La desolación aparece en Beirut entre ruinas y escombros: "Aquí no se puede vivir"
Los testigos creen que "hay muchos más muertos" que los datos facilitados por el Gobierno
El plan de los ciudadanos residentes no es otro que huir
La falta de transparencia y de ayuda del gobierno ha decepcionado a la población
A las 6 de la tarde del martes Beirut se asolaba ante una onda expansiva provocada, según el gobierno del país, por 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de la ciudad. Con ella, las calles y los edificios cercanos (varios kilómetros a la redonda) se convertían en un plató de película de destrucción: ventanas inexistentes, puertas medio abiertas, edificios inclinados a punto de caer y ruinas. En definitiva, parte de Beirut se convirtió en ruina pura, entre calles bañadas en un mar de cristales de rotos.
Hasta el momento, el gobierno de Líbano ha confirmado que al menos hay 137 muertos y más de 5.000 heridos. José, español residente en la ciudad libanesa duda de las cifras: "He salido a la calle y entre todos hemos amontonado los cuerpos para que la Cruz Roja se los lleve. Hay muchos muertos más". El madrileño cuenta que una gran cantidad de gente fue a donar sangre al hospital, el cuál se colapsó. Los ciudadanos se volcaron desde un primer momento.
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Tacha al gobierno de corrupto y de esconder las cifras porque explica que no son transparentes: "No dicen nada, somos los ciudadanos quienes salimos a la calle a ayudar y a recoger muertos". José está traumatizado y en shock: "Aquí no se puede vivir".
Un paseo por la zona costera de Beirut significa ahora caminar entre cenizas y ruinas: "Los edificios cada día se caen". Además, de estas casas afirma que hay gente que no se va, sobre todo los más mayores: "El gobierno no dice que se vayan y están viviendo en una casa que dentro de nada se va a caer".
Hoy, el presidente francés Emmanuel Macron ha acudido a la capital Libanesa para ver el estado de la ciudad. El primer líder político que lo hace.
La onda expansiva golpeó fuerte
Los efectos de la explosión llegaron el martes hasta la casa de José, a 3 km del epicentro. Su casa ha quedado manchada de cristales, con todo por los suelos y con unas puertas que ya no hace falta abrir para entrar. Ahora José solo piensa en conseguir el pasaporte de su madre, a quien vino a visitar hace unos meses por el covid-19, para huir del país lo más pronto posible.
La misma situación vivió Randa, con su casa también a unos 3 km del origen. Esta venezolana emigró de su país para primero vivir en Estados Unidos y finalmente acabar en el país asiático.
Ella, angustiada, refleja la actual sensación de Beirut ahora mismo: "Pensábamos que íbamos a morir de coronavirus, pero no. Ahora los hospitales se han llenado de heridos".
Explica que los libaneses son tercos y fuertes, pero que la situación "ya no se puede soportar": "Nos vamos de aquí cuando podamos". A Randa, lo único que le para los pies es su situación sanitaria, tiene cáncer: "Primero espero que mi hija se pueda ir fuera a estudiar y luego a ver si puedo terminar mi tratamiento en otro país. No lo sé". Siente mucha incertidumbre.
Huir para volver a huir
Venezuela no atraviesa una buena situación política. La corrupción invade un país que cada año tiene más inmigrantes por todo el mundo. Randa tuvo que huir a EEUU para luego acabar en Beirut. Ahora, el exilio es casi más una obligación, otra vez.
En la misma situación se encuentra Shady, también venezolano, que reside a poco más de quince kilómetros del núcleo de la explosión, el cual afirma que, a lo lejos, "parecía un terremoto" y que "desde las montañas se vislumbraba el caos de la ciudad". El hombre vive junto a su mujer, su madre y sus dos hijas.
Hace dos años que huyeron del régimen y la corrupción de Venezuela. Ahora tienen suficientes indicios para volver a repetir la operación. En la conversación con NIUS, Shady, derrumbado, pide ayuda para pedir su asilo político en España, o donde sea: "Yo y mi esposa ya no sabemos donde ir". La historia se repite para estas dos familias venezolanas.
No fue la guerra, pero casi
Los tres testigos con los que ha podido hablar este diario explican que en el momento que oyeron y notaron la explosión, creían que era la guerra. José cuenta con un nudo en la garganta que estaba en su cuarto mientras intentaba echar una siesta, cuando de repente oyó el ruido y se fue corriendo al salón: "Pensaba que habíamos entrado en guerra con Israel y nos estaban bombardeando".
La misma sensación tuvo Randa en su casa, que estaba junto a su hija en el salón: "Lo que sentimos no se puede explicar con palabras". Cuenta que su marido llegó tiempo después con el coche medio destrozado y habla de milagro cuando le preguntas sobre su estado de salud.
Decepción con el gobierno libanés
Las declaraciones de José, Randa y Shady cuestiona los datos del gobierno: 135 fallecidos y más de 4.000 fallecidos. Los tres están de acuerdo en que el carácter de los ciudadanos de Líbano son aquello que caracteriza al país, ya que a los políticos los tachan de corruptos.
Una de las más duras es Randa: "Aquí el gobierno corrupto no respeta nada". Ella es la imagen de la decepción de todos los ciudadanos beirutíes y expresa la decepción hacia los políticos: "Una al final no puede seguir viviendo aquí, si no fuera por el cáncer me iría de aquí ya".
Desesperación, decepción, rencor, angustia, dolor y empatía. La mezcla de sentimientos que inunda la capital libanesa es difícil de explicar y de percibir por los lectores. Y eso que tan solo hemos podido conocer tres historias de los miles de personas que lloran ahora mismo en Beirut. La ruina y la desolación habitan en la capital en tiempos del covid-19.
16 personas detenidas
Las autoridades de Líbano han anunciado este jueves que hasta el momento han sido detenidas 16 personas en el marco de las investigaciones por estas explosiones. El comisionado estatal ante el tribunal militar de Líbano, Fadi Akiki, ha indicado que, además de los detenidos, hay un número indeterminado de personas bajo investigación. "Las pesquisas continúan para incluir a todos los sospechosos", ha agregado.
Ha recalcado que entre los detenidos están varios altos cargos de la autoridad del puerto de Beirut por su presunta responsabilidad en el almacenamiento y mantenimiento de los explosivos que estaban almacenados en uno de los silos afectados.
Las explosiones han tenido lugar en un momento en el que Líbano atraviesa una grave crisis económica, la peor desde la guerra civil (1975-1990), y se teme que la destrucción ocasionada por las mismas impacten directamente en la importación de alimentos y otros productos básicos.