La población civil en Ucrania se mantiene firme, sin ceder un ápice en su resistencia a las fuerzas invasoras rusas. Un ejemplo de ello se da en Energodar, donde los empleados de la central nuclear de ZapoRozhe bloquean, con camiones, los accesos a la planta. Una lucha de resistencia que se repite en otros muchos puntos del país.
Con sacos de arena, neumáticos, pinchos, todo obstáculo es poco para evitar la entrada de las tropas rusas. Los militares de Vladimir Putin se dirigen a la mayor central nuclear de Europa, y ante el peligro de que los rusos la tomen son los propios ciudadanos los que han salido a la calle. Desarmados, sólo con sus banderas y barricadas.
A vista de dron se ve cómo más de un centenar de personas bloquean el paso. Es la resistencia civil, a veces tan desproporcionada como este pequeño David con banderas frente a un gigantesco Goliat de tanques. Ciudadanos de a pie que en otros puntos del conflicto están logrando que convoyes rusos den media vuelta.
El Servicio de Emergencias de Ucrania ha asegurado que más de 2.000 civiles han perdido la vida desde que comenzó la ofensiva militar rusa, el pasado jueves, en un nuevo balance que contrasta con las declaraciones de las autoridades de Rusia sobre la protección de la población.
Las autoridades ucranianas han informado también de la muerte de una decena de trabajadores de los servicios de emergencia, según un comunicado publicado en Facebook.
Por parte de la ONU, el recuento lo ha asumido el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, que hasta el martes tenía confirmados al menos 136 civiles fallecidos, 13 de ellos niños, y más de 400 heridos. No obstante, también reconoció que el balance de víctimas es "mucho mayor" del que puede verificar.