El Brexit, crónica de un error anunciado
El desabastecimiento de combustible ha dejado al descubierto las nefastas consecuencias del Brexit duro de Johnson
La crisis por la falta de transportistas se extiende a otros sectores como el de la carne o el de las farmacias
El Gobierno brexitero británico no reconoce que la falta de mano de obra es consecuencia del cierre de las fronteras
La crisis de combustible británica ha dejado al descubierto las nefastas consecuencias del Brexit duro por el que apostó Boris Johnson, al menos a corto y medio plazo. La salida oficial de la Unión Europea (UE) se produjo en plena pandemia y hasta ahora los efectos del Covid y los del Brexit se habían confundido. Johnson había atribuido muchos males del Brexit al coronavirus, pero ahora la vida ha vuelto a la normalidad en el Reino Unido y ya no existe la excusa del Covid.
Durante la campaña del referéndum de junio de 2016, primero, y las tensas e interminables negociaciones del Brexit, después, los expertos avisaron a Boris Johnson de las consecuencias que podía tener el Brexit y los efectos negativos podían ocasionar en la economía británica el cierre de las fronteras y la salida del mercado único. También avisaron del riesgo que corría para la unidad de las cuatro naciones que integran el Reino Unido seguir adelante con el Brexit radical. Este Brexit suponía aceptar que la región de Irlanda del Norte quedaba alineada comercialmente con la República de Irlanda y con la Unión Europea (UE) y se trasladaba la frontera a la costa. O sea, que se establecía una frontera comercial interna en el país, traicionando, a su vez, a sus socios unionistas norirlandeses.
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Desde que el pasado 1 de enero se consumó el Brexit, se han empezado a ver los efectos del Brexit. Primero fueron los pescadores escoceses que se quejaron de que las cuotas de pesca que Johnson les había dicho que había negociado no eran ciertas y que el acuerdo les perjudicaba enormemente. De hecho, se esperan pérdidas en el sector pesquero de más de 300 millones de libras (350 millones de euros) de aquí al 2026, según uno de los negociadores del acuerdo de pesca británico, cuando se les prometió ganancias de 148 millones de libras (172 millones de euros) en el mismo periodo. Después fueron los exportadores de moluscos y crustáceos, que quieren emprender acciones legales contra el gobierno por “negligencia y mala administración” cuando se dieron cuenta de que el Brexit no les permitía exportar.
Los efectos en Irlanda del Norte
Los controles establecidos en la frontera costera entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña provocaron que muchos productos británicos no llegaran al territorio. Los empresarios norirlandeses concluyeron que el Brexit era inviable en Irlanda del Norte. Los lealistas probritánicos provocaron disturbios en protestas por el Protocolo norirlandés firmado por Johnson. En marzo los grupos paramilitares lealistas retiraron su apoyo al proceso de paz en la región firmado en 1998. Los republicanos norirlandeses piden un referéndum de reunificación con Irlanda por primera vez. Mientras tanto, en Escocia, el apoyo a la independencia subió con la llegada de Johnson y su Brexit, y los nacionalistas y los verdes lograron una abrumadora mayoría en junio con la promesa de celebrar un referéndum de independencia en 2023.
En los últimos meses las estanterías de los supermercados británicos se han quedado vacías por la falta de camioneros. Ni Johnson ni ningún miembro de su Gobierno han reconocido que esto se debe al Brexit. Ha atribuidos los problemas en Irlanda del Norte a imposiciones de la UE, el auge del independentismo escocés al “error” de Tony Blair de devolver los parlamentos nacionales en 1998, el desabastecimiento de los supermercados al Covid y el de las gasolineras a la crisis energética global que, dijo, también está afectando a Estados Unidos y Alemania.
