John Bercow: el adiós del carismático 'speaker' y la 'Carla Bruni' británica

  • Bercow ha vivido grandes 'hits' en la Cámara de los Comunes

  • Carismático y controvertido, no deja indiferente a nadie

  • Su esposa ha protagonizado 'realities' y polémicas amorosas

John Bercow abandona la presidencia de la Cámara de los Comunes, pero en la intimidad no dejará de gritar su famoso: “Ooordeer!” (¡Orden!); porque ese es también el nombre de su gato. Aunque quizá no necesite elevar el tono. Su mascota es, ha contado en alguna ocasión, mucho más “obediente” que los parlamentarios.

El carismático -y para algunos controvertido- político británico dice adiós tras diez años en el cargo y una fama internacional que no ha tenido ninguno de sus predecesores. Con su potente voz, su personalidad y sentido del humor no ha dejado indiferente a nadie. Para unos, ha sido el speaker de mayor espíritu reformista y el artífice de que el Parlamento haya recuperado su voz frente al Ejecutivo en el convulso escenario del divorcio europeo. Otros le han acusado de egocentrismo y parcialidad y de intentar ponerle freno al Brexit. Se va el mismo día en el que este debía haberse hecho efectivo.

Viraje ideológico y culebrón matrimonial

A sus 56 años, muchos compañeros del partido conservador no le perdonan su viaje ideológico, desde la derecha hacia el laborismo de centro izquierda. Una evolución en la que, según algunos, algo ha tenido que ver su esposa, Sally Bercow.

A ella, que es periodista, la llaman "la Carla Bruni británica". Le saca una cabeza a su marido, como la cantante al expresidente francés Nicolas Sarkozy. Los Bercow se casaron en 2002 y tienen tres hijos.

Fuera de la Cámara, Sally también ha contribuido al espectáculo. Posó tapada únicamente con una sábana y el palacio de Westminster al fondo para el periódico gratuito londinense Evening Standard. “La política es afrodisiaca”, declaraba.

Su vida privada ha hecho las delicias de los tabloides británicos. Hace cuatro años publicaron que Sally tenía una aventura con un primo de su marido. Ella lo reconoció: "Soy una esposa terrible y siempre lo he sido”. Contó, además, que detestaba vivir en el Palacio de Westminster (donde se aloja por tradición el speaker con su familia) y que se sentía como "en una pecera".

Programas televisivos y espíritu europeo

Sally ha participado en realities como el Gran Hermano de los Famosos, donde fue la primera expulsada. Destinó el dinero a una asociación de ayuda a personas con autismo, un trastorno que padece el hijo mayor del matrimonio, Oliver.

En un programa televisivo (Cuando Paddy encontró a Sally), ella se prestó a intercambiar su vida con un boxeador. Y en otro (Big Star's Little Star), participó con su hija Jemima cuando esta tenía cinco años.

En el pasado, Sally hizo campaña por el laborista Tony Blair. Y, ahora, en su perfil de Twitter proclama: "Todavía europea". A su marido le criticaron por llevar en el coche una pegatina a favor de la permanencia en la Unión Europea (como presidente de los Comunes debe mantenerse neutral). "Es cosa de mi esposa", respondió él. "La obligación de ser imparcial no se aplica a mi mujer, ella no es de mi propiedad", matizó.

Prometí a mi esposa y a mis hijos que esta sería mi última legislatura

El 9 de septiembre, el día que Bercow anuncio que dejaba el cargo, Sally estaba presente en la sala. “Prometí a mi esposa y a mis hijos que esta sería mi última legislatura", dijo él con lágrimas en los ojos. Estallaron los aplausos.

Talento para el tenis y ansias reformistas

Procedente de una familia de inmigrantes rumanos, John Bercow ha sido el primer presidente de los Comunes judío. A los ocho años comenzó a brillar como jugador de tenis, pero pronto tuvo que abandonar la competición por un asma bronquial. En el equipo del Parlamento, jugó de pareja con el exprimer ministro David Cameron. Y su afición le llevó a escribir un libro sobre sus 20 jugadores de tenis favoritos. (También le gusta el fútbol: no se pierde un partido del Arsenal).

Bercow se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Essex, alejado de los elitistas centros en los que se formaron muchos de sus compañeros tories.

Durante la década en el cargo, ha tomado medidas consideradas reformistas: ha ampliado la extensión de las preguntas al primer ministro, impulsado la creación de una guardería en Westminster y permitido que las diputadas asistan con sus bebés. También ha dado luz verde a la celebración de bodas gays en los salones del Parlamento, ha relajado el estricto código de vestimenta y ha abierto las puertas de la Cámara a las visitas. En la cara más negativa: un informe que le acusa de tolerar el acoso en los Comunes.

Se va uno de los grandes protagonistas del espectáculo democrático que se escenifica en el Parlamento británico, el hombre que ha puesto firmes a todos. Tal ha sido su protagonismo que, según la BBC, un ministro llegó a afirmar que el speaker es "la única persona en Reino Unido que no le rinde cuentas a nadie".