacionalistas en Ucrania que usan símbolos nazis. Pero en Europa hay muchos más nacionalistas radicales. Están en los parlamentos o los dominan incluso. Pero esto no ocurre en Ucrania. En Ucrania, estos radicales no consiguen mas del 2% en las elecciones.
P: ¿Y la población rusa cree todas esas cosas?
Es difícil de saber. Porque Rusia no tiene oposición en el Parlamento ni tiene oposición mediática. Por eso, los sondeos de opinión pueden no ajustarse a la realidad. Porque quienes responden tienen miedo. Como usted sabe, en Rusia, los periodistas desaparecen, los políticos opositores son envenenados, o desaparecen, o acaban en prisión. En este tipo de país, uno asume que, cuando te preguntan en una encuesta, no sólo te pregunta la agencia que hace el sondeo, sino que el Estado está escuchando también lo que estás diciendo. Hay, por tanto, estudios de opinión pública que están muy alejados de la realidad. Como los medios de comunicación rusos, donde se escriben cosas como que si vas a vivir a Occidente te van a forzar a casarte en un matrimonio homosexual. En realidad, Putin quiere enfrentarse con todo Occidente.
P: No es sólo Ucrania...
Esto da miedo. Porque Putin está pensando en una gran guerra. Y es muy difícil saber si queda alguna voz racional entre la gente de su confianza, si es que hay gente en la que confía. Ucrania está siendo utilizada por Rusia como una zona delegada. La propaganda rusa desde hace décadas siempre ha ido desde hace años sobre el “maléfico Occidente y la OTAN”. Pero, en realidad, no pueden enfrentarse a la OTAN militarmente, porque perdería de forma muy rápida. Por eso, eligen al país que está más cerca, que no forma parte de la OTAN y que formó parte de imperio, sabiendo también que a muchos rusos les gustará la idea de incorporar Ucrania al territorio. Por eso, la guerra en Ucrania es sobre algo más grande que Ucrania. Y esto me da pena por mi país. Porque Putin quiere mostrar en Ucrania cómo puede derrotar a Occidente, aunque esté luchando contra Ucrania, que no es Occidente. En la prensa rusa, que estoy leyendo estos días, ya están celebrando la victoria de Rusia sobre la OTAN.
P: ¿Le sorprendió la escala del ataque?
Yo creo que los servicios de inteligencia de Estados Unidos predijeron hasta el último detalle de lo que iba a pasar. Lo que pasa es que la gente no está moralmente preparada para creer al cien por cien a la inteligencia de Estados Unidos y del Reino Unido. Pero justo lo que está pasando es lo que predijeron. A saber, ataques con misiles en varias ciudades, invasión y tentativas de tomar control de los aeropuertos alrededor de Kiev. Esto muestra que Estados Unidos y el Reino Unido saben cosas.
Igual que cuando los diplomáticos estadounidenses estaban avisados para no pasar noches en Leópolis, donde tenían la representación diplomática. Antes de que comenzara la invasión, los diplomáticos estadounidenses dormían en Polonia e iban a trabajar a Leópolis, que está muy cerca de la frontera con Polonia. Sin embargo, que estadounidenses y británicos tengan razón en lo que sabían es deprimente. Porque lo que describían en sus informes de inteligencia era una gran guerra, como la de la Segunda Guerra Mundial. Y hay poco que se pueda hacer. Queda la esperanza de que, a medida que se acumulan los muertos de lado Rusia, allí se genere un movimiento de protesta anti-guerra.
P: ¿Qué se ha hecho mal para que estemos asistiendo a este conflicto armado a gran escala?
Hay dos respuestas a eso. La primera, sobre lo que está pasando en los primeros momentos de la guerra. La primera es sobre la habilidad de Rusia de controlar el espacio aéreo. Occidente no facilitó suficiente apoyo al Ejército de Ucrania en los últimos años en esto. El apoyo siempre fue en cuestión de material pequeño y fácil de mover. A saber, rifles, fusiles de asalto, armas para usar contra helicópteros. Pero nunca hubo apoyo en una guerra de nuestros días. Las guerras contemporáneas se ganan con el control del espacio aéreo. Para eso hacen falta radares y misiles.
