Los que no salgan de Afganistán antes del próximo martes, vivirán bajo un régimen talibán que empieza a organizar su gobierno y a ordenar el regreso de los funcionarios a sus puestos de trabajo.
Las mujeres, sin embargo, tienen la orden de quedarse en casa. Al menos de momento, dicen los talibanes que las mujeres, a las que en su inmensa mayoría ya vemos con el burka puesto, no tienen garantizada su seguridad en las calles.
Lo que no tiene garantizado prácticamente ningún afgano es la comida. Como cuenta un tendero, la moneda local se ha desplomado frente al dólar y los precios de los productos básicos se han disparado.
Miles de personas procedentes de todo el país se hacinan en las calles de Kabul en campamentos improvisados. Sus miradas perdidas lo dicen absolutamente todo. Intentan huir del terror talibán, pero si los que cuentan con papeles y están en el aeropuerto lo tienen muy complicado ellos se enfrentan a un imposible.
Los hay que hacen cola desde hace una semana en la zona de las embajadas. Que están ya cerradas o trabajando con el personal mínimo y no pueden atenderlos.
Afganistán apura los días antes de que el último militar occidental abandone el país.