Este año 2020 ha estado marcado, sin ninguna duda, por la pandemia de coronavirus. Al principio, las dudas y la desinformación sobre esta enfermedad generaron bulos y mucha confusión en la población, pero a medida que han ido pasando los meses y hemos convivido e investigado sobre el virus, hemos ido aprendiendo más de él. Aunque es cierto que todavía existen muchas dudas, hay algunas certezas que tenemos que tener claras sobre el SARS-CoV-2, algunas recogidas por Washington Post:
A pesar de que existe un mínimo porcentaje de la población que está en contra de este método de protección y que trata de menospreciar sus beneficios, está demostrado científicamente que las mascarillas nos protegen del virus y ayudan a detener su propagación.
Recientemente, un equipo de la Universidad de Tokio ha demostrado con un experimento cómo pueden prevenir las mascarillas faciales el contagio del nuevo coronavirus aunque con una protección algo menor en el caso de las de tela frente a las quirúrgicas.
La prueba se realizó con un simulador de infección del virus SARS-CoV-2 usando dos cabezas de maniquíes colocadas frente a frente dentro de una vitrina, una de ellas con un nebulizador descargando el virus y la otra dotada de un ventilador imitando la respiración humana.
Con el emisor descubierto, el receptor que estaba protegido con una mascarilla de tela tuvo una reducción de entre el 20 y el 40 % en la absorción de virus y de entre el 47 y el 50 % con una mascarilla quirúrgica común.
En cambio, con una N95 colocada apropiadamente la reducción fue de entre el 79 y el 90 %.
Cuando al emisor le colocaron una mascarilla, de tela o quirúrgica desechable, el contagio del receptor, que estaba descubierto, se redujo en más del 70 % en ambos casos, mientras que con la N95 colocada apropiadamente se alcanzó casi el 100 %.
Un nuevo estudio publicado en la revista 'Anales de la Sociedad Torácica Americana' ha refutado las afirmaciones que relacionan el uso de mascarillas con el envenenamiento por dióxido de carbono al atrapar el CO2. Así han negado que causen una sobreexposición a este gas, y tampoco tienen problemas los pacientes con enfermedades pulmonares.
Los investigadores evaluaron los problemas de intercambio de gases, es decir, los cambios en el nivel de oxígeno o los niveles de dióxido de carbono en personas sanas, así como en veteranos con enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC antes y durante el uso de las mascarillas quirúrgicas.
"Demostramos que los efectos son mínimos a lo sumo, incluso en personas con un deterioro pulmonar muy severo", explica el líder del estudio, Michael Campos, del Centro Médico de la Administración de Veteranos de Miami y la División de Medicina Pulmonar, Alergia, Cuidados Críticos y Sueño de la Universidad de Miami (Estados Unidos).
La gripe no causa más muertes que la COVID-19, en contra de lo que sostienen negacionistas que han redoblado sus mensajes a favor de esta tesis en redes sociales tras muchas afirmaciones del ya expresidente de EEUU, Donald Trump, a convivir con la pandemia como con esa enfermedad, sin restricciones.
Lo cierto es que la mortalidad causada por la gripe no es mayor que la provocada por la COVID-19 ni en EEUU ni en el mundo, como tampoco lo es en España, según reflejan las estadísticas, y lo mismo ocurre con la tasa de letalidad de ambas enfermedades.
En las últimas semanas han aumentado las advertencias contra las vacunas basadas en la utilización de moléculas de ARN mensajero (ARNm) por constituir un riesgo de modificaciones en el genoma de los individuos a los que se les inocule.
Esto es falso ya que el ARNm no puede alterar el genoma de quien recibe las vacunas porque una vez generada la respuesta inmunitaria dentro del organismo la molécula se degrada, como explican las autoridades sanitarias de la Unión Europea y Estados Unidos y la Asociación Española de Vacunología.
En los últimos días distintas publicaciones de Facebook y Twitter destacan la presencia de tejidos de un feto humano entre los componentes de la vacuna contra la covid-19.
Sin embargo, los expertos en vacunología niegan con rotundidad que estos medicamentos puedan llevar tejidos de fetos humanos extraídos de un aborto y precisan, en cambio, que se usan cultivos de células obtenidos en laboratorio cuyo origen humano se encuentra en los años 60 en Suecia y el Reino Unido.
Ya el pasado mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) zanjó en las versiones que indican que el coronavirus causante del COVID-19 se originó en un laboratorio de China al confirmar que este patógeno "tiene origen animal", contrariamente a lo que afirma desde hace días el Gobierno de Estados Unidos.
El coronavirus circula de forma ancestral entre los murciélagos, es algo que sabemos basándonos en la secuencia genética de este virus. Lo que necesitamos entender es cuál ha sido el animal que actuó como intermediario, es decir que fue infectado por los murciélagos y lo transmitió al humano", sostuvo la jefa del Departamento de Enfermedades Emergentes de la OMS, María Van Kerkhove.
Consumir alimentos alcalinos con un pH elevado no sirve para eliminar el coronavirus ni para evitar el contagio, como aseguran mensajes difundidos a través de redes sociales que, además, desvirtúan los valores reales de alcalinidad de los alimentos que mencionan.
Además, lo cierto es que no hay evidencia alguna de que ningún alimento proteja contra el coronavirus. Además, ni su consumo afecta de forma significativa al pH de la sangre ni los valores que se atribuyen a los alimentos citados en esos menajes se corresponden con la realidad.