Toma de posesión de Donald Trump: así fue su llegada a la Casa Blanca en 2017
Trump juró el cargo sobre dos Biblias: una que le regaló su madre en 1955 y otra utilizada por Abraham Lincoln en 1861
El número de asistentes a la investidura también se convirtió en un tema controvertido
Horario y detalles de la ceremonia de investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos
El 20 de enero de 2017, Donald J. Trump juró como el 45.º presidente de los Estados Unidos en una ceremonia cargada de simbolismo, polémica y expectativas. Se trató de un evento que supuso el inicio de una administración que prometía romper con las normas establecidas, al adoptar un enfoque mucho más populista que los anteriores, bajo el lema “Estados Unidos primero”.
El contexto político: unas elecciones históricas y polarizadas
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La elección de Trump en 2016 fue una de las más controvertidas de la historia moderna de Estados Unidos. Su victoria sobre Hillary Clinton, pese a obtener menos votos populares, desató un debate nacional sobre el sistema electoral vigente. Al fin y al cabo se trataba de Donald Trump, un empresario sin experiencia política previa, que consiguió atraer la atención de millones de votantes con su retórica directa, sus ataques a las élites políticas y su promesa de "drenar el pantano" en Washington.
La campaña estuvo marcada por el uso intensivo de redes sociales, diversos escándalos relacionados con interferencias extranjeras y un ambiente de polarización política sin precedentes. Según el Pew Research Center, las elecciones de 2016 dejaron a la nación más dividida que nunca, con un 57 % de los estadounidenses diciendo que estaban insatisfechos con el estado de la democracia.
El día de la investidura: tradiciones y tensiones
La ceremonia oficial se llevó a cabo en las escalinatas del Capitolio en Washington D.C. Como dicta la tradición, Trump juró el cargo sobre dos Biblias: una que le regaló su madre en 1955 y otra utilizada por Abraham Lincoln en 1861. El juramento se hizo ante el por el presidente del Tribunal Supremo, John G. Roberts Jr.
En su discurso inaugural, Trump prometió devolver el poder al pueblo estadounidense y centrarse en los intereses nacionales: "Hoy no estamos transfiriendo el poder de una administración a otra, sino devolviéndolo al pueblo."
El discurso, aunque breve, fue contundente, reiterando su postura de priorizar a Estados Unidos en el comercio, las relaciones internacionales y la seguridad. Sin embargo, fue criticado por su tono oscuro y combativo, en contraste con los discursos más conciliadores de sus predecesores.
Participación y polémicas en torno a la asistencia
La asistencia a la investidura se convirtió en un tema controvertido. Mientras la Casa Blanca afirmó que se trató de una de las ceremonias más concurridas de la historia, imágenes por satélite y distintas estimaciones independientes sugirieron lo contrario. Según el New York Times, la participación osciló entre 300,000 y 600,000 personas, cifras muy por debajo de los 1,8 millones que asistieron a la investidura de Barack Obama en 2009.
Sean Spicer, secretario de prensa de Trump, generó titulares cuando afirmó que la ceremonia tuvo "la mayor audiencia que jamás haya presenciado una investidura, tanto en persona como a nivel global". Esta declaración, ampliamente desmentida por los medios, dio lugar al concepto de "hechos alternativos", acuñado posteriormente por Kellyanne Conway, asesora de Trump.
El día de la investidura también estuvo marcado por protestas masivas en varias ciudades de Estados Unidos y el mundo. En Washington D.C., miles de manifestantes tomaron las calles para expresar su rechazo a las políticas y el discurso de Trump, destacando temas como los derechos de las mujeres, el cambio climático y la inmigración. En contraste, grupos de simpatizantes de Trump celebraron la ocasión como el inicio de un cambio político necesario.
Sus primeras acciones como Presidente
Tras la ceremonia, Trump se dirigió a la Casa Blanca, donde firmó sus primeras órdenes ejecutivas. Una de las más destacadas fue la instrucción para minimizar las cargas del Affordable Care Act (Obamacare), marcando el inicio de sus esfuerzos por desmantelar la reforma sanitaria de su predecesor.
Además, Trump comenzó a delinear su política de comercio, enfatizando la necesidad de renegociar tratados como el NAFTA y retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), decisiones que impactarían significativamente en la economía global.
De esta forma, la toma de posesión de Trump en 2017 no solo marcó el inicio de una presidencia atípica, sino que simbolizó el profundo cambio en la política estadounidense. Su administración redefinió la comunicación política a través de redes sociales, particularmente Twitter, y se caracterizó por su enfoque populista y confrontacional.
Desde el cuestionamiento de las instituciones hasta el manejo de controversias internacionales, el mandato de Trump dejó una huella imborrable en la historia política del país, generando debates sobre el futuro de la democracia y la gobernanza en Estados Unidos, hasta el punto de que desde entonces sus ecos han resonado de tal manera que en breve volverá a ser investido Presidente de los Estados Unidos el 20 de enero de 2025.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017 fue mucho más que una transición de poder; fue un reflejo de una sociedad profundamente dividida y un punto de inflexión en la política global. Su investidura, cargada de simbolismo y controversias, marcó el comienzo de una era que sería recordada por sus profundas implicaciones en la política nacional e internacional.