Las elecciones presidenciales de Estados UnidosEstados Unidos están siendo más ajustadas de lo que se preveía. Aunque todas las encuestas apuntaban a Biden, los primeros recuentos mantienen una escasa diferencia entre el candidato demócrata y el republicano, el actual presidente, Donald Trump.
Lo que no ha cambiado eran las previsiones del voto por correo, que será clave en la elección de esta legislatura. El voto por anticipado en las elecciones ha alcanzado un récord al superar los 100 millones de sufragios, impulsado por la pandemia del coronavirus, según informó la organización U.S. Elections Project.
Con esta cifra, sumada a los sufragios que depositen los electores y los enviados por correo y aún no contabilizados, se espera que se rebasen con creces los 136,6 millones de votantes, o un 55,7 % del electorado, que participaron en los comicios de 2016.
En Estados Unidos, al contrario de lo que ocurre en la inmensa mayoría de las democracias del mundo, no son sus ciudadanos quienes eligen al presidente sino que lo que estos deciden este 3 de noviembre es a la persona que votará en su nombre al inquilino de la Casa Blanca en virtud de un sistema ideado por los 'padres fundadores' del país y recogido por la Constitución.
En concreto, lo que eligen son los 538 compromisarios que integran el Colegio Electoral. Este número se corresponde con los 435 miembros de la Cámara de Representantes, los 100 miembros del Senado y los tres delegados del Distrito de Columbia.
El total se reparte entre los 50 estados y el Distrito de Columbia en base a su población, según el censo. Cada estado cuenta con su propio sistema para elegir a los miembros del Colegio Electoral, si bien en general suelen ser miembros del comité estatal de cada partido ganador. En ningún caso pueden ser altos funcionarios de la administración pública o miembros del Congreso o el Gobierno.
Cada uno de los compromisarios emite un voto electoral que debe ser para el candidato más votado en el estado, salvo en el caso de Nebraska y Maine, donde el voto electoral se distribuye en función del porcentaje de votos obtenidos por los candidatos.
Tras la votación, el presidente de cada estado debe emitir un certificado en el que se declara el candidato vencedor y se incluyen los nombres de los compromisarios que le representarán en el Colegio Electoral, y remitirlo al Congreso y a los Archivos de la Nación para que quede en el registro oficial.
Las leyes que regulan el derecho electoral varían en función de cada estado, aunque como norma general pueden votar los ciudadanos con nacionalidad de Estados Unidos, mayores de 18 años y registrados oficialmente. Algunos estados marcan límites en caso de antecedentes penales o incapacidad mental.
Los estadounidenses residentes en el extranjero o en misiones militares también pueden participar si lo solicitan con anterioridad a la fecha de los comicios. En el caso de los astronautas en misión espacial, remiten la papeleta por correo electrónico.
La pandemia de coronavirus, que tiene en Estados Unidos al país más afectado, ha provocado también una mayor movilización del voto por correo --pese a las críticas de un posible fraude por parte de Trump--, y son ya millones los los estadounidenses que han depositado su papeleta ya por esta vía o mediante el voto anticipado previsto en algunos estados.
El principal problema que plantea el voto por correo y el voto anticipado es el del recuento. En el caso del voto por correo, antes de computarlo es necesario procesarlo de forma adecuada y validarlo: solo en 32 estados es posible llevar a cabo este proceso desde una semana antes de la jornada electoral --y solo en algunos iniciar el recuento-- si bien en otros habrá que esperar al 3 de noviembre para ello, lo que dado el elevado número de votos emitidos por esta vía demorará el resultado.
Además, en 23 estados, los votos por correo se cuentan aunque lleguen algunos días después y en algunos estados incluso se permite su envío hasta un día antes de la jornada electoral, lo que previsiblemente alargará aún más el proceso de recuento y, en casos de un resultado muy ajustado, podría impedir dirimir quién es claramente el ganador.
Una eventual demora en la proclamación del vencedor --como la vivida en 2000 cuando fue el Tribunal Supremo el que terminó dando la victoria a George W. Bush en Florida por 537 votos y con ello la mayoría en el Colegio Electoral-- podría abrir una crisis sin precedentes en el país. Trump ha criticado por activa y por pasiva el sistema de voto por correo, advirtiendo de posibles fraudes, al tiempo que no ha cerrado la puerta a no reconocer el resultado si esto no es de su agrado.
Hasta la fecha, tradicionalmente este modo de votación suele favorecer al candidato a la presidencia demócrata. El propio Biden ha animado a sus votantes a hacerlo de esta manera mientras que Trump siempre se ha mantenido en clara oposición con esta herramienta totalmente legal.
El magnate neoyorquino ha cargado en varias ocasiones contra el sistema de voto por correo, una actitud que coincide con los esfuerzos de los demócratas para alentar a sus electores ausentes a pedir el voto por correo, lo que ha llevado a que este partido tenga ventaja por el momento en esta forma de voto.
El republicano ha mantenido durante toda su campaña una 'guerra' contra el voto por correo en estas elecciones. El pasado julio llegó a sugerir la posibilidad de aplazar las elecciones presidenciales argumentando que existía un riesgo de que fueran"imprecisas y fraudulentas" por el sistema de voto por correo.
Este mismo 3 de noviembre el presidente de EEUU ha vuelto a cargar contra esta opción democrática: "Esto es un fraude al público estadounidense", ha denunciado el mandatario estadounidense, tras destacar varias de sus victorias en diferentes estados y después de asegurar que tras esos triunfos el proceso electoral se ha parado. "Es un momento muy triste", ha afirmado.
El argumento de Trump para hablar de "fraude electoral" se basa en que la contabilización de los votos por correo puede producirse más tarde que el resto de votos. Esta cuenta puede dar un giro total a los resultados, ya que se trata de un número muy elevado de votantes a través de este medio.
Pero, aunque la contabilización se retrase, el fraude al que se refiere Trump no puede existir, ya que todos los estados cierran la recepción de los votos el mismo día. Aunque se sigan contando votos una vez finalizado el recuento del votante físico, eso no significa que haya gente votando después, sino que ese voto cuenta con un retraso debido a la magnitud del acontecimiento y a los millones de ciudadanos del país.