Israel es hoy visto por muchos como un modelo en lo que se refiere a la gestión de la campaña de vacunación contra el coronavirus. Actualmente es, con diferencia, el líder indiscutible en cuanto a capacidad de vacunación de su población, con más de 3,8 millones de dosis administradas entre una población que se aproxima a los 9 millones de personas.
Según estadísticas del portal ‘Our World in Data’, en el país se administran aproximadamente 44,8 dosis por cada 100 personas, mientras en otros países como EEUU ronda el 6,87; en España se queda en el 2,65; y en otros países como Italia o Francia cae al 2,37 y 1,67 respectivamente.
Israel saca mucha ventaja a todos los demás, lo que inmediatamente nos hace preguntarnos: ¿Por qué es así? ¿Cómo lo hace? ¿Qué podemos imitar?
Buscando dar respuesta estas preguntas, la periodista Mia Sato ha entrevistado en el portal MIT Technology Review a Hadas Ziv, jefe de política y ética en Médicos por los Derechos Humanos de Israel, quien ha dado algunas de las claves por las cuales su país se sitúa a la cabeza en vacunación contra el coronavirus.
En este sentido, si bien deja ver ‘luces y sombras’ y se muestra muy crítico con ciertas políticas de la nación, recalcando que para que la pandemia sea derrotada es necesario vacunar a todo el mundo, –incluyendo a palestinos, los grupos marginados y los más reticentes al uso de la vacuna–, el experto destaca:
La primera razón por la cual Israel es líder en vacunación es porque se ha garantizado recibir una gran cantidad de dosis. En España hemos escuchado en reiteradas ocasiones al ministro de Sanidad, –así como al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, junto a otros compañeros del Ministerio–, decir que el principal problema que tiene nuestro país para ir más rápido en la vacunación es el “cuello de botella” provocado por las dosis recibidas. “No se vacuna más rápido porque no hay más dosis”, afirman, indicando que el problema no está en las dosis administradas, sino en las recibidas, algo que esperan que se subsane con la aprobación de más vacunas del coronavirus que irán llegando a España.
En el caso de Israel, para obtener grandes cantidades de dosis, negociaron con Moderna y Pfizer. Respecto a esta última, además, lo que negociaron era obtener un mayor volumen a cambio de intercambiar información sumamente valiosa relativa a la eficacia y los efectos adversos de los pacientes. “Ahora no sabemos cuánta información obtienen sobre nosotros”, apunta Hadas Ziv, quien revelando la polémica en torno a ello explica que desde el punto de vista de la salud, y ante un desafío mundial, esos datos deberían brindarse gratis y hacerse públicos.
En segundo lugar: la centralización. Israel tiene un sistema de salud público, lo cual resulta fundamental a la hora de conseguir que la vacuna llegue al máximo número posible de personas. Su red sanitaria está bien establecida y “todos los residentes están asegurados”, lo que permite operar a gran escala.
El problema, revela en este sentido, volviendo a mostrarse crítico, es que hay ciertos sectores en la sociedad que quedan excluidos: migrantes, refugiados o palestinos en territorios ocupados.
Además, recientemente hubo una importante polémica en materia de derechos humanos después de que el ministro de Seguridad Pública apuntase que los presos del país no iban a recibir la vacuna hasta que todo el mundo estuviese vacunado, así como los guardias de las cárceles; una posición que llevó el caso al Tribunal Superior de Justicia del país y que terminó por rectificar.
En tercer lugar: la coordinación y la comunicación en el proceso de la vacunación. Cuando a Hadas Ziv le preguntan cómo es vacunarse en Israel la respuesta es breve y clara: “Muy fácil”. Y esto se debe, fundamentalmente, a que el proceso es ágil y es sencillo. Al ciudadano se le notifica a través de un SMS si es elegible o no para la vacuna. Si quiere interesarse él mismo, puede acceder a un portal web de su proveedor de atención médica para comprobar si es elegible. De serlo, puede concertar una cita a través de Internet o se le puede enviar un enlace a su teléfono móvil. El sistema está muy organizado, y por eso funciona.
Gracias a estas fórmulas, basadas en la gran adquisición de dosis, la centralización, la coordinación y la comunicación para un correcto proceso, Israel está muy lejos del resto en la llamada carrera de la vacunación. Sin embargo, no todo es positivo en el país, donde la tasa de casos está aumentando. Este lunes, sin ir más lejos, han registrado el máximo diario de muertes desde el inicio de la pandemia, con 68 decesos, además de 6.015 nuevos contagios. Además, ante el miedo al avance de las nuevas variantes del coronavirus, como la británica o la sudafricana, el Gobierno decidió el domingo cerrar casi en su totalidad el único aeropuerto internacional del territorio, el Ben Gurion, en Tel Aviv.
Pese a los esfuerzos de las autoridades sanitarias, igualmente, todavía hay amplias comunidades específicas, como algunas ultraortodoxas, que muestran un elevado grado de desconfianza en la vacuna.
Además, como apuntaba Hadas Ziv, aun a pesar del ratio de vacunación del país, el sistema no es equitativo porque excluye a distintas capas de la sociedad. El ejemplo palmario es el de los palestinos en territorios ocupados, a los que no les facilitarían la vacunación, lo cual no solo se contempla como un error desde el punto de vista moral y ético, sino también desde el punto de vista de la salud.