La caída de Damasco, capital de Siria, es un terremoto en la región, y cambia el mapa de Oriente Medio. Hay ganadores y perdedores. ¿Quiénes ganan? Turquía e Israel, especialmente. Turquía controló Siria durante 400 años, quiere reforzar su posición en el país, sobre todo, en el norte donde tienen presencia sus enemigos kurdos. Además, ha sido el principal respaldo de la ofensiva rebelde. Israel aprovecha la caída de Bashar al-Ásad para ganar posiciones en un país hostil; avanza en los altos del Golán y bombardea almacenes de armas.

Respecto a los que pierden, se encuentra Rusia, aliada de Bashar al-Ásad, aunque habrá que ver si puede conservar sus dos bases militares allí. E Irán también pierde. Es el principal apoyo de Bashar al-Ásad. Se cae un socio muy importante para Teherán, cuando otros de sus aliados como Hizbulá o Hamás están en su peor momento. Para analizar todo al detalle, Informativos Telecinco ha consultado a Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Hay un mapa muy fragmentado tras la caída de Bashar al-Ásad como presidente de Siria. Ahora Mohammed al-Bashir es el encargado de formar un Gobierno interino. ¿Qué se puede esperar de esta transición? "Sin duda, Siria, al igual que los países de Oriente Medio, es muy complejo en lo étnico y lo confesional. Tiene diferentes grupos que, a lo largo de la historia, han coexistido de manera pacífica. El problema, en mi opinión, es cuando uno de los grupos intenta imponerse al resto contra su voluntad", explica el profesor.

"Y esto es lo que está sucediendo con el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS, Organización para la Liberación del Levante), que quiere imponer una visión rigorista, puritana del Islam, en contra de la voluntad de la mayor parte del pueblo y en contra, sobre todo, de la voluntad de los revolucionarios que en el año 2011 se levantaron contra Bashar al-Ásad. Ellos demandan un Estado democrático, civil, donde todos los ciudadanos, independientemente de su etnia y religión, tengan los mismos derechos y libertades", agrega el experto.

El papel de Turquía ha sido clave en los acontecimientos. ¿Qué intereses tiene Recep Tayyip Erdoğan en la zona? "La política exterior de Turquía hacia Siria ha sido completamente errática. Porque, en cuanto llegó al poder, puso en marcha una política de reconciliación de cero problemas con los vecinos", explica Álvarez-Ossorio.

"Después, tras las Primaveras Árabes, adoptó una política exterior neotomanista, que basaba en intervenir militarmente con el apoyo de grupos islamistas, después con intervenciones directas y, hoy por hoy, los dos objetivos de Turquía en Siria son; primero, expulsar a las milicias kurdas de la zona fronteriza, debilitar al máximo ese autogobierno que han constituido los kurdos con el apoyo de EEUU; y, segundo establecer una paz turca que permita el retorno progresivo de esos tres millones de refugiados sirios que alberga Turquía desde 2011 y que se han convertido en un problema a nivel interno porque es instrumentalizado por la oposición como un arma arrojadiza", precisa el experto.

Irán, uno de los perdedores de este conflicto, ya estaba muy debilitado por lo que está pasand en Líbano y en Gaza. Ahora pierde un aliado como Siria: "Sin duda alguna, Irán es el gran perdedor de la ecuación", subraya Álvarez-Ossorio.

"Después de la revolución islámica apostó por la exportación de la revolución iraní por el conjunto de Oriente Medio, lo cual desestabilizó muchos países, y ahora después de la ofensiva israelí en Gaza y Líbano, ha perdido a dos eslabones fundamentales de tal manera que el eje de la resistencia se ha desmoronado e Irán tendrá que vivir cada vez más concentrado en sus fronteras, más aislado regionalmente y sin ningún tipo de progresión en la zona", sentencia el catedrático de la UCM.

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