China ha decidido difundir algunas imágenes del polémico laboratorio de virología de Wuhan, acusado de haber dejado escapar el virus que provocó la pandemia de COVID-19, en un intento de defender sus medidas de seguridad. El laboratorio P4, situado en esta ciudad donde apareció el virus a finales del año pasado, trabaja con cepas de virus especialmente peligrosas y hay hipótesis que apuntan a que estaría en el origen de la pandemia.
“Sin autorización, ni un mosquito podría entrar en el laboratorio”, dijo el director del Laboratorio Nacional de Bioseguridad, Yuan Zhiming, en la entrevista realizada en el interior de las instalaciones, inauguradas en 2017, y emitida por la televisión estatal CCTV. “Ninguno de nuestros técnicos de laboratorio podría sacar ni siquiera una gota de agua o un pedacito de papel”, aseguró. Según el director, "la gente que se imagina que podríamos sacar animales del laboratorio para venderlos o que podrían escaparse no tienen ni idea de nuestro funcionamiento".
La teoría más plausible es que el virus tendría su origen en un murciélago o un pangolín y que luego pasó al hombre. El lugar probable de contaminación sería un mercado de Wuhan donde se vendían animales salvajes vivos. Sin embargo, EEUU ha apuntado en más de una ocasión que no descarta que el virus haya nacido en el laboratorio chino. Y un informe de la alianza de agencias de inteligencia “Five Eyes” -compuesta por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia- asegura que Beijing ocultó información. Según el documento, existen pruebas de que el virus se originó en el Instituto de Virología de Wuhan, y que el Gobierno del país asiático lo ocultó y destruyó pruebas.
Uno de los aspectos más críticos del informe es la falta de transparencia de China sobre cómo se propagó la enfermedad. El expediente resalta la existencia de una “negación mortal de la transmisión entre humanos” en las primeras etapas del brote en Wuhan. De hecho, revela que China tenía “pruebas de transmisión entre humanos desde principios de diciembre”, pero siguió negando que pudiera propagarse de esta manera hasta el 20 de enero. La Organización Mundial de la Salud aceptó esas afirmaciones de Beijing sin poner reparos y aún cuando Taiwán y Hong Kong expresaron su preocupación, según el informe.
El informe de 'Five Eyes' describe una imagen alarmante de los poderes cada vez más autoritarios utilizados por Beijing para ocultar su enfermedad al mundo entero. Por ejemplo, detalla que Huang Yan Ling, una investigadora del Instituto de Virología de Wuhan y que se pensaba que era el paciente cero de la pandemia mundial, desapareció misteriosamente y su biografía fue borrada del sitio web del laboratorio. El instituto ha negado que fuera la paciente cero y ha dicho que está viva pero no se ha sabido nada de ella desde entonces.
Para el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, “hay una enorme cantidad de pruebas de que el virus comenzó en el Laboratorio de Wuhan”. Según el funcionario de Donald Trump, China “hizo todo lo posible para asegurarse de que el mundo no se enterara a tiempo” sobre COVID-19. “Fue un clásico esfuerzo de desinformación comunista”, sentenció.
En la entrevista difundida por el régimen chino, Yuan Zhiming consideró “natural” que su laboratorio sea sospechoso porque es el que está más cerca del epicentro de la epidemia. Pero quiso restarle importancia y aseguró que confía en que “los rumores se disiparán progresivamente”. “No hubo ninguna fuga de patógenos ni contaminaciones humanas” en el laboratorio, insistió el director. Según Yuan, aunque parezca que el laboratorio es “una caja negra secreta” es en realidad “muy abierto y transparente” y espera acoger en el futuro a investigadores extranjeros.
Sin embargo, además de negarle la entrada a especialistas norteamericanos y europeos, Beijing nunca permitió que ningún medio internacional fuera autorizado para visitar el laboratorio desde que estalló la pandemia.