David Henderson, el empresario que organizó el trágico vuelo en el que murieron el futbolista argentino Emiliano Sala y el piloto David Ibbotson, ha sido condenado a 18 meses de cárcel al ser declarado culpable de poner en peligro la seguridad de la aeronave.
Además, en un juicio en el Tribunal de la Corona de Cardiff, Henderson se declaró culpable de otro cargo de intentar organizar un vuelo para un pasajero sin permiso o autorización.
Fue él quien organizó y contrató el vuelo junto al agente de fútbol William McKay, contraviniendo normas básicas de seguridad a la hora de realizar el vuelo.
El trágico accidente tuvo lugar el 21 de enero de 2019, cuando el futbolista argentino Emiliano Sala, de 28 años, se subía a un avioneta Piper PA-46 Malibu para poner rumbo a Cardiff desde Nantes tras despedirse de sus antiguos compañeros de equipo para ponerse a las órdenes del club de la capital de Gales. Sin embargo, nunca llegó a su destino. Murió sumergido en el fondo de las aguas del Canal de la Mancha, donde tras una compleja operación localizaron dos semanas después sus restos mortales.
El cuerpo del piloto, de 59 años, sin embargo, nunca fue localizado.
David Henderson, de 67 años, que también era piloto, no estaba disponible para volar esa noche porque estaba de viaje con su esposa en París. Ibbotson, a quien Henderson contrató en su lugar, no tenía una licencia de piloto comercial, no podía volar de noche y su habilitación para volar el avión monomotor Piper Malibu estaba caducada.
Por todo ello, tras más de dos años del suceso, hoy se declara al empresario culpable de poner en peligro la seguridad de la aeronave y quienes viajaban en ella.
Durante el juicio, la Fiscalía le señaló por “imprudente y negligente”, y llegaron a denunciar que puso su negocio por encima de la seguridad del futbolista y el piloto.
Acorralado, el propio Henderson admitió que no guardaba información básica sobre los pilotos que empleaba, y específicamente manifestó que sabía que Ibbotson solo tenía una licencia de piloto privado (PPL). Sin embargo, ante las autoridades manifestó que no sabía que el piloto no tenía un certificado para volar después del anochecer; un punto que negó en el juicio.
Los mensajes de texto que Henderson intercambió con Ibbotson en los meses previos al accidente también terminaron por delatarle: en ellos discuten sobre el hecho de que el piloto no tenga calificación de vuelo nocturno y el empresario lo alienta a que lo “haga oficial”.
Además, tras el accidente, Henderson envió mensajes al ingeniero aeronáutico David Smith, a quien le señalaba que se mantuviera “muy callado”. “Hay que tener mucho cuidado”, manifestaba, consciente de la situación y los posibles avances de la investigación.
Más allá, se descubrió que el propietario del avión, Fay Keely, le había dicho a Henderson que no permitiera que Ibbotson volviera a pilotar porque había sido sancionado por la Autoridad de Aviación Civil (CAA) por cometer dos infracciones. A pesar de esto, Henderson permitió que Ibbotson siguiera volando, y en un mensaje al piloto dijo: "Ambos tenemos la oportunidad de ganar dinero con el modelo de negocio, pero no si molestamos a los clientes o llamamos la atención de la CAA".
Henderson no tenía tampoco los permisos aéreos para hacer este tipo de vuelos, por eso, redoblando las acusaciones el fiscal llego a subrayar, directamente, que Henderson dirigía una "organización incompetente, indocumentada y deshonesta".