En la ciudad alemana de Múnich ha finalizado este domingo una Conferencia Internacional de Seguridad que, visto lo visto, da paso a un periodo de una gran inseguridad mundial. Quizás por eso, el responsable máximo de ese encuentro, Christoph Heusgen, lloraba desconsolado al dar por clausurado el evento.
En apenas unas horas, la Unión Europea ha pasado del estupor a la indignación y ahora busca una respuesta conjunta. La reunión de los ministros de Exteriores ha sido la antesala de esa reacción que seguirá este lunes en París con una cumbre de líderes europeos promovida por el presidente francés, Emmanuel Macron.
A la misma han confirmado su asistencia Alemania, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Polonia y también España. Les acompañarán los presidentes de la Comisión Europa, Ursula Von der Leyen, y del Consejo Europeo, António Costa, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
"Vladimir Putin -el presidente ruso- huele la debilidad, sólo entiende la fuerza", decía Heusgen, añadiendo que, "después del discurso del vicepresidente (estadounidense) JD Vance, tenemos que temer que nuestra base de valores comunes ya no sea tan común". Y justo antes de terminar su discurso de cierre, el veterano diplomático alemán se desplomaba.
Un llanto de decepción ante este nuevo orden mundial que la llegada de Donald Trump ha precipitado, como se ha podido ver estos tres días de imposición de aranceles, cuestionamiento de la democracia en el Viejo Continente y ninguneo a Bruselas en las negociaciones de paz para Ucrania.
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