Alison Botha tenía 27 años cuando vivió una trágica agresión que no acabó con su vida de milagro. Los hechos ocurrieron en el año 1994, y a pesar de la gravedad de lo ocurrido, afortunadamente está viva para contarlo.
El 18 de diciembre de ese año, Alison había pasado una noche de fiesta junto con sus amigos en Sudáfrica. Cuando iba de camino a su apartamento, un hombre armado con un cuchillo irrumpió con su vehículo y la obligó a subirse con él. Ese fue el principio de su infierno.
La joven no tuvo más remedio que hacer caso al agresor, que condujo hasta recoger a otro hombre, el que sería su cómplice en los hechos. Ambos fueron identificados como Frans du Toit y Theuns Kruger. Entre los dos llevaron a la víctima a una zona alejada de la ciudad para poder ejecutar su plan: abusar sexualmente de ella y después matarla.
Sin embargo, a pesar de sus intentos, no lograron acabar con la vida de Alison. Después de que ambos agresores la violaran, decidieron que iban a matarla. Primero la asfixiaron, pero a pesar de perder el conocimiento durante unos instantes, no falleció.
Eso enfureció aún más a los dos hombres, que decidieron llevar su brutalidad hasta otro nivel: comenzaron a apuñalarla en el abdomen hasta en treinta ocasiones. Cuando terminaron, comprobaron que la mujer todavía seguía con vida por lo que le cortaron el cuello dieciséis veces.
Los hombres se marcharon satisfechos creyendo que por fin la habían asesinado: "Nadie puede sobrevivir a eso", aseguró uno de ellos, según recoge Daily Star.
Pero Alison sí que pudo. Cogió las últimas fuerzas que le quedaban para escribir el nombre de sus atacantes en la arena, y se dirigió hacia la carretera para tratar de pedir ayuda. La víctima asegura que se tuvo que ir sosteniendo la cabeza porque sentía que se le caía hacia atrás, ya que casi había sido degollada por completo. Además, también tenía que sujetarse las tripas para que no se le salieran por las múltiples puñaladas.
Como un milagro, logró llegar a la carretera, donde fue asistida. Además, tras las primeras curaciones, logró identificar a sus atacantes y gracias a ella pudieron detenerlos. Tanto du Toit como Kruger fueron culpables de ocho cargos, incluidos secuestro, violación e intento de asesinato, por los que fueron condenados a cadena perpetua en agosto de 1995.
Ahora, Alison se ha convertido en una de las primeras mujeres de Sudáfrica en hablar públicamente sobre la violación, y quiere que su ejemplo sirva de inspiración para que muchas mujeres que han vivido una agresión no se callen y cuenten sus historias.