En la cúspide para ser proclamado ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Joe Biden se ha dirigido a la nación en un tono sereno y conciliador, proyectando la imagen de un hombre que se prepara para asumir el mandato: "Los números son claros. Vamos a ganar esta contienda por mayoría clara".
Biden se mostró orgulloso por los datos obtenidos hasta ahora en los comicios que le dan el respaldo de la mayoría, y se mostró satisfecho al reconocer que "hemos reconstruido el muro azul que se derrumbó hace cuatro años", dijo al verse vencedor en los estados de Wisconsin, Michigan y Pensilvania, siendo este último uno de los más disputados en la recta final del recuento, y que en 2016 pasó de manos de los demócratas a los republicanos cuando Trump venció a Hillary Clinton.
Desde el centro de convenciones Chase Center de Wilmington, en el estado de Delaware, donde Joe Biden reside y desde donde ha seguido los resultados electorales, el exvicepresidente pidió "que se cuenten todos los votos", al tiempo que pedía calma y paciencia "a la espera de los resultados finales".
No fue un discurso de proclamación de victoria, pero sí el de un candidato que se siente victorioso. Biden dijo que su propósito es "garantizar la vida de nuestro pueblo". Ante una sociedad completamente dividida entre demócratas y republicanos, señaló "somos contrincantes, pero no somos enemigos".
"Estoy seguro de que la mayoría de los 150 millones de personas que han votado, quieren sacar ese veneno", dijo refiriéndose al evidente ambiente de crispación política que se vive en el país y, que tiene a la sociedad dividida, declarando que "no tenemos tiempo que desperdiciar en guerras partidistas. Voy a representar a toda la nación".
El vicepresidente avanzó que durante su futura legislatura se ocupará se la crisis sanitaria provocada por la Covid-19: "Vamos a controlar este virus", dijo. Se centrará también en la crisis económica que ha dejado a más de "22 millones de personas sin trabajo", en racismo sistémico y en el cambio climático.
Haciendo hincapié en las lamentables consecuencias de la pandemia, que ha dejado "240.000 vidas perdidas", dijo: "Vamos a controlar este virus. No podemos recuperar las vidas, pero sí salvar otras muchas".
En una sorprendente remontada, Biden tiene las papeletas suficientes para ganar. De los 270 votos electorales que necesita cualquiera de los dos aspirantes a la presidencia para ocupar la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, el candidato demócrata anota hasta el momento 253 frente a los 214 de Donald Trump.
Conforme iba avanzando la jornada del viernes, el escrutinio de los votos en los cuatro estados claves en los que Biden va por delante del presidente Trump, los números fueron mejorando para el candidato demócrata.
En el estado de Georgia, que aporta 16 votos electorales, y Pensilvania, 20, Biden lleva una ligera ventaja al presidente Donald Trump en una muy reñida carrera. Sobre todo en Georgia, donde el demócrata se adelanta al republicano por una diferencia de cerca de 4.400 votos. En Pensilvania, con el 96% de los votos escrutados, Biden gana hora por alrededor de 27.000 votos
Con el 93% de los votos contados en Nevada, Biden supera a Trump por algo más de 1 punto porcentual viéndose favorecido el posible futuro presidente por una diferencia de algo más de 22.600 votos.
En Arizona, el número de votos que da ventaja a Biden sobre Trump se duplica cuando, con el 97% de los votos reportados, aventaja al actual presidente por algo más de 29.800 votos.
En la agónica recta final para conocer los resultados electorales, Carolina del Norte es el único estado clave en el que el Donald Trump derrota a su rival demócrata, logrando por cerca de 77.000 papeletas más que Biden.
Entre las combinaciones posibles que se manejan ahora para que Biden se proclame vencedor, podría darse algunas de las siguientes opciones: si Biden gana como se prevé Pennsylvania (20 votos electorales), ya no necesita ni a Arizona ni a Nevada.
Pero si gana Arizona (11) y Nevada (6), ya no necesita Pensilvania. Los tres estados todavía están trabajando en el escrutinio de los votos restantes, y no está claro cuándo exactamente terminarán de contarlas.
Mientras los demócratas se muestran confiados en la victoria final, el presidente Trump se niega a aceptar la derrota. Tras haber presentado demandas en Pensilvania, Michigan y Georgia, impugnando el fraude en el escrutinio de votos, durante la tarde del jueves, desde la Casa Blanca ofreció una rueda de prensa en la que afirmó que “si cuentan los votos legales, habremos ganado. Si cuentan las ilegales, van a intentar robarnos las elecciones, y no podemos permitírselo”.
