La noticia sobrecogía a primera hora de este lunes: un avión de China Eastern Airlines con 132 personas a bordo se estrellaba en el suroeste de China en uno de los peores accidentes de la última década en el país.
El aeroplano, un Boeing 737-800 de seis años y ocho meses de antigüedad, cayó en picado a una velocidad que llegó a superar los 9.000 metros por minuto. Su trayectoria, de hecho, fue tal que se estima que en solo tres minutos descendió unos 8.000 metros.
“Yo nunca había visto uno tan brutal como este que hemos visto”, afirma Javier Martín-Chico, director del departamento técnico SEPLA, en declaraciones a Informativos Telecinco.
En su opinión, “debió de tener algún tipo de daño estructural importante para caer de la manera en que cae, como si fuera un misil prácticamente contra tierra”; un fallo tan grave que impidió a los pilotos ni tan siquiera planear para frenar la caída.
Tras el siniestro, en el lugar la gran humareda señalaba el punto exacto del impacto: una zona montañosa de difícil acceso que obliga a los bomberos a llegar a pie a unas tareas de búsqueda sin indicios de supervivientes.
Ante la tragedia, la compañía China Eastern Airlines ha inmovilizado el resto de aeronaves de ese modelo en su flota, mientras se esclarecen las causas del accidente.
Por ahora, en ese aspecto, el accidente está rodeado de misterio.
El aeroplano cubría la ruta entre las ciudades de Kunming y Cantón, también conocida como Guangzhou, cuando se ha producido el siniestro.
El vuelo vuelo MU5735 había despegado a las 13:15 hora local (5:15 GMT), y se precipitó cerca de la localidad de Wuzhou. Tras caer, colisionar y desintegrase, el accidente además desató un importante incendio forestal.
Tras la tragedia, el presidente chino, Xi Jinping ha mandado activar el mecanismo de respuesta de emergencia y realizar una búsqueda y rescate total, si bien no hay esperanzas de encontrar vida.
Los informes hasta ahora apuntan a que la climatología era óptima para el vuelo, si bien la investigación está en marcha.