La defensa de la democracia gana al mensaje del miedo en las encuestas tras las convenciones en EE.UU.
Las audiencias se inclinaron a favor a de los demócratas, con un promedio de más de 20 millones frente a los 17,4 de la convención republicana
Trump se mostró como el representante único de la ley y el orden mientras que Biden, acompañado de Barak Obama, quiso mostrar que otro país es posible
Ambos candidatos se verán las caras el 29 de septiembre en el primer debate electoral, un evento que suscita gran interés entre los estadounidenses
Tras dos semanas en las que sólo se ha hablado de discursos, carisma y ponentes en las convenciones nacionales de los principales partidos de Estados Unidos, llega el momento de conocer qué dicen las audiencias y las encuestas unos días después. Y los resultados, a pesar de la brillante convención republicana, son claros: si las elecciones fueran hoy, Biden ganaría a Trump por 7.1 puntos según los datos de RealClearPolitics.
Pero el candidato demócrata no sólo se ha impuesto al republicano en las encuestas. Las audiencias también se han inclinado a favor de los demócratas con un promedio de más de 20 millones de espectadores totales por los 17’4 millones que siguieron la convención republicana.
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Ambos encuentros, de cuatro días de duración cada uno, han estado marcados por el cambio de formato debido a la pandemia. La cancelación de las grandes convenciones presenciales se ha llevado por delante el encuentro presencial ante las 40.000 personas que habrían llenado Charlotte (Carolina del Norte) y Milwaukee (Wisconsin), dando lugar a un cambio incluso de la dinámica del proceso electoral.
Desde 1950, con la aparición de la televisión en los hogares de la clase media, no se producía una renovación tan grande en la manera de realizar las convenciones que ahora, además de ser retransmitidas de forma virtual, intentan remover las emociones más que nunca ante un país y unas audiencias polarizadas.
Las dos convenciones
Esa es la razón por la que el partido demócrata, en una convención bien producida de cara a su emisión por televisión, centró parte de los discursos en torno al término “democracia”. El objetivo: canalizar el deseo de normalidad y legalidad que parece haberse perdido en estos cuatro últimos y convulsos años. Además Joe Biden, que casi no había aparecido durante la pandemia, atrajo la curiosidad del público con un formato que reunió en el encuentro actuaciones musicales e intervenciones de personajes públicos de diversos ámbitos.
La convención republicana tuvo un corte más tradicional, con una larga intervención de oradores y una magnífica puesta en escena en la que Donald Trump fue el protagonista absoluto. Tras ser presentado de una forma más humanizada por parte de los miembros de su familia, especialmente por Melania Trump, que se desveló como una de las estrellas del encuentro, el presidente canalizó sus discursos hacia la sensación del miedo en caso de que él no ganara la elección.
De hecho, el rol que el actual mandatario ha mostrado es el de representante único de la ley y el orden, con el fin de transmitir seguridad y control ante las actuales revueltas raciales, la posible llegada de los “socialistas” y “radicales” (dos términos muy mencionados en la convención republicana) y la evolución de la inestable situación económica tras la llegada de la pandemia.
Joe Biden, por la parte demócrata, se rodeó de todos los precandidatos que lucharon contra él por la presidencia del partido e incluso de Barak Obama, con quien fue vicepresidente durante cuatro años. Entre todos intentaron dar la sensación de que otro país es posible, especialmente en cuanto a la inclusión de las minorías raciales, el papel de las mujeres, los jóvenes y otros colectivos.
Debates
Pero, a pesar de los datos que revelan las encuestas, a dos meses de las mal llamadas elecciones presidenciales (ya que el 3 de noviembre también se elegirán los nuevos miembros del Congreso y parte de los del Senado) el éxito de las convenciones realmente se medirá por los votos que consigan los candidatos. Y para ello serán fundamentales los debates, que son eventos que concitan un gran interés de la ciudadanía y permiten mostrar las propuestas de los principales aspirantes, tanto a la presidencia como a la vicepresidencia.
El primero, que tendrá lugar entre el presidente Trump y el ex vicepresidente Biden, está previsto para el 29 de septiembre. Se realizará en el Case Western Reserve University de Cleveland (Ohio) y durará una hora. Aunque el actual mandatario presionó para un debate adicional por la expansión del voto por correo y un posible comienzo anticipado del voto, la Comisión de Debates Presidenciales rechazó la propuesta. A principios de septiembre se sabrá el nombre del moderador, labor que, a diferencia de otros años y debido a la pandemia, recaerá solo en una persona.
El segundo debate será el 7 de octubre en la Universidad de Utah, en Salt Lake City. En esta ocasión serán el vicepresidente republicano Pence y la senadora Kamala Harris, aspirante a la vicepresidencia por parte demócrata, los que durante hora y media contrasten sus respectivos programas de gobierno. También se desconoce el nombre la persona que moderará el acto aunque sí es seguro que no tendrá cortes comerciales y que será la única ocasión que tengan para debatir sus ideas de gobierno.
Los candidatos presidenciales, sin embargo, se verán dos veces más las caras, los próximos 15 y 22 de octubre, en Miami y Nashville respectivamente. Pero no serán los debates quienes resuelvan unas de las elecciones más complejas de predecir en los últimos años y más en un país en el que estas no se deciden por el voto popular sino por un sistema de sufragio indirecto.
El caso Hillary
Los candidatos deberán obtener al menos 270 de un total de 538 votos de un colegio electoral en cada estado. Pero excepto en dos de ellos, el que consigue un mayor número de votos se lleva todos los votos del colegio electoral. Esta es la razón por la que el ganador de las elecciones no es quien más votos obtiene, sino quien más colegios electorales conquista. Es lo que le pasó a Hillary Clinton en 2016, que obtuvo casi 3 millones más de votos que el actual mandatario y a pesar de ello perdió las elecciones, al igual que les ocurrió a los ex candidatos Al Gore, Cleveland y Jackson, en elecciones anteriores.
Normalmente la mayoría de los estados ya cuentan con una inclinación demócrata o republicana pero hay otros que no, dado que tienen un mayor número de votantes indecisos. Son los llamados “estado bisagra”, donde los candidatos se esfuerzan especialmente por ganar y donde se va a desarrollar la pelea en las próximas elecciones.
En este sentido, los resultados de las recientes encuestas son un respaldo para Biden, ya que son un indicador de que tras las convenciones está conservando los votantes que inicialmente estaban a su favor. Aunque es algo que parece obvio no es un punto que deba darse por sentado ya que dentro de ese grupo siempre hay un porcentaje de indecisos. Los mismos que han ratificado al demócrata, de nuevo, como su favorito.
No obstante, tradicionalmente los presidentes de Estados Unidos suelen salir reelegidos y no va a ser misión fácil para Biden sacar a Trump de la Casa Blanca. Y menos cuando el actual mandatario es alguien que se levanta mirando las encuestas y se acuesta analizando unas audiencias que, a dos meses de las elecciones, no le son propicias. Una tendencia que ya estará intentando revertir, probablemente a través de los próximos debates, para convencer de la necesidad de hacer grande América de nuevo.