El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a hacer gala de su estilo habitual en el discurso sobre el Estado de la Nación: datos inexactos, afirmaciones exageradas y una retórica que pone en duda los principios democráticos de su país. Entre sus declaraciones más llamativas, destacó su versión sobre la ayuda a Ucrania y una dura crítica a la burocracia federal, informa David Cacho.

De esta manera, el presidente insistió en cifras que no se sostienen: “Hemos gastado quizás 350.000 millones de dólares como dando caramelos a un niño, y los europeos han gastado cien mil millones. ¡Qué diferencia, eh! Y nosotros tenemos un océano que nos separa de Rusia, y ellos no”, afirmó. Sin embargo, los números no cuadran. Trump ignora que la Unión Europea no es la única que ha aportado fondos a Ucrania, sino que los 27 estados miembros, salvo Hungría, han contribuido individualmente. Además, ni toda la ayuda estadounidense ha sido a fondo perdido ni toda la europea ha consistido en préstamos. Y, por si fuera poco, el expresidente parece olvidar que Alaska, parte de Estados Unidos, está a solo 82 kilómetros de Rusia.

Otra de sus declaraciones más polémicas tuvo como objetivo la administración pública: “Tenemos cientos de miles de trabajadores federales que no se han presentado a trabajar. Mi administración recuperará el poder de esa burocracia a la que nadie ha elegido y restauraremos la verdadera democracia en Estados Unidos”. En realidad, EE.UU. cuenta con unos 2,5 millones de funcionarios federales, en su mayoría seleccionados por mérito, como ocurre en cualquier democracia consolidada. La idea de que cientos de miles no acuden a su puesto de trabajo es, como mínimo, una exageración. Además, resulta llamativo que Trump cuestione la legitimidad del sistema democrático mientras pronunciaba estas palabras frente a Elon Musk, una de las figuras con mayor influencia política en el país y a quien nadie ha elegido en las urnas.

Para muchos, este discurso no es solo una cuestión de ahorro en la administración, sino un intento de reformular la burocracia con personas más afines al Partido Republicano. Lo cierto es que, más allá de los números cuestionables, Trump sigue marcando su estrategia con un discurso que desafía las bases mismas del sistema estadounidense.

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