En Países Bajos es conocida la actividad violenta de los grupos de narcotráfico, la llamada 'Mocro Maffia', que tiene también actividad en el sur de España. El origen de la 'Mocro Maffia' se sitúa en muchas ocasiones en los conocidos' coffe shops' que se encuentran en las calles del centro de Ámsterdam.

La legislación blanda, el poder obtener drogas en cantidades pequeñas de forma muy fácil hizo germinar estos grupos en los años 80 y 90. Han crecido entre la inmigración magrebí y con el paso de los años ha llegado a controlar el tercio del mercado de la cocaína en Europa.

Estos grupos germinaron en barrios construidos en los años 60 y 70 a base de bloques de pisos muy sencillos, situados al lado de las autopistas. Allí vivía mucha gente con riesgo de caer en la pobreza social y muchos jóvenes y adolescentes vieron en la droga la excusa perfecta para hacer dinero fácil.

Con el paso del tiempo estos grupos crecieron y se crearon los llamados mocro clanes, grupos que lo controlaban absolutamente todo, empezando por los puertos donde llegaba la droga captando decenas de adolescentes, sobornando a policías o coaccionando al personal de las aduanas.

Esta violencia escaló con asesinatos a periodistas, tiroteos a enemigos de clanes rivales a plena luz del día en el centro de Ámsterdam. La sensación es que estos grupos campaban a sus anchas, hasta tal punto que llegaron a amenazar al Gobierno del país y a la familia real holandesa.

"Ellos no se benefician de esa atención pública, quieren seguir viviendo en el secreto y hacer sus tratos fuera de la atención pública. Sus clientes pueden ser cualquiera. Pueden ser abogados que están a la vuelta de la esquina o estudiantes que se van de fiesta. El crimen que estamos viendo es solo una fracción del total, la punta del iceberg", explica Yarin Eski, de la Universidad Libre de Ámsterdam.

Según datos oficiales, actualmente la policía holandesa tiene identificadas más de 420 bandas de narcotraficantes. En 2024 hubo más de un centenar de tiroteos y más de 800 explosiones producidas por pequeños artefactos caseros y, según datos de Europol, seis de cada 10 holandeses consideran su país un narcoestado.

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