En Venezuela, con más de un mes de antelación, ha comenzado la campaña electoral de cara a las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, y no lo ha hecho exenta de polémica. UNICEF ha tenido que salir a denunciar a través de su cuenta de Twitter cómo el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido del gobierno de Nicolás Maduro, ha instrumentalizado la ayuda humanitaria que reparte la agencia de la ONU para hacer proselitismo político.
“UNICEF trabaja con base en los principios humanitarios de neutralidad, imparcialidad, independencia y humanidad. Los suministros y el apoyo que ofrecemos en el país son gratuitos y NO deben ser utilizados con fines distintos a la atención de los niños y sus familias”, señaló la organización destinada a la infancia en sus redes sociales.
La polémica llegó después de que se hiciesen públicas unas fotografías donde se veía a varios candidatos del partido del chavismo repartiendo enseres en bolsas con el logotipo de UNICEF en un colegio del Estado Miranda rodeados de niños y adolescentes. Las fotografías en seguida se hicieron virales y suscitaron las críticas de la oposición venezolana y los usuarios de las redes sociales, que no es la primera vez que denuncian el uso de recursos públicos de manera inadecuada que hace el chavismo.
En reiteradas ocasiones, los partidos opositores han puesto de manifiesto cómo el gobierno utiliza los medios de comunicación del Estado, por ejemplo, para hacer actos de campaña y propaganda electoral, incumpliendo con la legislación vigente en el país.
El próximo 6 de diciembre se celebrarán las elecciones para renovar el parlamento venezolano. Se han presentado más de 14.000 candidatos de un total de 107 partidos políticos para ocupar alguno de los 277 escaños en juego. Sin embargo, la cita no levanta pasiones entre los venezolanos, hastiados de la situación de crisis económica y política en el país.
Luis Vicente León, el director de Datanálisis, la encuestadora más importante del país augura una gran abstención en una jornada a la que están llamados al voto 20,7 millones de venezolanos. En su cuenta de Twitter, León publicó que “la mayoría no va a votar (56,8%) o no sabe (8%)”. Y agregó que “el problema no resuelto es qué hacer después de la abstención”. Critica además el “boicot opositor” porque considera que “no resulta muy prometedor” para conseguir cambios políticos.
Se refiere al rechazo a participar en estas elecciones que han manifestado desde el principio los principales partidos de la oposición encabezados por Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela reconocido por más de 50 países. Estos partidos, conocidos como el G4 (Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo), rechazan los comicios por considerarlos “un fraude de la dictadura” y harán lo que han denominado una “consulta popular” alternativa entre el 5 y el 12 de diciembre.
También ellos han comenzado su particular campaña electoral de cara a este referéndum del que todavía se desconocen los detalles principales, pero cuyo Comité Organizador ya ha anunciado que se realizará en las modalidades virtual y presencial (la virtual del 5 al 12 y la presencial durante la jornada del 12 de diciembre), y que constará de dos preguntas que, orientativamente (aún no están definidas del todo) serán las siguientes:
Según un comunicado que sacó esta semana dicho Comité Organizativo de la Consulta Popular, se trata de “una iniciativa apoyada por organizaciones de ciudadanos venezolanos en el país y en situación de migrantes en el mundo, donde todos los venezolanos podrán expresar su voluntad como el mejor camino para reencontrarnos como familias y ciudadanos y hacer de Venezuela un país libre y democrático”.
El único requisito para participar es ser mayor de 18 años y presentar la cédula de identidad o pasaporte, en vigencia o vencido. No importa.
“Dentro y fuera de Venezuela nos uniremos para alzar la voz, ejercer la mayoría que somos y ser partícipes de la lucha por una solución a la crisis”, señaló Juan Guaidó a través de sus redes sociales.
Sobre la participación en ambos procesos electorales, según la encuestadora Delphos, la consulta popular opositora contaría con el 37% de movilización, mientras que las elecciones legislativas con un 13%, una cifra que disminuye si atendemos a los números de Datanálisis, que sitúan la participación en los comicios impulsados por el gobierno en apenas un 5,6%.
Pero lo cierto es que la campaña electoral ha comenzado en un momento de incertidumbre absoluta para la oposición venezolana, más desunida que nunca y tras el varapalo de la salida de Leopoldo López del país de manera sorpresiva. López es uno de los ejes fundamentales de cohesión interna y símbolo de resistencia frente al chavismo, que, si bien es cierto que ahora continúa con su mensaje de “lucha contra la dictadura” desde España, su presencia en el exilio supone un cambio fundamental en el sentir emocional de los venezolanos de a pie, que ven en Leopoldo López un líder incuestionable y carismático con posibilidades reales de gobernanza en caso de ser liberado por la justicia venezolana. Su imaginario está valorado (e idealizado) muy por encima incluso del propio Guaidó.
Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre traen un recorrido de polémica prácticamente desde que se anunció su fecha de celebración; con idas y venidas en el acercamiento al diálogo entre las partes. Un diálogo frustrado (una vez más) y de apariencia imposible, no solo por esta intentona, sino por la historia reciente de negociaciones infructuosas.
Durante las últimas semanas, se atisbó la esperanza de entendimiento cuando el líder opositor Henrique Capriles, ex gobernador del Estado Miranda, ex candidato presidencial en 2013 y actualmente inhabilitado por la justicia venezolana para ejercer cualquier cargo público, dio un paso al frente, reconoció que estaba a favor del voto y amagó con formar una coalición que se presumía poderosa para hacer un llamado a las urnas. Reconoció además que había participado del diálogo con el gobierno de Nicolás Maduro y con otros agentes externos, como la Unión Europea, interesados en que se den las garantías democráticas para templar los ánimos en el país caribeño y buscar una salida consensuada a la grave crisis económica que padecen a diario los ciudadanos.
Pero finalmente, este nuevo intento de conseguir algún acuerdo se tornó, una vez más, en un espejismo sin resultados. Capriles reculó y desapareció de nuevo del panorama mediático y político venezolano, abocado otra vez al ostracismo en el que llevaba sumido los últimos años. La Unión Europea, que envió una misión diplomática el pasado mes de septiembre para negociar con las partes y poder participar como observadores internacionales en diciembre en caso de alcanzarse algunos acuerdos, anunció que las charlas y la visita fueron infructuosas y que no vendrá a los comicios por considerar que en estos momentos no se cumplen las garantías necesarias para tener unas elecciones libres. Su requisito y petición principal al gobierno de Nicolás Maduro fue posponer las elecciones seis meses, algo a lo que el mandatario se negó rotundamente desde el principio.
“Llueva, truene o relampaguee, las elecciones se celebrarán el 6 de diciembre tal y como rige en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, ha repetido una y otra vez el presidente chavista. “Maduro no parece preocuparse mucho”, aseguró en una entrevista a la agencia AFP, Michael Shifter, el presidente de Diálogo Interamericano. “La nueva Asamblea Nacional le permitirá consolidar el poder total”, añade.
Y esa es la imagen que se está esforzando en dar estos días tras el arranque de la campaña electoral en Venezuela tanto Nicolás Maduro como el resto de los candidatos de su partido, que durante toda la semana están convocando actos que pretenden ser multitudinarios (aunque no lo son) en las principales plazas de Caracas y otras ciudades del país, sin cumplir con las medidas de bioseguridad necesarias y exigidas por la pandemia y con escasez de presencia de mascarillas en estos eventos.
Otro de los asuntos novedosos de esta campaña electoral serán los debates entre los candidatos de los diferentes partidos participantes que anunció el propio Maduro en una alocución pública durante la tarde del miércoles. Según él se retransmitirán a través de Venezolana de Televisión (VTV), el canal público del Estado, y comenzarán a partir del próximo jueves.
“Diálogo con todos los partidos, para que cada quien ponga sus gallos y sus tigras”, dijo Maduro, con su particular sentido del humor refiriéndose así a los candidatos y candidatas. Aprovechó también el mandatario para informar de que su esposa, Cilia Flores, que es la jefa del comando de campaña, participará en uno de estos debates sin precedentes en un sistema poco acostumbrado a este tipo de formatos. Su hijo, Nicolás Ernesto Maduro Guerra, más conocido como “Nicolasito”, también es candidato a diputado por el Estado La Guaira, uno de los más importantes y ricos del país.
Sobre las elecciones de EEUU también habló Nicolás Maduro, que señaló que desde Venezuela “no se meten en los asuntos internos de otros países” pero que “gane quien gane” tendrán “una sola política: el diálogo, el diálogo y el diálogo”. “Tengan la seguridad de que quien gane en Estados Unidos tendrá en Venezuela un interlocutor válido y ese interlocutor es Nicolás Maduro, quien ejerce la presidencia y el poder”.
Venezuela ha sido tema fundamental de la campaña política entre ambos candidatos a la presidencia estadounidense, sobre todo en su afán de ganar el poderoso y fundamental estado de la Florida, donde se encuentran millones de votos de los cubanos americanos y venezolanos en el exilio, deseosos de terminar con los regímenes autoritarios en sus países de origen y de no repetir ese modelo en EEUU.