Si bien en Michigan y Georgia ha fracasado su petición para que los tribunales detuvieran el escrutinio en estos estados, alegando que no tenían acceso suficiente a los centros de votación de cómputo de votos, en Pensilvania ha prosperado por lo que se les ha dado la orden que de deben separar las papeletas que llegaron después del día de las elecciones, tras la apelación presentada por los republicanos para excluir esos votos del conteo total.
En Filadelfia, la ciudad más grande de Pensilvania, el alcalde demócrata Kim Kenney, dijo el viernes que "lo que el presidente tiene que hacer, francamente, es ponerse los pantalones de niño grande. Necesita reconocer que perdió. Y necesita felicitar al ganador".
Desde su equipo de campaña, el líder republicano ha enviado un comunicado en el que busca la transparencia en el recuento de votos y la certificación electoral, asegurando que continuará este proceso en todos los aspectos de la ley para garantizar que todos los estadounidenses tengan confianza en el Gobierno:
“Creemos que el pueblo estadounidense merece tener total transparencia en todo el recuento de votos y la certificación electoral, y que esto se trata de la integridad de todo nuestro proceso electoral. Desde el principio hemos dicho que todas las papeletas legales deben contarse, sin embargo, hemos encontrado resistencia a este principio básico por parte de los demócratas en todo momento. Continuaremos con este proceso en todos los aspectos de la ley para garantizar que el pueblo estadounidense tenga confianza en nuestro gobierno. Nunca me rendiré en la lucha por ti y nuestra nación”, declaró Trump en su comunicado.
El presidente Trump no paró de tuitear a lo largo de toda la tarde del viernes denunciando insistentemente el robo de las elecciones, incluyendo una publicación en la que ha dicho que “Joe Biden no debería reclamar injustamente el cargo de presidente. Yo también podría hacer esa afirmación. ¡Los procedimientos legales apenas comienzan!”.
Los republicanos, que hasta ahora no han presentado ninguna prueba que evidencie el fraude, aseguran que hay localidades en las que los ciudadanos han votado en varias ocasiones, que se han depositado papeletas de personas que no son residentes, e incluso de difuntos. Para reunir tales pruebas, Trump ha establecido un equipo que está buscando las supuestas irregularidades.
La situación que se producen en estas elecciones, traen a la memoria la vivida hace 20 años cuando George W. Bush, del Partido Republicano, se enfrentó al demócrata Al Gore, quien entonces era vicepresidente del país.
Aquellos comicios del 7 de noviembre de 2000 se convirtieron en uno de los más reñidos de la historia de Estados Unidos. La polémica se centró en los sufragios de Florida que terminaron resolviéndose en el Tribunal Supremo, concediendo la victoria Bush. El alto tribunal consideró anticonstitucionales los recuentos manuales impulsados en ese estado por el candidato demócrata.
Si bien la decisión generó un amargo enfrentamiento entre ambos bandos políticos y sus seguidores, Al Gore reconoció su derrota el 13 de diciembre, en una histórica declaración televisiva donde dijo: "Si bien disiento absolutamente con la decisión de la Corte Suprema, la acepto".
Desde las filas del Partido Republicano, varios altos cargos, como el gobernador del estado de Maryland, Harry Logan, o el ex senador de Pensilvania, Rick Santorum, han rechazado la actitud del presidente que pone en entredicho la integridad proceso constitucional del sufragio.
No obstante, el presidente Trump no está sólo. En el intento de desmantelar el proceso del escrutinio, junto a su vicepresidente, Mike Pence, están solicitando a sus partidarios donaciones para soportar el alto coste que supondría el proceso legal, calculado en unos 60 millones de dólares. Trump está convencido de que puede revertir la situación de supuesto fraude electoral pero para ello, tendría que presentar pruebas contundentes en los tribunales.
Biden, por su parte, ha respondido también ampliando su equipo legal y sus recursos en lo que uno de sus asesores de campaña llamó un "programa masivo de protección electoral".
Cuatro días después de los comicios, mientras los electores demócratas se preparan para celebrar la victoria en distintos puntos del país, los republicanos se manifiestan también en las calles en señal de protesta.