Mucho más que un presidente: todo lo que se puede votar en una papeleta americana
Una papeleta de voto norteamericana permite elegir al mayor mandatario del mundo y decidir, al mismo tiempo, sobre la política local
Para el psicólogo social Guillermo Fouce, este sistema de elección no es tan participativo como parece por ser "intrincado y difícil"
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Si no hay sorpresas, el primer martes de noviembre de cada cuatro años los Estados Unidos de América eligen un nuevo presidente. Hoy es ese martes del que saldrá el próximo inquilino de la Casa Blanca. Mientras las encuestas dan resultados muy ajustados entre Kamala Harris y Donald Trump, y a horas de empezar a conocer los primeros resultados, nos detenemos en un aspecto poco conocido de estas elecciones, importantes más allá de sus propias fronteras.
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No solo al presidente
Una papeleta de voto norteamericana ofrece más opciones de voto, además de elegir al próximo presidente de los Estados Unidos. Así lo explica en la cuenta de Instagram de la embajada americana en Madrid (@usembassymadrid) Jamie Martin, portavoz de la Embajada de Estados Unidos en España y Andorra.
Como explica la portavoz, en EE.UU cada estado y condado disponen de su propia papeleta electoral. No sólo se vota por el Presidente o Presidenta; en una misma papeleta se eligen desde los miembros de la Cámara de Representantes, del Senado (un tercio), representantes estatales y locales, hasta los miembros del Consejo Escolar, dependiendo de cada lugar, aunque la duración de los cargos difiere en cada puesto. Por ejemplo, el alcalde de Rhode Island (el estado de origen de Jaime Martin) ocupará el sillón consistorial durante dos años, y no cuatro o seos como otros miembros de otras cámaras de gobierno.
Trasladado a nuestro país, es como si en España, en únicas elecciones, votáramos al mismo tiempo al presidente del gobierno, al de la comunidad autónoma y a los alcaldes. Pero no es la única diferencia.
Política real
Quizá lo que más llama la atención es que se votan temas locales concretos que afectan a la vida diaria del la comunidad. Algunos no tan de pequeña escala, como el derecho al aborto, por el que se pregunta específicamente en Florida y en nueve estados más.
En el caso de Rhode Island, en Nueva Inglaterra, se elige o no gastar determinado presupuesto a temas relacionados con la Educación o la vivienda. En Colonial Heights, localidad del estado de Virginia, a poco más de dos horas de Washington D.C, los electores pueden decidir sobre una ley que exime de pagar impuestos a las familias de militares. En el condado adyacente, se puede votar la construcción de un casino de juego. Por tanto, junto a la elección del político que, posiblemente, acumula más poder del mundo, se eligen también asuntos de la llamada 'política real' o micropolítica, la que tiene que ver con las corporaciones locales en su estado más básico.
Las papeletas de algunos estados y condados disponen, incluso, de una casilla en blanco para que los electores puedan compartir sus propias propuestas. Los estadounidenses pueden participar así en las decisiones de su país en clave nacional y local en la considerada una de las democracias más participativas del mundo.
La cara B
Si una de las bonanzas de este sistema es precisamente la participación de los ciudadanos en temas concretos de su comunidad, la realidad no es tan amable. "Además de tener que decidir sobre muchísimos asuntos, hay un paso previo, que es tener que inscribirse para votar", explica el psicólogo social Guillermo Fouce, profesor de la Universidad Complutense y presidente de la Fundación Psicología Sin Fronteras.
Para el experto, el hecho de que el censo de votantes dependa del número de inscritos tiene un impacto en el número de votos. "Esto no facilita la acción de votar. Es un voto intrincado y difícil. Se sabe que la gente con menos capacidades y recursos vota menos por esa dificultad de inscribirse y tener que someterse a tantas preguntas. Al final, el voto es muy volátil", asegura Fouce.
Este psicólogo social ve un condicionante más en estas elecciones: "Trump está generando desconfianza con la idea de que hay una manipulación de las elecciones. Incluso hay agentes suyos, como ha admitido Bannon, en determinados espacios electorales".
¿Modelo exportable?
Elegir aspectos concretos de la gestión de nuestro municipio puede ser muy interesante, sobre todo entre los ciudadanos que dudan del valor de la política. En ese sentido, ¿podría plantearse en España un modelo electoral como el americano? Fouce rechaza este extremo: "No creo que este modelo participativo sea exportable ni a España ni a Europa. También por ese modelo de 'Quien gana se lo lleva todo'. Es algo muy particular, de una cultura americana, muy difícil de exportar también en el modelo de financiación privada de las campañas, con donantes que son los que influyen en el programa".
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