La escalada bélica en Oriente Próximo muestra hasta qué punto Israel e Irán están dispuestos a llegar para conservar su hegemonía militar y política en la zona. El ataque de Teherán sobre Israel es su mayor ofensiva contra el Estado judío al ver que Benjamin Netanyahu ha puesto en marcha una estrategia que puede cambiar el mapa de la región.
En los últimos días, la ofensiva del Ejército israelí ha logrado descabezar por completo a la cúpula de Hizbulá, la milicia prochií financiada por el régimen de los ayatolas. También ha diezmado a Hamás durante su ofensiva en la Franja de Gaza tras los atentados terroristas del 7 de octubre.
La ofensiva en el Líbano es un peldaño más en esta escalada de control que Israel está desarrollando en la zona y que deja a Irán en una posición de extrema debilidad política ante sus aliados.
Por el momento, las tropas israelíes ya han sufrido sus primeras bajas en el sur de Líbano en duros enfrentamientos con milicianos de Hizbulá. El ejército de Israel ha enviado refuerzos y ha mostrado a sus soldados adentrándose más kilómetros en territorio libanés.
En las últimas horas, Benjamin Netanyahu ha enviado además un mensaje directo a Irán recordándole que ha cometido un gran error y pagará por ello: "El régimen de Irán no entiende nuestra decisión de defendernos y de tomar represalias contra nuestros enemigos".
Desde Teherán, el líder supremo iraní se ha pronunciado también por primera vez tras el ataque de ayer sobre Israel. Alí Hoseiní Jamenei acusa a Estados Unidos y a los países europeos de ser la causa principal de los problemas en Oriente Próximo. Estos países, afirma, abogan por la paz, pero su presencia en la región genera conflictos y guerras.
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