Y aquí, lo que tienen los ucranianos es material militar soviético que no ha sido modernizado. Los rusos sí que han modernizado sus equipos aéreos. No tener el control aéreo es algo realmente malo. Porque esto significa que pueden acabar aterrizando con tropas cerca de la capital y atacar la capital. Habría sido bueno, tras lo ocurrido en 2014, año en que Ucrania pasó a ser el enemigo número uno de Rusia, apoyar con material que pudiera evitar esto con defensas anti-aéreas y misiles. Eso no habría sido muy difícil y habría servido para disuadir. Lo que pasa ahora es que Ucrania tiene suficiente gente para defender el país, lo que no tiene son armas lo suficientemente modernas. Eso fue un error, el no ayudar a preparar el Ejército para una guerra moderna.
P: ¿Y la segunda respuesta?
Occidente nunca se tomó en serio que Ucrania representa el sueño europeo. Porque todas las acciones de Occidente desde 2014 han sido sobre dictar al país lo que hay que hacer, fundamentalmente luchar contra la corrupción. Eso está bien, porque a los ucranianos no nos gusta la corrupción. Pero las consecuencias de todo eso fueron muy malas para la economía. Por ejemplo, una de las demandas que se hacía era subir el precio del gas, para así ajustarse a los estándares occidentales. Pero Ucrania no se puede permitir esos precios. Al final, mucha de la ayuda financiera que ha recibido el país ha terminado beneficiando a los oligarcas del país. Ahora está por ver cuántos ucranianos están comprometidos con el sueño europeo.
Ahora podría haber un sentimiento de que Ucrania no se está beneficiando de Occidente. Me pregunto cómo afecta todo esto a las aspiraciones europeas del país. Tenga en cuenta que el líder occidental más querido en Ucrania ahora mismo es el primer ministro británico, Boris Johnson. Alguien que ha podido reaccionar de manera firme, tal vez, y precisamente, porque su país ya no forma parte de la Unión Europea. Johnson sería el monarca de Ucrania si los ucranianos tuvieran que elegirlo hoy mismo.
P: Y ahora, ¿Cómo puede ayudar Occidente?
Estoy seguro de que la OTAN no quiere dar a Rusia un pretexto para decir que la OTAN está involucrada. Ahora mismo, lo que está pasando recuerda a la historia de la Guerra Civil española. Hay cuatro columnas rusas dirigiéndose a Madrid, en este caso Kiev, y además está la quinta columna. Ahora que la guerra ha comenzado, lo único que se puede hacer es poner en marcha mecanismos diplomáticos y sanciones. Pero hacen falta sanciones que funcionen, no como las anteriores. En Ucrania y en Occidente dicen, oficialmente, que las sanciones funcionaron. Pero eso no es así. Porque la gente en Rusia, toda, recuerda la década de los años noventa, que fue muy dura. También recuerdan los días del comunismo en los que la gente tenía que hacer colas para obtener comida.
Ahora, lo que están experimentando no es gran cosa. Los rusos saben lo que es el hambre. Hasta ahora, las sanciones no afectaron a la clase dirigente del país. Por eso han seguido comprando casas en Europa, por ejemplo. Por ejemplo, la hija del ministro de Asuntos Exteriores de Putin, Sergei Lavrov, vive en Estados Unidos, disfrutando de los lujos capitalistas que denuncia su padre. Esto pasa con todas las élites rusas. Yo no creo que la élite se haya visto afectada por las sanciones. Tampoco la clase media de Rusia, a la que le va bastante bien, pues tenga en cuenta que Rusia tiene de todo desde un punto de vista de riquezas minerales. La clase media rusa tiende a estar en la oposición, pero el régimen les facilita unas condiciones de vida a cambio de no ser pro-occidental.
