La invasión de Rusia a Ucrania se vive de forma muy dramática en los hospitales. Muy especialmente en las maternidades, donde hay madres a punto de dar a luz y pequeños recién nacidos bajo las bombas. Bebés que llegan a este mundo en el sótano, bajo el estruendo de la artillería pesada.
Miles de niños y niñas han tenido que huir incluso de los orfanatos, porque en ninguna parte se está a salvo de la ofensiva militar de Rusia en la capital ucraniana. ¿Cómo se sobrevive a tanto horror?
Alena, una mujer ucraniana embarazada, lee lo que ha caído en sus manos para poner su cabeza en la lectura y no inquietarse. En su estado no es bueno para el bebé que gesta. Alena lee "Breve Historia de Europa". Como las otras mujeres de una Maternidad de Kiev tratan de no estresarse, pero cómo no hacerlo.
A su alrededor todo es destrucción y sobresalto viviendo como dice este "infierno" y siendo testigo del nacimiento de algunos bebes en el sótano, a donde bajan todos a la desesperada cuando suenan las alarmas que preceden los bombardeos. El lunes nació Mark, el hijo de Yula, gracias al mejor personal sanitario del mundo., dice.
El personal saUna mnitario de esta maternidad decidió el primer día del ataque no abandonar el hospital. El 70% de la plantilla confirma el jefe de la maternidad, está aquí permanentemente.
Son miles y miles de niños que sufren la guerra en Ucrania. La ofensiva rusa no respeta edad, ni lugares. Los coches circulan con folios pegados con zelo en las ventanillas, donde avisan de 'niños a bordo' con la esperanza de que no les disparen.
Las imágenes que llegan encogen el alma. Una profesora trata de arrancarles una sonrisa a un grupo de niños en un metro, donde se refugian de los bombardeos de Rusia. Es difícil, pero la maestra insiste, con toda su paciencia y la ayuda de un voluntario que reparte peluches.
A más de 500 kilómetros de Kiev, en Leópolis, juegan estos pequeños. Hasta este edificio llegaron 40 niños huyendo de la región de Lugansk, donde estaba su orfanato. Los niños vivieron dos días de viaje por carreteras inseguras buscando un lugar sin bombas, que de momento han encontrado junto a otros 45 huérfanos y las mujeres que les cuidan aquí.
Una familia numerosa que empieza a sufrir la escasez de lo más básico. Ojalá todos, como desea Alena también para su hijo, vean muy pronto la paz y dejar atrás el estruendo de las bombas.