El coronavirus se ha colado en las elecciones israelíes. Los colegios electorales han abierto sus puertas a las 7.00 horas de este lunes para los terceros comicios en menos de un año ante la incapacidad de los principales candidatos de formar una coalición y en medio de unos sondeos que apuntan nuevamente a un empate técnico entre el Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el principal partido opositor, Azul y Blanco, liderado por el antiguo jefe del Ejército Benjamin Gantz.
La votación tendrá lugar después de que las legislativas de abril y septiembre de 2019 dieran unos resultados en los que ninguno de los bloques contaba con una mayoría absoluta, sin que los intentos por parte de Netanyahu en abril y del primer ministro y Gantz, en septiembre, permitieran un desbloqueo.
La situación, que no tiene precedentes en los 71 años de historia del país, ha provocado un creciente descontento entre la población, mientras que el Gobierno se encuentra en funciones desde finales de 2018, en un momento crucial a nivel nacional y regional.
En este contexto, la figura de Netanyahu, que busca un quinto mandato al frente del país, ha tomado una especial relevancia en la incapacidad de la clase política para cerrar una coalición, algo que previamente no había sido problemático. En esta ocasión, los casos de corrupción que pesan contra él han generado división, sin que haya signos de que las urnas vayan a resolver esta parálisis.
Netanyahu, que se ha aferrado al puesto, no está obligado por ley a renunciar al cargo pese a los procedimientos contra él y ha conseguido mantener al Likud unido junto a él, superando incluso un desafío a su liderazgo en diciembre, cuando se impuso por amplia mayoría en las primarias del partido.
Asimismo, ha logrado ensamblar una coalición de derecha y ultraderecha nacionalista que le permite aspirar nuevamente a la reelección, si bien algunos de sus antiguos socios de coalición se muestran reacios a esta opción, por lo que, una vez más, podría ser insuficiente para lograr una mayoría en la Knesset.
De hecho, el líder de Yisrael Beitenu, Avigdor Lieberman, ha cambiado su postura y, mientras que en las dos elecciones previas apostó por un gobierno de unidad entre el Likud, Azul y Blanco y su formación, en esta ocasión ya ha adelantado que no será parte de un Ejecutivo en el que esté Netanyahu.
Por su parte, Gantz ha recalcado que no se coaligará con Netanyahu --cuyo juicio arrancará el 17 de marzo, dos semanas después de la votación-- y ha argumentado que "un hombre sospechoso de sobornos, engaños y violación de la confianza no puede ser primer ministro".
El antiguo jefe del Ejército de Israel dijo además que cualquier partido o parlamentario que quiera sumarse a un Gobierno liderado por él tras estas parlamentarias tendrá que firmar un documento comprometiéndose a no dar inmunidad a Netanyahu.
Gantz, sin embargo, tiene un espectro limitado de posibles socios de gobierno, e incluso el principal partido que le prestó su respaldo en las dos anteriores ocasiones, la Lista Conjunta, ha apuntado que en este caso podría no recomendar su nombramiento como primer ministro.
Ayman Odé, líder de la Lista Conjunta, una coalición de agrupa a los cuatro partidos principalmente árabes más importantes de Israel --Balad, Jadash, la Lista Árabe Unida y Taal--, manifestó recientemente que Gantz "es una mala imitación de Netanyahu" y que "la gente prefiere al original".
En esta misma línea, destacó que apoyó a Gantz tras los comicios de septiembre "no por amor a Mordechai, sino por odio a Haman", en referencia a que no le gustaba dicha candidatura, pero la considera preferible a un nuevo Gobierno de Netanyahu, muy crítico con la Lista Conjunta y a la que ha descartado de cualquier coalición, al igual que ha hecho Lieberman.
Pese a que la lista de izquierdas Laboristas-Gesher-Meretz sí ha apoyado a Gantz, sin el respaldo de la Lista Conjunta el exjefe del Ejército tendría aún más difícil lograr que el presidente, Reuven Rivlin, le concediera el mandato para intentar formar un Gobierno y lograr el respaldo del Parlamento, integrado por 120 escaños.
Por otra parte, las elecciones tendrán lugar en un contexto de tensión en la región, con un incremento de los ataques en Cisjordania y desde la Franja de Gaza y con un distanciamiento palpable con la Autoridad Palestina tras el anuncio por parte de Estados Unidos del conocido como 'acuerdo del siglo', la propuesta de paz de Washington para el conflicto.
El plan da a Israel el control de las colonias judías y del valle del Jordán, mientras que Palestina tendría su capital en una zona de Jerusalén Este ubicada fuera de la barrera de seguridad instalada por Israel.
Además, rechaza el derecho al retorno de los refugiados palestinos, al tiempo que limita de forma estricta las competencias del futuro Estado palestino, que no podría contar con Ejército ni sumarse a organismos internacionales, con los asuntos de seguridad delegados a Israel.
La propuesta, anunciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una rueda de prensa junto a Netanyahu, ha recibido una negativa frontal de los palestinos y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, recalcó que está destinada a acabar "en el basurero de la Historia".
Asimismo, Naciones Unidas, la Unión Europea, la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) reiteraron su apoyo a la solución de dos estados y a las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU, si bien algunos países árabes --con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Omán a la cabeza-- han dado un apoyo velado al plan.
Poco después del anuncio, Netanyahu dijo que anexionaría todos los asentamientos y el valle del Jordán de forma unilateral, lo que fue respaldado por Gantz, quien dijo que también apoyaría el 'acuerdo del siglo' en caso de llegar al cargo, algo que ha provocado un distanciamiento con la Lista Conjunta.
En los días posteriores al anuncio del plan se registró un aumento de los ataques por parte de palestinos en Cisjordania, así como varios lanzamientos de proyectiles desde la Franja de Gaza, algo que la Autoridad Palestina achacó a la propuesta y a la voluntad israelí de imponer su voluntad sobre los palestinos.
En este mismo contexto, el primer ministro ha anunciado durante los últimos días una batería de nuevas construcciones de unidades de vivienda en asentamientos de Israel, así como un plan para un nuevo asentamiento cerca de Jerusalén Este en un territorio que, según el propio plan de Trump, sería parte del Estado palestino, lo que ha incrementado las críticas.
A ello se suma un aumento de las tensiones con Irán, reflejado en una serie de bombardeos achacados a las fuerzas israelíes contra diversos objetivos en Siria, donde Teherán apoya al presidente, Bashar al Assad. Estos ataques se han saldado con decenas de fallecidos entre militares sirios, milicianos leales a Damasco --incluidos miembros de Hezbolá-- y agentes iraníes.
Netanyahu ha hecho otra vez durante la campaña de la seguridad uno de sus caballos de batalla y no ha descartado un conflicto abierto en Gaza por la reciente batería de proyectiles disparados por Yihad Islámica en respuesta a la muerte de varios de sus miembros en bombardeos israelíes.
Por ello, la convocatoria figura de nuevo como clave para el futuro del país, sumido en crecientes dudas sobre la viabilidad del sistema político y con un problema de déficit fiscal acumulado al que no se ha podido hacer frente a causa de la situación de interinidad del Ejecutivo. Pese a ello, unas cuartas elecciones no son descartables si los partidos no flexibilizan las opciones de coalición tras la votación.