La catedral de Notre Dame reabrirá este sábado sus puertas para acoger a decenas de líderes procedentes de todo el mundo en el marco de una acto ceremonial presidido por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, cinco años después de que se produjera el trágico incendio, en un esperado evento que discurrirá ante la atenta mirada de una Francia sumida en la incertidumbre política.
Aunque el evento no contará con la presencia del Papa Francisco, está previsto que acudan medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, entre los que se encontrarán el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y la primera dama estadounidense, Jill Biden. A ellos se sumarán otros presidentes de Europa, África y América Latina, dentro de una amplia lista de invitados en la que también figura el ucraniano Volodimir Zelenski.
La ceremonia de reapertura, que llega justo un día antes de que el emblemático templo gótico parisino reabra sus puertas al público, incluirá discursos tanto del presidente de Francia, Emmanuel Macron, como del propio Ulrich. Macron se dirigirá así a un gran número de figuras relevantes a nivel internacional, así como altos cargos y funcionarios franceses, en un momento de creciente tensión política a nivel interno.
Posteriormente, el domingo, se producirá una reapertura de ocho días de la catedral, por lo que miles de fieles y personas podrán visitar al simbólica catedral hasta las 22.00 (hora local) antes de que Notre Dame vuelva a la normalidad el próximo 16 de diciembre, a la espera de que se despejen las dudas sobre si finalmente la entrada será o no gratuita para los turistas.
El evento del sábado, con el que Macron esperaba reaparecer a lo grande en París tras su viaje oficial a Arabia Saudí, ha provocado un gran despliegue policial en la capital francesa, con la movilización de unos 6.000 policías durante el sábado y el domingo para garantizar la seguridad.
El escenario político ha variado y la reapertura llega ahora en un momento máxima tensión para el presidente, que aceptó el jueves la dimisión del primer ministro, Michel Barnier, un día después de que la izquierda y la ultraderecha secundasen en la Asamblea Nacional una moción de censura en su contra.
Para este fin de semana, el jefe de la Policía de Francia, Laurent Nuñez, ha apostado por un amplio operativo policial, similar al dispuesto durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad el pasado mes de julio. Si bien ha descartado que existan "amenazas concretas" en relación con el evento, ha recordado que sigue existiendo un "alto nivel de alerta terrorista" en la ciudad.
Por ello, está prevista la participación de militares del sistema Centinela, un operativo puesto en marcha en 2015 para "proteger y defender" al país. El dispositivo incluirá, además, la presencia de las brigadas encargadas de la seguridad en las zonas cercanas al río Sena.
Asimismo, el acceso al centro de la capital y las zonas aledañas a la catedral estará completamente cerrado de forma temporal excepto para aquellos invitados al acto en la catedral, que cuenta con un aforo de unas 3.000 personas.
Construida 600 años antes que la Torre Eiffel, la catedral es uno de los edificios más visitados de toda Europa y recibe aproximadamente unos 13 millones de visitantes al año. La archidiócesis de París estima que unos 40.000 peregrinos, entre ellos 8.000 escolares, asistirán al templo durante la próxima semana para realizar una visita que tendrá una duración aproximada de unos 30 minutos.
El propio Macron ya visitó Notre Dame la semana pasada y alabó los trabajos de restauración del templo. En este sentido, aplaudió la increíble "transformación del carbón en arte" en un recorrido televisado que duró dos horas.
Las labores de reconstrucción se han alargado durante cinco años y siete meses en los que cerca de 2.000 trabajadores y 250 empresas han tenido que enfrentarse a dos principales escollos que llevaron a la suspensión de la obra: el primero a raíz de un problema de polución en 2019 y el segundo a causa de la pandemia de coronavirus en 2020.
Tras el devastador incendio, las autoridades lograron reunir unos 850 millones de euros en donaciones realizadas por cerca de 340.000 donantes en 150 países, quienes han contribuido significativamente a la considerada por muchos como "obra del siglo".
Después de que la catedral se prendiera fuego ante la horrorizada mirada de los parisinos, Macron prometió no solo reconstruirla en un periodo de cinco años sino "hacerla aún más hermosa". Ahora, desde el Elíseo, aseguran que se trata de un "objetivo cumplido".
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