P: Se habla mucho de echar a Rusia del sistema del sistema SWIFT, organización responsable de la red internacional de comunicación y pagos entre bancos y entidades financieras.
Eso podría tener una influencia de un gran número de personas y, lo siento, pero queremos que haya un gran círculo de personas que se vea afectado por esto. De lo contrario, Putin seguirá atacando a países alrededor de Rusia. Y servirá de ejemplo para otros países, como China, que está mirando con mucho cuidado a lo que está haciendo Putin pues China está pensando en Taiwán. Y bueno, hay regímenes en todo el mundo que están mirando si pueden o no salirse con la suya con una invasión. Otros regímenes querrán hacer lo mismo si eso es así. Y, lo siento, pero Europa será responsable. Porque Europa ha querido tanto el gas ruso y el dinero de Rusia – pues tantos rusos han comprado mansiones en Europa, inmuebles en Londres, etcétrea.
P: Entre tanto, da la impresión de que Ucrania tiene como única y última esperanza la resistencia y la movilización de esos reservistas, que son cerca de un millón.
Sí, al final es eso. Durante años, Occidente animó a Ucrania a diferenciarse de Rusia y ahora que ataca Rusia, le toca a los ucranianos defenderse. Si pueden resistir, las cosas cambiarán. Pero ya le he dicho, el control del espacio aéreo es crucial. Y Rusia ha advertido informal y formalmente de que están preparados para atacar a cualquier país occidental, posiblemente con armas nucleares. Que Putin diga eso, terminando uno de sus últimos mensajes con un “espero que me hayan escuchando”, es una amenaza que no se había visto desde la Guerra Fría. Básicamente, estamos de vuelta a la Guerra Fría. Pero además, Putin ha dicho que quiere “desnazificar” el país. Dado que no hay tantos nazis en Ucrania, ¿Significa eso que va a ir a por los activistas pro-derechos humanos?¿Periodistas?. La cuestión, ante todo esto, es si las sanciones serán suficientes. Yo tengo mis dudas de que sea suficiente.
P: Pero si no es suficiente, ¿Se quedará entonces Putin con Rusia?
Y no se quedará en Ucrania. El próximo paso es Moldavia, que tiene un enclave separatista pro-ruso, Transnistria. Y Putin también quiere atacar a los países bálticos, pero son miembros de la OTAN. Y también Polonia. Así que la cuestión es si Putin está tan loco como para dar esos pasos. Y qué pasara con la OTAN si Putin decide atacar a los países bálticos.
P: ¿Y cómo ve usted el papel del presidente de Estados Unidos, Joe Biden?
Mucha gente se enfadó cuando se hizo público que Estados Unidos tenía planes para apoyar a eventual movimiento de guerrilla que se formase en Ucrania si había una invasión. En la Guerra Fría, lo hicieron con éxito. Recuerde que antes de la reciente retirada occidental de Afganistán, los que se retiraron fueron los soviéticos. Aquella fue una guerra muy impopular. En esa guerra se financió a los guerrilleros que luego serían islamistas y financiarían después a Osama Bin Laden. No digo que esto vaya a pasar en Ucrania ahora, sino que, a veces, Occidente a veces está muy equivocado sobre lo que va a pasar.
Ucrania no puede ser ocupada completamente, especialmente la Galicia de los Cárpatos, la región que fue parte del imperio austro-húngaro. Ahí van a luchar como hasta el último hombre. Y un Ejército moderno no puede controlar un lugar en el que todo el mundo está en tu contra. Porque para eso hace falta un Ejército de un millón de soldados. Así, esa idea de Estados Unidos de que todo el país será invadido y controlado por Rusia no sólo no está equivocada, sino que además es contraproducente. Porque es decir, incluso antes de que llegue la invasión, que Estados Unidos va a enviar armas a los guerrilleros porque el país va a ser ocupado completamente. Esto es abandonar a un país a su suerte antes de que estalle la guerra.