Quizás la historia de un español que vive en China ayude a comprender por qué allí han controlado el coronavirus y han vuelto a la vida normal. Él ha querido compartir en Twitter su experiencia. Ha tenido que hacerse cuatro PCR y estar aislado durante 14 días.
Cuenta que vive en Shanghái y que vino a España por un asunto familiar. En Madrid estuvo varias semanas y a la hora de regresar a China empezó su odisea entre permisos y trabas.
En España tuvo que hacerse una PCR 72 horas antes de regresar a China. Tuvo que mandar los resultados a la embajada china, vía mail, para que se los devolvieran sellados.
“Ya en Shanghái, nos van sacando del avión en pequeños grupos. Pueden tardar hasta dos horas en vaciar el avión”, explica en Twitter.
Todo el personal del aeropuerto viste con trajes de protección. Es como si estuvieras en otro plantea, afirma.
“Ya en la terminal, nos asignan un QR. No hay nada abierto, ni se escuchan anuncios por megafonía. Parece vacío, pero está lleno de gente que, como yo, hace las colas en silencio. Todo está perfectamente organizado, tanto que comienzas a sentirte como una rata en un laboratorio”.
Llega la “segunda PCR (te sientas, te escanean el QR y comienza el tercio de las banderillas: ni Manolete las hincaba tan al fondo)”, cuenta con humor. La policía, dice, también viste de astronauta.
China obliga a todo el que llega al país a hacer una cuarentena obligatoria en un hotel, que elige la administración pero que paga el viajero.
“Se trata de hoteles especialmente acondicionados donde al llegar te dan un termómetro y unas pastillas de lejía para que disuelvas en las heces antes de tirar de la cadena. El mío era decente, pero solo eso. La comida pasable, aunque a lo largo de los días se hacía cuesta arriba”.
“Cada día tienes que enviar a través de un QR tu temperatura corporal, a las 9 y a las 2. Prohibido dejar la habitación bajo ningún concepto. Puede pedir comida fuera: leche, galletas o pan de molde, pero nada que venga cocinado de un restaurante”, sigue narrando.
El hombre cuenta que los primeros días pasan rápido pero lamenta el trato. “Es aséptico, a veces, rudo. Pedí un cuchillo para pelar la fruta y aludiendo motivos de seguridad, me lo denegaron”.
Estando en el hotel le hicieron una tercera PCR, que pareció una “traqueotomía”.
Como este tuitero vive en Shanghái le dejaron hacer la segunda semana de la cuarentena en su casa. La sorpresa llegó cuando su mujer le llamó para decirle que le habían puesto sensores y una cámara en la puerta. “Me sentí Alcapone”.
“El traslado fue en una furgoneta. 2 tipos vestidos de astronauta me llevaron hasta mi urbanización. Allí, 2 policías me esperaban para leerme lo que serían mis obligaciones (tiene derecho a un abogado, todo lo que diga…). Uno de ellos grababa el proceso con una mini cámara”, cuenta.
“La vida en casa ha sido más fácil. Podía pedir comida de fuera y el comité vecinal se encargaba de subírmela. Dos veces al día venía un médico a medirme la temperatura. Ni que decir tiene que mi mujer ha tenido que pasar esa semana en casa de una amiga”.
El día 12 vino otro médico a hacerme la cuarta PCR y a los dos días era libre, confiesa.
Nyscalo insiste en que esto es lo que debe hacer cualquier persona que llega a China desde el extranjero. En septiembre, en España, asegura que solo tuvo que rellenar un formulario a mano.