En Magdeburgo, Alemania, donde se produjo el atropello masivo el pasado viernes, siguen las investigaciones. El autor es un inmigrante procedente de Arabia Saudí que podría tener problemas mentales. Y en un momento en el que la sociedad se encuentra muy dividida, la extrema derecha ha encontrado en el origen del atacante un motivo para movilizarse.
Sin una explicación policial coherente, muchos se arrodillan, juntan sus manos, lloran y tratan de prender la esperanza en este mar de velas, flores y juguetes en recuerdo de los 5 muertos, entre ellos un niño, y centenares de heridos.
En el mercadillo de Navidad tratan de recuperar el ritmo propio de la víspera de Nochebuena. La alegría rota el viernes por el hombre que se arrodillaba ante la policía alemana.
Saudí, médico psiquiatra, dio positivo en drogas. Sus pacientes le describen en medios alemanes como el doctor Google, consultaba en internet enfermedades básicas como la trombosis o se pinchaba los dedos mientras ponía vacunas.
Pidió asilo en 2006, se decía islamófobo, pero ha atentado como otros yihadistas. Con un todoterreno, sin aparente apoyo, tras estudiar la zona y entrar por la salida de emergencias arrasando a los transeúntes.
La policía alemana admite que fue advertida de su peligrosidad por la inteligencia saudí. Calificaron la amenaza de abstracta. Eso que Taleb se había prodigado en advertencias violentas cada vez que atravesaba contratiempos. La última amenaza la envió por carta a la fiscalía en 2023.
Pitidos contra la visita del canciller Scholz y manifestaciones, como la convocada esta tarde por Alternativa por Alemania: “Alemania para los alemanes”, es la cara más preocupante tras el atentado.
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