Australia revisa las aguas residuales para encontrar rastros ocultos de coronavirus
Los hidrógrafos bajan los cubos a los túneles de alcantarillado para recolectar muestras
Australia quiere enfocar la estrategia de rastreo en las zonas del país más contaminadas
Australia no teme arremangarse en su exitosa lucha contra el coronavirus. Su última iniciativa es desarrollar un programa para analizar las aguas residuales y excrementos para buscar rastros del virus con la intención de definir las estrategias de rastreo en suburbios o vecindarios problemáticos de Melbourne.
Nicholas Crosbie, representante de Melbourne Water, la empresa encargada de esta labor, explica que esperan monitorear muestras del 71% de las personas en Victoria, uno de los estados más poblados de Australia. "El objetivo de todo esto es estar alerta y encontrar casos no detectados o resurgir", agrega. Las aguas residuales también se han analizado en lugares como París, Tokio, Ámsterdam, Massachusetts y Valencia, aunque principalmente a pequeña escala para demostrar que la detección puede funcionar.
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A medida que Australia da pasos hacia la reapertura después de un cierre de dos meses, los funcionarios de salud apuestan por un programa masivo de pruebas y rastreo de contactos para ayudar a prevenir una segunda ola de casos. Más de un millón de personas en todo el país de 25 millones ya se han hecho la prueba del virus, pero las autoridades subrayan que las aguas residuales son una forma barata y efectiva de controlar la enfermedad. Los hidrógrafos bajan los cubos a los túneles de alcantarillado para recolectar muestras, que luego se trasladan a un laboratorio donde se concentran y se analizan los niveles ultra-traza del virus.
"Sabemos que el coronavirus se excreta en las heces por hasta seis semanas después de que aparecen los primeros síntomas", señala Crosbie, que niega que haya riesgo de contraer el virus en las aguas residuales ya que los tratamientos de aguas convencionales ya lo han matado. El proceso es similar a las pruebas de aguas residuales ya realizadas para detectar enfermedades como la polio y la presencia de drogas ilícitas como la cocaína. “En comparación con las pruebas clínicas, es muy rentable. Pero de ninguna manera reemplaza la vigilancia clínica ”, advierte.
"El objetivo de todo esto es poder dirigir la vigilancia clínica de manera más efectiva", agrega. Si el laboratorio de pruebas detecta un resultado positivo, puede rastrearse hasta el suburbio de origen pero no reducirse a una casa específica. "Si hay un suburbio que no ha identificado un caso pero está en la corriente de aguas residuales, entonces nos damos cuenta de que debemos concentrarnos en ese suburbio para encontrar a las personas", dijo el ministro de Salud, Greg Hunt.
Poco más de 7.000 casos de COVID-19 en Australia
Australia ha tenido éxito en contener la propagación de Covid-19, registrando poco más de 7.000 casos y 100 muertes por el virus. El país ha comenzado a restringir cautelosamente las restricciones, pero los funcionarios, desconfiados de la posible transmisión comunitaria, han esbozado un proceso de reapertura de tres pasos que se desarrollará durante varios meses.
Los economistas han advertido sobre las graves consecuencias si el país se ve obligado a regresar al cierre nacional, que comenzó a finales de marzo y ha dejado a más de un millón de personas sin trabajo. Junto con las pruebas de aguas residuales, otro pilar clave del plan de Australia para reiniciar la economía es su controvertida aplicación de rastreo de contactos COVIDSafe, que aprovecha las señales Bluetooth de un teléfono para registrar interacciones con otros usuarios cercanos.