“La República Federal Alemana ha multiplicado los actos hostiles y las acciones atentatorias respecto a los intereses superiores del reino”, aseguraba una nota hecha pública este jueves por el Ministerio de Exteriores marroquí. El tono tan poco habitual en diplomacia confirma la crisis abierta desde finales del pasado mes de febrero entre Marruecos y Alemania, cuando Rabat anunció la ruptura de relaciones con la Embajada germana alegando “profundos malentendidos”. Ahora Rabat llama ahora a consultas a su embajadora en Berlín Zohur Alaui. El principal problema de fondo, la posición de Berlín respecto a la cuestión del Sáhara Occidental. Aunque no el único.
A juicio de Rabat, Alemania practica un “activismo antagonístico” -que califica de “acto grave que permanece sin respuesta”- desde que el pasado mes de diciembre el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconociera públicamente la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española en un sorpresivo anuncio a través de Twitter. En aquel mensaje el anterior inquilino de la Casa Blanca también anunciaba el restablecimiento de relaciones entre Marruecos y el Estado de Israel.
“Las autoridades de este país [por Alemania] reaccionan con complicidad en relación a un ex condenado por actos terroristas, principalmente proporcionándole informaciones sensibles comunicadas por los servicios de seguridad marroquíes a sus homólogos alemanes”, denunciaban las autoridades marroquíes sin desvelar la autoridad de la persona citada.
Todo apunta a que la alusión de la nota ministerial marroquí hace referencia a Mohamed Hajib, un ciudadano germano-marroquí sentenciado en 2010 en Marruecos a diez años de cárcel por “terrorismo”. La condena fue rebajada a cinco años en 2012. Hajib, que reside en Alemania y fue puesto en libertad en 2017, publica de manera regular invectivas contra Marruecos en las redes sociales, especialmente en su canal de Youtube. Rabat quiere que Alemania adopte medidas contra Hajib.
La respuesta del Ministerio de Exteriores alemán ha sido la de una aparente sorpresa: “No comprendemos las acusaciones de Marruecos”. “Estamos incluso más sorprendidos por esta medida teniendo en cuenta que hacemos esfuerzos constructivos con Marruecos para resolver la crisis”, zanjaba la nota emitida por Berlín.
La Cancillería marroquí justifica también su decisión en “la continuada obstinación por combatir el rol regional de Marruecos, principalmente sobre la cuestión libia, tratando de apartar, indebidamente, al Reino de ciertas reuniones regionales dedicadas a este tema como la celebrada en Berlín”. Marruecos fue excluido en enero de 2020 de la conferencia internacional sobre Libia –al igual que lo fue Túnez-, después de haber jugado un papel destacado en las negociaciones como mediador entre las partes.
Lo sucedido este jueves agudiza un desencuentro que marcó el primero de marzo su cénit: Marruecos anunciaba que rompía por completo las relaciones con la Embajada de Alemania en Rabat. “Marruecos quiere preservar su relación con Alemania, pero esta es una forma de alerta en la que se expresa un malestar respecto a varias cuestiones”, aseguraba entonces un alto responsable del Ministerio marroquí de Exteriores respecto a la ruptura citado por AFP. “No habrá contacto en tanto no se aporten respuestas sobre las diferentes preguntas que se plantean”, zanjaba el mismo representante de la diplomacia marroquí.
Según el medio alemán Der Spiegel, los servicios secretos marroquíes rompieron el pasado marzo puentes con sus homólogos alemanes y Marruecos ha interrumpido las operaciones de repatriación de ciudadanos del país magrebí en Alemania. La ruptura de relaciones también ha afectado a la actividad de varias fundaciones alemanas con representación en Marruecos como la Konrad Adenauer, la Friedrich Ebert, la Fiedrich Naumann y la Hanns Seidel, registradas en Marruecos como asociaciones y para las que Berlín reclama un estatus especial.
Tras la decisión de la anterior Administración estadounidense de reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio saharaui, Alemania aseguró que su posición sobre la cuestión no cambiaba y que lo adoptado por Washington era “contrario a la legalidad internacional”. El día 15 de diciembre la entonces representante de Estados Unidos ante la ONU, Kelly Craft, informaba a la organización de la nueva posición de Washington. Dos días más tarde, Berlín solicitó una reunión del Consejo de Seguridad a puerta cerrada para analizar la cuestión. Algo que sin duda molestó a las autoridades magrebíes.
“Es necesario ser justos e imparciales, hay que considerar el interés legítimo de todas las partes y reaccionar en el marco del derecho internacional”, aseguró entonces el embajador alemán ante la ONU Christoph Heusgen.
Por otra parte, el 27 de enero pasado la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática ondeó durante varias horas en el exterior del Parlamento regional de Bremen, un episodio que no pasó desapercibido en Rabat.
Por su parte, Der Spiegel hace especial hincapié en vincular la crisis entre los dos países con la citada figura del germano-marroquí Mohamed Hajib, de 39 años. Marruecos presentó una denuncia penal contra el youtuber en 2020, pero las autoridades germanas no han hallado evidencias de actividades ilegales, constata el citado medio alemán.
Marruecos y Alemania mantienen una sólida relación económica. Alemania es el séptimo cliente de los productos y servicios del país magrebí. Berlín proporciona ayuda exterior para impulsar su desarrollo económico. No en vano, Berlín aprobó un paquete de ayuda por valor de 1.387 millones de euros destinados a la reforma del sistema financiero marroquí y otros fines relacionados con las consecuencias sociales de la pandemia. Una ayuda que, en parte, queda ahora comprometida por el desencuentro.
“Estamos afrontando el inicio de una edad de hielo real entre los dos países. Es una crisis diplomática muy seria”, advierte a NIUS el politólogo y especialista en el Magreb Jerome Schroth. “En cualquier caso creo que la crisis no tendrá impacto en las relaciones entre los dos países a largo plazo. Hay conversaciones y negociaciones a puerta cerrada”, matiza el investigador.
“Es importante dejar claro que la posición de Alemania respecto al Sáhara es la de la inmensa mayoría de miembros de la UE. Berlín no ha actuado unilateralmente”, recuerda Schroth.
La crisis abierta entre dos socios como Berlín y Rabat es un aviso a otros países de la Unión Europea que mantienen posiciones similares a la alemana respecto a la cuestión del Sáhara Occidental, especialmente Francia y España. No en vano, Madrid y Rabat atraviesan también un período delicado, con la cuestión saharaui como telón de fondo. Tras meses de tensión, la crisis entró el pasado 22 de abril en una nueva dimensión al descubrirse que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, se encontraba en España -bajo identidad falsa- para ser tratado en un hospital.
“Mantener una buena relación es demasiado importante para los dos países. Hay una dependencia mutua de intereses, como los comerciales, energéticos o en materia de seguridad. Tenemos que trabajar juntos ya que Marruecos siempre ha sido un socio estratégico para Alemania. Los dos países resolverán la crisis”, augura Schroth. El perfil bajo de la respuesta alemana evidencia, en fin, la voluntad de Berlín de que la sangre no acabe llegando al río.