¡Viva la libertad, carajo! Javier Milei ha convertido el eslogan en su caballo de batalla en Argentina y lo sigue repitiendo un año después de su victoria electoral. El político que hizo campaña con una motosierra ha conseguido el aplauso de los mercados y el aumento de la pobreza en los sectores que lo votaron para que los sacara de la crisis. Dos de cada diez argentinos son indigentes.
La frustración popular con los políticos tradicionales era tan grande en Argentina que la mayoría de electores confió en él para sacar al país de la recesión. Su mandato está lleno de controversias. Ultraliberal, excéntrico provocador consiguió los votos del 56% de los electores argentinos que creyeron que Milei podía mejorar sus vidas. Su receta de eliminar el gasto público y reducir el poder del Estado a la mínima expresión la está llevando a cabo, mientras la masa de pobres aumenta en Argentina, los mismos que lo votaron, resultado de su motosierra.
En principio, la economía ha nivel global ha llegado a lo que prometió en campaña, pero a nivel doméstico, para los trabajadores y la clase media es otra historia: un litro de leche vale un euro. La inflación ha pasado de 254%, la más alta del mundo a 193% y por primera vez en años el Estado recauda más de lo que gasta con la terapia de choque de Javier Milei .
Pero el coste social ha sido alto y la pobreza se ha disparado. Afecta a más de la mitad de la población. Dos de cada diez argentinos son indigentes. "Los analistas más avezados hablaban de que iba a traer movilizaciones, cortes en las calles, huelgas, paros", pero "esto en la República Argentina no ocurrió", ha explicado el politólogo Juan Dillon. La gran paradoja del experimento Milei que no ha encontrado mucha resistencia social. Las protestas se han calmado, su popularidad resiste.
Los que recomponen la capacidad de construir un futuro. "Estamos mal, pero el camino es próspero, vamos bien", subraya el analista argentino. ¿Hasta qué punto logrará despegar la economía real? ¿Cuánto se deteriorarán las instituciones?" Las dudas persisten, pero el viento sopla a favor, con la oposición debilitada y potentes aliados en el exterior. Donald Trump, por un lado, por el otro Xi Jinping, como socio comercial.
El pragmatismo se impone, atrás deja las críticas al comunismo y también la crisis diplomática con España. Ya hay un nuevo embajador, Miley Cabalga, su ola de optimismo, en principio tiene tres años más de experimento.
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