Israel ha inmunizado ya con la pauta completa a 9,3 millones de personas, el 60,5% de su población, según el portal Our World in Data. Se trata de uno de los países con la tasa de vacunación más alta, con lo que se ha convertido en la referencia para observar cómo funcionan las vacunas en el mundo real.
Hasta ahora, se ha podido comprobar que los fármacos presentan una elevada eficacia contra el covid-19. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista científica Clinical Microbiology and Infection ha revelado que "una minoría de personas vacunadas podría infectarse y sufrir una morbilidad significativa".
Tras analizar la muestra de 152 pacientes ingresados por coronavirus en 17 hospitales de Israel a pesar de haber recibido las dos dosis necesarias, la investigación especifica que 38 (el 25%) desarrollaron un diagnóstico grave de la enfermedad y necesitaron ventilación mecánica, mientras que 34 (22%) fallecieron.
No obstante, los autores destacan que la mayoría de personas mostraba "una alta tasa de comorbilidades (presencia de uno o más trastornos además de la enfermedad primaria) que predisponen a un covid-19 grave". De hecho, sólo el 6% no presentaba patologías previas.
En cambio, 108 de los 152 pacientes estudiados (71%) sufrían hipertensión; 73 (48%) tenían diabetes; 41 (27%) padecían problemas de insuficiencia cardíaca; 37 (24%) presentaban enfermedades crónicas de riñones o pulmones; a 36 (24%) se les había diagnosticado previamente cáncer y 29 (19%) sufrían demencia. Por su parte, 60 (40%) estaban inmunodeprimidos.
En conclusión, los científicos resumen que las personas vacunadas que habían sido ingresadas por coronavirus "tenían una tasa más alta de comorbilidades e inmunosupresión en comparación con los pacientes hospitalizados con coronavirus no vacunados previamente". Por ello, sugieren que "una mayor caracterización de esta población vulnerable puede ayudar a desarrollar una guía para aumentar su protección, ya sea mediante un distanciamiento social continuo o mediante vacunaciones activas o pasivas adicionales".
En consonancia con esto, el Ministerio de Sanidad israelí aprobó recientemente la administración de una tercera dosis, siendo el primer país del mundo en aprobar una medida de esta índole. El centro médico Sheba, uno de los hospitales más grandes del país, en las cercanías de Tel Aviv, ya comenzó a citar a docenas de pacientes para programar la inoculación.
Las autoridades sanitarias recomiendan que la tercera inyección se administre entre cuatro y ocho semanas después de la segunda para reforzar el nivel de protección estas personas que se encuentran más desprotegidas frente al virus.
"Hay evidencia acumulada de que los pacientes con debilidad inmunológica no desarrollan una respuesta satisfactoria de anticuerpos después de dos dosis de la vacuna, y algunos de ellos pueden desarrollar anticuerpos tras una tercera dosis", declaró Emilia Anis, jefa de la unidad epidemiológica del Ministerio, en declaraciones recogidas por el digital Times of Israel.