Es cierto que existe una crisis mundial y que ésta también está afectando al Reino Unido, pero los expertos coinciden en que el problema de la mano de obra que tiene el Reino Unido es consecuencia del Brexit duro por el que apostó Johnson. La crisis de combustible está perjudicando, sobre todo, a Londres y el sudeste de Inglaterra. En la región de Irlanda del Norte, territorio británico que situado en la isla de Irlanda y que está alineada comercialmente con la UE, no está teniendo estos problemas y en ningún caso se ha propagado el pánico entre la gente. Johnson ha pedido una prórroga indefinida a la UE para evitar que se apliquen al cien por cien los controles en la frontera según el acuerdo que firmó. Esta semana Johnson ha dicho que la falta de mano de obra es culpa de la crisis global. En ningún momento mencionó el Brexit.
La marcha de 200.000 europeos
Johnson ha anunciado una serie de medidas para hacer frente a esta situación como el ofrecimiento de un visado de tres meses a camioneros europeos para que vengan a hacer la campaña de Navidad y la movilización de 150 conductores del Ejército, pero estas medidas se antojan insuficientes ante un problema que es mucho más profundo. El problema de fondo es la falta de mano de obra por la marcha de comunitarios tras el Brexit y el bloqueo de nuevas llegadas por el sistema de inmigración postBrexit que cierra las puertas a los ciudadanos no calificados.
En el último año se han marchado del Reino Unido 200.000 ciudadanos europeos, según la Oficina Nacional de Estadística (ONS, en inglés), de los cuales 20.000 eran camioneros, principalmente polacos y esteuropeos. La escasez de camioneros no es nueva. Hace más de una década que los camioneros denuncian sus pésimas condiciones laborales. Los esteuropeos sostenían el sector. La escasez de mano de obra ha afectado sobre todo a las industrias que se alimentaban de trabajadores europeos como la hostelería y la restauración, la construcción y el transporte. Muchos restaurantes se están quejando de que no encuentran camareros. Lo mismo sucede en la construcción, donde faltan obreros y no están llegando materiales de construcción. Esto ha provocado que se paralicen muchas obras.
A su vez, la falta de transportistas está afectando a otros muchos sectores. Las farmacias denuncian que no están recibiendo algunos medicamentos. Los supermercados hace meses que que no reciben determinados productos. También la industria de la carne está sufriendo las vacantes de carniceros y la demora en la entrega de la carne. El sector de los comerciantes ha expresado su temor por verse afectado este invierno.
Invierno de descontento
El Gobierno insiste en que las empresas deben dar trabajo a los británicos, pero éstos no quieren hacer este tipo de trabajos. El paro, ahora mismo, está en un 4,6%. Ha subido un 0,3% desde que produjo el Brexit en 2016. Y ya había demanda de camareros, albañiles y camioneros entonces. Los europeos no estaban quedándose con el trabajo a los británicos antes del Brexit como se decía. Uno de los puntos clave del Brexit fue que los británicos esperaban cobrar más subsidios. Los subsidios no se han incrementado desde el Brexit. Más bien se han recortado.
El Gobierno teme que se produzca otro “invierno del descontento”, como se conoce a las continuas huelgas del sector público que estallaron en el invierno de 1978 a 1979 y que acabaron con el gobierno del laborista James Callaghan y auparon a la conservadora Margaret Thatcher. El nombre de “invierno de descontento” está extraído de la obra de ‘Ricardo III’, de William Shakespeare.
Johnson quiere evitar como sea un “nuevo invierno de descontento”. No le será fácil. Según una encuesta de la firma demoscópica ‘Statitsta’, el 47% de los británicos creen que el Brexit fue un error, por el 40% que sostienen su decisión. Los favorables al Brexit se impusieron en el referéndum de junio de 2017 con el 51,9% de los votos, por el 48,1% que voto en contra. Los brexiteros acérrimos siguen defendiendo su decisión del Brexit. A los problemas del Brexit se les suman las consecuencias del Covid. El año pasado la economía británica se contrajo un 9,9%, la mayor caída desde la gran nevada de 1709. Y Johnson se ha visto forzado a subir el impuesto de la Seguridad Social. Más allá de las palabras, los hechos demuestran el error del Brexit de Johnson.